Muhammad Hosni Sayyid Mubarak gobernó como el cuarto presidente de Egipto desde 1981 hasta 2011, cuando fue expulsado del poder tras una ola de protestas masivas, conocidas como la Primavera Árabe.
Nadie esperaba que el poco conocido, vice-presidente que fue elevado a la presidencia en 1981 tras el asesinato de Anwar al-Sadat, se aferraría al máximo cargo del país durante casi 30 años.
Hosni Mubarak, nació el 4 de mayo de 1928, en la localidad de Munofiya, cerca del delta del Nilo, y se crió en Kafr al-Meselha, como el hijo de un inspector del Ministerio de Justicia. Mubarak fue educado en la Academia Nacional Militar de Egipto y más tarde en la Academia Frunze del Estado Mayor en Moscú.
Contrajo matrimonio con Suzanne Mubarak, mitad británica, graduada de la Universidad Americana de El Cairo, y tuvo dos hijos, Gamal y Alaa.
La carrera política de Mubarak dio inicio bajo la presidencia de Anwar al-Sadat a quien sirvió en varios puestos militares, entre ellos el de viceministro de la guerra desde 1972 hasta 1975, cuando se convirtió en vicepresidente.
Después de que Sadat fue asesinado en un desfile militar, el 6 de octubre de 1981, Mubarak llegó a la Presidencia desde donde instituyó un vigoroso programa de recuperación económica, continuó comprometido con el tratado de paz con Israel (firmado en 1979), emprendió mejoras de las relaciones con otros estados árabes, que fueron dañadas por el acuerdo de paz que Egipto firmó con Israel, e inició una política que llamó de “neutralidad positiva” hacia las grandes potencias.
Mantuvo al país bajo la ley de emergencia, dando al Estado amplios poderes de detención y de restringir las libertades básicas. El gobierno argumentó que era necesario para combatir el terrorismo islamista al cual se acusaba de asesinar a Sadat.
Jugó constantemente con la democracia, al convocar a cuatro referendos (1987, 1993, 1999 y 2005) de los cuales salió reelegido sin oposición alguna.
Desde entonces demostró ser un superviviente, tanto en lo político como en lo físico, ya que sobrevivió a seis intentos de asesinato, el más peligroso en junio de 1995, en la capital etíope, Addis Abeba, cuando la limusina en la que se dirigía a una cumbre de líderes africanos fue atacada.
En noviembre de 1995, justo antes de las elecciones parlamentarias, el gobierno de Mubarak acusó a la Hermandad Musulmana de ayudar a los grupos violentos islámicos. Muchos de los miembros de la Hermandad fueron detenidos, y varios que planeaban presentarse a las elecciones fueron juzgados y condenados a prisión. Los críticos acusaron al gobierno de tratar de eliminar incluso a los opositores pacíficos. En las elecciones que siguieron, el Partido Nacional Democrático obtuvo una victoria abrumadora. Mubarak fue elegido para un cuarto mandato de seis años en 1999.
En 2005, presionado por Estados Unidos, Mubarak se vio obligado a modificar levemente la Constitución para aceptar competencia, aunque las elecciones presidenciales seguían sin ser abiertas. Por primera vez los egipcios tuvieron la oportunidad de votar por múltiples candidatos, aunque finalmente ganó Mubarak con 88% de los votos.
El 25 de enero de 2011, iniciaron una serie de manifestaciones en todo el país pidiendo su renuncia. La Primavera Árabe había dado inicio y pretendía eliminar a los dictadores en todo el Medio Oriente. La violencia se extendió rápidamente en las calles y la Plaza Tahrir, de El Cairo, se volvió el símbolo de la resistencia.
El 1 de febrero se anunció que, aunque no renunciaría a la presidencia, Mubarak no buscaría un nuevo mandato en las elecciones previstas para septiembre de 2011. A pesar de ello, las protestas aumentaron y el 10 de febrero Mubarak informó que renunciaría y entregaría el poder a su vicepresidente, Omar Suleiman.
Al día siguiente, Suleiman dio a conocer oficialmente, que el presidente egipcio dejaría el poder.
El 24 de mayo de 2011, Mubarak fue acusado y enjuiciado por el asesinato premeditado de manifestantes durante las revueltas de enero. El 1 de junio de 2012, el presidente del tribunal, Ahmed Refaat, lo condenó a cadena perpetua.
A partir de la sentencia, la salud de Mubarak desmejoró, al grado de que el miércoles 20 de junio se le declaró “clínicamente muerto”, y se confirmó que se encontraba conectado a aparatos que lo mantenían artificialmente con vida, ya que su corazón se había detenido al llegar al hospital militar tras ser trasladado de prisión.
Esta información causó polémica, ya que sus familiares desmintieron esa versión y afirmaron que no se encontraba respirando artificialmente. Las últimas noticias van en el sentido de que el ex presidente egipcio, muestra una leve mejoría aunque su estado de salud sigue siendo grave, debido a una trombosis que sufrió, según reveló su abogado Farid El Dib.
Democracia en coma
Cuando Hosni Mubarak asumió el poder, Egipto se encontraba aislada de los países árabes y musulmanes, muchos de los cuales habían roto sus relaciones diplomáticas después de que Anwar al-Sadat firmó un tratado de paz con Israel en 1979.
Egipto fue expulsado de la Liga Árabe y su sede se trasladó de El Cairo a Túnez. Ante esto, Mubarak buscó reanudar los lazos con los principales actores de la región.
Su primer éxito fue la construcción de una relación con el entonces influyente líder árabe Saddam Hussein, el presidente de Irak que se encontraba en una sangrienta guerra con Irán. Egipto se alió contra los vecinos iraníes y aportó asistencia militar a Bagdad.
Al finalizar, en 1988, la guerra Irán-Iraq, Egipto había salido con éxito de su aislamiento. En 1990, la sede de la Liga Árabe regresó a El Cairo.
Pero el acercamiento árabe fue de corta duración ya que Egipto se opuso a la invasión iraquí de Kuwait en agosto de 1990. Mubarak instó a Saddam a retirar sus fuerzas militares, pero al darse cuenta de que no lo haría, se unió al esfuerzo internacional, liderado por Estados Unidos, para sacar a las tropas iraquíes de Kuwait.
La década de 1990 vio un aumento de la ayuda financiera de EU a Egipto y así iniciaron sus conversaciones estratégicas. Egipto tuvo una alianza privilegiada con EU. Se consideraba invencible y resultó ser tan vulnerable al juicio de su pueblo como cualquier otro dirigente.
Uno de los principales objetivos de la alianza con EU, era el compromiso con el proceso de paz en el Medio Oriente. A lo largo de la década de 1990, Egipto se convirtió en el mediador principal entre árabes e israelíes, incluyendo a los palestinos. En 1994, Jordania siguió la ruta diplomática de Egipto y firmó un tratado de paz con Israel.
Mientras que la política exterior de Mubarak era fructífera, su récord de producción nacional no era tan exitoso, y la población continuaba empobrecida, a pesar de que por las políticas económicas liberales implementadas, los negocios en Egipto experimentaron cierto auge especialmente en el sector inmobiliario.
Durante este período, los trabajadores de la prensa sufrieron de detenciones por críticar al gobierno.
Actualmente la Comisión Suprema Electoral Presidencial egipcia no tiene fecha para dar resultados de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales realizadas la semana pasada, donde contendieron Mohammed Mursi, por los Hermanos Musulmanes, y Ahmed Shafiq, último primer ministro durante el régimen de Hosni Mubarak.
Tanto Mursi como Shafiq han proclamado su victoria en las elecciones presidenciales.