El sueño de Jorge Alberto Ortega, director General de Quetzal Aeroespacial, siempre fue crear drones o aviones no tripulados para las fuerzas armadas, pero vio una fuerte competencia y no contaba con los suficientes recursos económicos para incursionar al mercado.

 

Desde el 2008, siendo un universitario, le llamó la atención que el mercado de los aviones no tripulados el mundo crecía hasta los cinco mil millones de dólares, recién el año pasado, y de que las autoridades mexicanas habían invertido 25 millones de dólares esos aparatos para fortalecer sus servicios de inteligencia.

 

Ortega, junto con otros compañeros e instituciones de investigación, le apostaron a construir drones especialmente para el sector civil de México y Estados Unidos, de donde un empresario agrícola ya le hizo una serie pedidos.

 

El ingeniero egresado del Instituto Politécnico Nacional (IPN) explicó que al principio la idea fue fabricar componentes para aviones de autocontrol para unos concursos universitarios de aviación a los que acudieron en EU y Brasil hace más de cinco años.

 

“Se presentó un reporte de ingeniería, lo evaluó un jurado y nos dimos cuenta de podíamos hacer una empresa de aviones no tripulados, porque en esas competencias siempre nos fue muy bien, a pesar de las dificultades enfrentadas”, manifestó a 24 HORAS.

 

Posteriormente, se analizó el potencial de mercado en México y el mundo.

 

“Nos dios cuenta de que todos los sistemas son exclusivamente para los sistemas de inteligencia militar y ninguno está dirigido a las actividades civiles”, añadió. “Es por ello en los últimos 18 meses nos dimos a la tarea de crear aviones no tripulados que atenderán emergencias como desastres, incendios forestales, así como la protección de zonas de conservación ecológica, la vigilancia de la construcción de carreteras y la producción de campos agrícolas”.

 

En la manufactura de los equipos se tiene una empresa de cinco personas, pero se apoyan en varias las alianzas con la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y la Universidad Aeronáutica de Querétaro (UNAQ).

 

“Todos participamos en la construcción de la aeronave y del software, así como de las aplicaciones para los primeros vuelos y ahora para conformación de la empresa”.

 

El empresario apuntó que las aeronaves no tripuladas son la punta de lanza en la innovación de sistemas de vigilancia, porque reduce costos y se prueban todos los componentes electrónicos, software y dispositivos de aviones comerciales.

 

“No se invierten las grandes cantidades de dinero ni de tecnología, que se le destinan una avión con un piloto a bordo”, dijo. “El costo es muy competitivo cuando se le compara con los equipos tripulados por un ser humanos”.

 

Hace unos días un agricultor americano se les acercó a preguntarles sobre el equipo aéreo, pues le sale más barato y le vio muchas ventajas tecnológicas a los que ha probado.

 

En EU un dron vale aproximadamente de 55 mil dólares.

 

“Por el momento no hemos comercializado aviones, pero sí se han vendido servicios para hacer vigilancia forestal, de zonas de conservación, de construcción de carreteras y para campos agrícolas”, añadió Ortega.

 

Y al cierre de 2012 confía en que comercializarán un total de 100 horas, a un precio de ocho mil pesos cada una, y para el próximo año se lograrán colocar aproximadamente 300 horas de trabajo.