La aceptación de un órgano de gobierno transitorio que conduzca a Siria a una nueva fase política basada en elecciones libres es imprescindible para detener el conflicto en este país y evitar que se propague en la región, acordaron hoy un grupo de potencias, entre ellas Estados Unidos y Rusia.

 

Ese paso fundamental, opinó el enviado especial de la ONU y la Liga Árabe para Siria, Kofi Annan, debería concretarse en un plazo máximo de un año.

 

Esta fue la principal conclusión de la primera reunión en Ginebra del Grupo de Acción para Siria, que además de EEUU y Rusia integran Francia, Reino Unido y China (miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU), así como Turquía, Irak, Catar y Kuwait, en representación de la región árabe.

 

El entendimiento fue plasmado en una declaración leída por Annan, cuyo contenido refleja una victoria diplomática de Moscú y Pekín, que consiguieron que en la versión final no se vetara al actual régimen de Bachar Al Asad de participar en el nuevo órgano de gobierno propuesto.

 

Esta posibilidad era rechazada frontalmente por Estados Unidos y otros países occidentales, que tuvieron que ceder para que la “cumbre” de hoy no terminase en fracaso y diera al traste con las esperanzas de revertir la situación de violencia extrema en Siria.

 

El texto adoptado no excluye a los miembros del actual régimen, aunque Annan dijo que serán los sirios los que deberán decidir sobre sus futuros dirigentes y, en ese sentido, dudó que optaran por personas que puedan tener “las manos manchadas de sangre”, como se lo planteó un periodista en una rueda de prensa que ofreció.

 

Rusia logró hacer prevalecer su posición de que el proceso político en el país árabe debe ser dirigido por los propios sirios, sin imposiciones externas ni amenazas de un eventual uso de la fuerza por parte de Occidente.

 

La violencia política en Siria estalló hace quince meses con manifestaciones pacíficas que reclamaban más libertades y que el régimen reprimió con una violencia que fue en aumento y dio lugar al surgimiento de grupos opositores que tomaron las armas, algunos de los cuales incluso se formaron con desertores del ejército.

 

“Hemos logrado que no haya condiciones para el inicio del proceso de transición, que nadie sea excluido”, dijo a la prensa el ministro ruso de Exteriores, Sergei Lavrov.

 

La jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton, sostuvo por su parte que en la negociación de la declaración “se aceptaron cambios”, pero que éstos “no afectaron su sustancia” y aseguró que “(el presidente) Asad tiene que irse”.

 

Consideró que es “una ficción” pensar que Asad y quienes integran su régimen pueden quedarse, al tiempo que enfatizó que el próximo órgano gubernamental deberá tener “poderes de gobierno totales”.

 

En lo que rusos y estadounidenses concordaron es en que utilizarán su influencia en las partes que les escuchan, el Gobierno de Damasco, en el primer caso, y las fuerzas opositoras, en el segundo.

 

Como el primer paso concreto para el cese de las hostilidades, Lavrov enfatizó que las fuerzas gubernamentales y rebeldes tendrán que deponer las armas y retirarse de los centros poblados de forma simultánea.

 

Por su parte, Annan instó a las partes enfrentadas en Siria a que “entiendan la gravedad de la situación, que no se pueden resistir a los vientos transformadores que soplan hoy (…), a que el cambio tiene que venir”.

 

Sobre la dificultad que supondrá sentar alrededor de una misma mesa a gobierno y oposición, el mediador internacional admitió que será difícil, pero recordó que su misión consiste justamente en facilitar ese acercamiento.

 

Agregó que no sería la primera vez que “facciones que han combatido se reúnen en un gobierno”.

 

Por otra parte, Annan precisó que el Grupo de Acción para Siria no ha acordado fecha ni lugar para una próxima reunión, lo que dependerá de la evolución de la situación sobre el terreno.