Diez segundos después de las ocho de la noche, del rostro de Ségolène Royal emergía un icono de felicidad. Su ex, François Hollande ganaba las elecciones francesas. Ocurrió en un estudio de televisión de un canal público el domingo 6 de mayo. Royal fue invitada por la televisión pública para comentar y debatir frente a las cámaras la actuación de Hollande el día de la segunda vuelta electoral. El conteo de salida daba como ganador al candidato socialista y de manera inmediata Royal no pudo esconder su felicidad.

 

El pasado martes la hoy esposa del presidente francés Valerie Trierweiler cogió su iPhone e ingresó a Twitter. En pocos segundos escribió un tuit poco común. Era un misil de largo alcance dirigido a la ex esposa de su esposo. Es decir, lo que iba a escribir en 130 caracteres se convirtió en el epitafio político de Royal la noche del domingo. “Ánimo a Olivier Falorni que no era digno (que el Partido Socialista no lo presentara como su candidato en las elecciones de la Asamblea), que lucha junto a La Rochelle por tanto años en un compromiso desinteresado”.

 

En efecto, Ségolène Royal sí fue la candidata socialista y compitió en contra del disidente socialista Olivier Farloni el escaño de La Rochelle. Royal perdió. La noche del domingo una de las cuentas de Twitter más leídas fue @valtrier. Miles de franceses querían comprobar que no se trataba de una broma.

 

En el terreno de las hipótesis todo está permitido. Es probable que si Valerie Trierweiler hubiera visto muy cerradas las elecciones legislativas del pasado domingo no hubiera escrito el tuit dando su apoyo al contrincante de la aspirante socialista Ségolène Royal. Al ver que los socialistas barrerían la elección, es probable que la esposa de Hollande se convenciera de apoyar a un candidato no presentado por el Partido Socialista. Lo que es un hecho es que su apoyo a través de Twitter sí representó un punto de equilibrio  para la tendencia que tenían Royal y Farloni. La primera cayó y el segundo subió, ambos de manera súbita.

 

¿Puede Twitter influir en los resultados electorales? Sin bases empíricas no se puede hacer inferencia. Lo que sí tenemos son muestras representativas donde Twitter ha jugado un papel toral en la formación distribuida en las redes de comunicación.

 

Para que Twitter tenga efectos inmediatos es necesario que el contenido de mensajes (nodos que descargan-concentran-descargan-concentran) sea verídico. El mejor ejemplo es el tuit de Valerie Trierweiler, la esposa del presidente francés. Su cuenta es tan verídica que está certificada (paloma azul). En el mensaje no intervinieron troleros ni bots que se encargaran de contaminar la espontaneidad del mensaje en el soporte de comunicación más in-mediático del momento, Twitter.

 

El segundo elemento demanda que el tuitero sea conocido o tenga un currítuitum implacable. El anonimato es el peor enemigo de los tuiteros. Es paradoja pero en una época donde la confianza se encuentra en el subterráneo de la cotidianidad, quien no ha generado un mínimo de confianza, lo que escriba en Twitter no tendrá mayor impacto.

 

En la actualidad, miles de activistas de los cuatro candidatos a la presidencia mexicana se han convertido en porristas publicitarios. La opinión, en Twitter, corre el riesgo de convertirse en publicidad. Lo es cuando dominan los adjetivos descalificativos; cuando la agresividad se utiliza para convencer a indecisos o, abiertamente, para insultar a los porristas de otros candidatos.

 

A miles de tuiteros poco les importa que sus mensajes no tengan credibilidad. Son porristas y como tales se comportan. Su lealtad por su candidato los lleva a difundir veneno disfrazado de mentira.

 

fausto.pretelin@24-horas.mx | @faustopretelin