El documento que permitirá hoy a 79.4 millones de mexicanos emitir su sufragio nació hace dos décadas, en medio de la desconfianza hacia las instituciones a cargo de los comicios, pero hoy pocos recuerdan cómo se votaba antes de esa fecha.
La credencial de elector con fotografía nació el 3 de julio de 1992 como producto de la desconfianza, desde entonces ha sido compañera de millones de mexicanos que cada año alcanzan la mayoría de edad.
Testigos de la transición que finalmente permitió contar con una credencial con fotografía hace ya 20 años son los mexicanos nacidos antes de 1974, quienes hoy superan los 38 años y representan alrededor de la mitad de los 79.4 millones de mexicanos que domingo podrán ejercer su voto.
“No me acuerdo cómo votábamos antes. Estaba seguro que siempre había sido con la credencial actual, hasta ahora que me dice que apenas tiene 20 años, la verdad es que ya se me olvidó si teníamos otra credencial”, dice Armando Tornel, de 77 años.
“Yo tampoco me acuerdo. Saqué mi credencial hace muchos años, ya ni me acuerdo cuándo, pero de antes no”, comenta Lucía Delgado, de 53 años.
Fue en los primeros años de la década de los 90 cuando a la par del nuevo modelo de credencial para votar con fotografía se fue conformando el padrón electoral en un intento por dar certeza a los mexicanos de contar con una identificación que los acreditara como ciudadanos y votantes en las elecciones.
“La idea era tener una nueva cancha de juego delimitada donde nadie se pasara de listo”, explica Gilberto Medina Casillas, funcionario en esa época del Instituto Federal Electoral (IFE) y a quien podría considerarse como el creador de ambas herramientas electorales.
Recuerda que la campaña para que la gente acudiera a tramitar su nueva credencial fue intensa. Los medios de comunicación “bombardearon” a todas horas a la población para que se acercara a los módulos instalados para ese fin.
Pero antes del modelo con fotografía vigente desde 1992 hubo dos tarjetas. La primera se podía obtener en menos de media hora y parecía de cartón, comenta Medina Casillas.
“Para sacar su pasaporte, si no llevaba su credencial de votar podía tramitarla en un módulo que había enfrente de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en Tlatelolco. Se la daban a uno en 20 minutos y podía seguir su trámite del pasaporte”, narra el ahora consultor.
El trámite era simple y rápido, pero permitía, por ejemplo, a una sola persona llegar con 100 o 200 credenciales a una casilla para sufragar en su nombre; no había un control para identificar al ciudadano de manera individual.
El primer intento de cambiar este sistema ocurrió en 1990, en medio de cuestionamientos sobre la legalidad de la elección presidencial de registrada dos años antes, y que derivó en una reforma electoral.
Medina Casillas llegó al Registro Nacional de Electores después de haber aplicado el censo de 1990, desde ahí promovió un nuevo padrón electoral y, posteriormente, la nueva credencial.
El padrón se creó a partir de cero. El que existía hasta entonces estaba “defectuosamente concebido, defectuosamente implementado y mal hecho”. Los encuestadores visitaron 18 millones de hogares en siete meses, y hasta seis veces el mismo hogar hasta que encontraban a todos los integrantes de la familia en edad de votar para registrarlos.
Una vez concluida la lista de votantes se dio paso a la nueva credencial. Era de color naranja, de plástico duro y aunque ya contaba con candados no tenía foto, por lo que no tardó mucho en ser sustituida.
Al año se dio a conocer la nueva credencial con fotografía incluida, hologramas, sellos, fabricada con material especial traído de Estados Unidos, y con número de folio.
Finalmente el 3 de julio de 1992 el nuevo modelo de credencial con fotografía fue aprobado por el Consejo General del IFE como el único instrumento para votar. Días después, el 9 de julio, el Senado de la República reconoció su funcionalidad como identificación oficial.
Aunque fue aprobada por los senadores en tanto se expedía la Cédula de Identificación Ciudadana y ante la carencia de tal instrumento, desde entonces la credencial de elector sigue siendo el instrumento de identificación más aceptado.
Actualmente la credencial del IFE sirve para realizar cualquier trámite oficial, además de votar: desde sacar un pasaporte, adquirir una propiedad, identificarse en cualquier institución, obtener papeles oficiales y hasta para comprar una cerveza o entrar al antro, pues acredita la mayoría de edad de cualquier ciudadano.
Medina Casillas señala que aunque se creó para democratizar las elecciones, sigue prestándose para la compra de votos; pese a ello, afirma que la credencial es un buen instrumento y se dice orgulloso porque, además de sus hijas, es lo más grande que ha hecho en su vida.
PARA SABER
1.5 dólares cuesta la fabricación de cada una de las credenciales
10 años es el periodo de vigencia
84.4 millones de mexicanos están en el padrón electoral
79.4 millones podrán votar al contar con la credencial de elector
51% son mujeres y el resto hombres
1.2 millones son jóvenes de 18 años
8 millones son mayores de 65 años
10.2 millones tienen entre 25 y 29 años
2 mil 996 hombres se llaman Juan Hernández Hernández, el nombre completo más frecuente en el Padrón Electoral
2 mil 581 mujeres se llaman María Pérez Pérez
6.5 millones de veces se repite Hernández tanto como apellido paterno como materno
CANDADOS
7 candados de seguridad tenía el diseño de 1991 que fue aprobado en 1992
9 innovaciones incluyó el diseño de 2001
20 candados tiene el diseño actual
FUENTE: IFE