A finales de 1969, hace casi 43 años, el candidato del PRI a la presidencia de la República, Luis Echeverría Álvarez, acudió a la Universidad Nicolaita, en Michoacán. La indignación y el dolor por la matanza de Tlatelolco, ocurrida un año atrás, permeaba entonces el ambiente estudiantil y aquellos estudiantes demandaron a Echeverría guardar un minuto de silencio por los muertos del 68.
LEA accedió. Quería “limpiar” su imagen. Ese suceso –narran historias de la época, confirmadas por el propio Echeverría y otros actores al paso de los años- enfureció al aún presidente Gustavo Díaz Ordaz y a los miembros del Ejército Mexicano. El secretario de la Defensa, Marcelino García Barragán, se apersonaría ante el propio mandatario para expresarle su enojo e informarle que ningún militar estaría al servicio de Echeverría a partir de ese momento.
Díaz Ordaz –igualmente iracundo por lo que se leía como un “deslinde” de su ex secretario de Gobernación de los sucesos de Tlatelolco- ordenó entonces a Alfonso Martínez Domínguez, presidente del PRI, que le dijera “a su candidato” que si habían cometido errores, “los cometimos juntos”, que le informara también que el Ejército estaba muy molesto con él, y que se encerrara en el partido hasta nueva orden.
El presidente consideró entonces cambiar de candidato presidencial. No se atrevió a hacerlo (de ello se arrepintió hasta el final de sus días). Echeverría ganó esa partida. Se deslindó de su antecesor y de los trágicos sucesos del 68, y se convirtió en presidente de la República (1970-76). Poco después, con él en la silla del águila, sucedería el llamado “halconazo” y comenzarían a vivirse los tiempos de la “guerra sucia” y de la “brigada blanca”.
En la historia de las campañas presidenciales quedaría grabado ese minuto de silencio del candidato presidencial del partido en el gobierno ante los estudiantes.
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OTRA VEZ, UN MINUTO DE SILENCIO.- Ayer, en la Universidad Iberoamericana, los estudiantes pidieron a gritos a Josefina Vázquez Mota un minuto de silencio por los más de 50 mil muertos sumados durante este sexenio en la guerra contra el crimen organizado.
La candidata presidencial del PAN recogió la demanda y micrófono en mano pidió un minuto de silencio “por todas las víctimas y muertos”. Y todavía agregó: “No hay un solo daño colateral”.
La escena inevitablemente nos recordó lo sucedido con Echeverría. Era, otra vez, la demanda de los jóvenes, en una casa de estudio, de un minuto de silencio. Era, otra vez, un candidato (en este caso candidata) del partido en el poder sumándose a su petición. Era, otra vez, marcar un distanciamiento por las atroces muertes. Y era –¿lo era?-, otra vez, el deslinde del presidente de la República en funciones.
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¿FUE UN DESLINDE DE CALDERÓN?- No me queda claro si ese gesto de Josefina (el minuto de silencio por las víctimas de la guerra contra el narcotráfico) fue finalmente la manera en que la panista marcó su distancia de Felipe Calderón.
Si su actitud llega incluso a implicar un rompimiento con el presidente y si hay que esperar alguna reacción de calderón, del ejército, o de algún miembro del gabinete; o si es parte de una estrategia acordada para recuperar puntos en la contienda presidencial.
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GEMAS: Este es un obsequio vidrioso del presidente Calderón: “Hemos sido y seguiremos siendo tolerantes, muy tolerantes; pero no permitiremos que se quebrante la ley y menos que se quebrante la ley para atentar contra una sola escuela, contra la educación, contra otras maestras y otros maestros y menos, menos toleraremos que se atente contra el derecho de los niños a recibir clases”.
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