La Comisión Federal de Competencia la tiene en chino con la decisión de autorizar o no la fusión entre Iusacell, de Ricardo Salinas Pliego, y Televisa, de Emilio Azcárraga; dos de los hombres más poderosos e influyentes en la vida política del país.

 

En la decisión del órgano antimonopolios están involucrados el propio Salinas Pliego y Azcárraga Jean, pero también Carlos Slim de Telcel y Telmex, así como Joaquín Vargas de MVS y, con ellos, una larga lista de comentaristas, analistas, periodistas y diarios con gran influencia sobre la opinión pública, a la que se ha sumado recientemente el novel movimiento de jóvenes universitarios #YoSoy132.

 

Así que la presión sobre la decisión del Pleno de la Comisión que encabeza Eduardo Pérez Mota, en uno u otro sentido, es descomunal a tal grado que cualquiera que sea ésta, las consecuencias sobre los miembros del Pleno será más o menos en la misma dirección: fuertes críticas por su debilidad ante las presiones y sospechas de algún tipo de corrupción entre sus miembros. Francamente a nadie se le antojaría estar en el pellejo de estos comisionados.

 

El caso, que ya fue resuelto y que se dará a conocer en los próximos días, es emblemático del grave rezago que enfrentan nuestras instituciones de regulación de mercados, atrapadas aún en la sospecha permanente porque siguen sujetas, por una u otra razón, a los intereses ajenos a su labor, en un país que requiere, a gritos, de instituciones fuertes.

 

Por eso la autonomía presupuestaria, administrativa, funcional y de decisión de la Comisión Federal de Competencia no es una elección en un México con grandes rezagos en materia de competencia económica y de fuertes componendas con el poder político en todos sus órdenes.

 

Decir que una decisión de Cofeco, como ésta o cualquier otra, implican riesgos para la construcción democrática del país, debe ser un despropósito, una tontería que solo cabe porque no se ha permitido que este organismo técnico cumpla a cabalidad lo que se le ha encargado.

 

SÍGALE LA PISTA…

 

1. PASO GIGANTE. Celebro la apertura del proceso para licitar frecuencias de televisión digital terrestre que dio a conocer Cofetel después de años de cerrazón y que ahora impulsan las nuevas condiciones del mercado y de la política. Una decisión que se concreta con el impulso del presidente Calderón en un sector con una larga agenda de pendientes. La noticia es un pequeño paso para otros, pero gigantesco para México.

 

2. A GANAR CONFIANZA. Ayer todo el equipo económico de López Obrador compareció ante la prensa, empresarios y analistas para detallar su plan y dejar en claro dos cuestiones que preocupan en serio: Su compromiso con la estabilidad económica y con la participación de los capitales privados en la economía. Es un primer paso, dicen, y que estas acciones se multiplicarán de aquí a la elección. Sin embargo no es suficiente si se quieren alejar el fantasma del temor que provoca López Obrador entre los tomadores de decisiones económicas. Se requieren garantías de un programa coherente, de una gestión sensata y de un compromiso serio con la estabilidad, que van más allá de las explicaciones.

 

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