Los protagonistas de las canchas de llano dirían que Casillas le escupió el balón a Paul Krugman para que rematara a gol. El portero galáctico del Real Madrid e híper galáctico de la selección española, les comentó  a los reporteros José Sámano y Luis Martín de El País que sus compañeros de España son una generación educada para ganar. De cuatro columnas, la edición dominical del periódico español convirtió la frase de Casillas en una especie de profecía súbita. Por la noche en Kiev, los españoles jugaron en 3D a través de las consolas de Nintendo dejando a los italianos sin espagueti.

 

Krugman dibujó sus curvas de indiferencia para ubicar en ella las preferencias del consumidor en épocas de futbol. A la alteración del consumo la detona el triunfo. Krugman le confesó a la agencia EFE que el enfrentamiento entre deudores, en la final de la Eurocopa, le parecía algo interesante ya que el consumo puede mejora las cifras anémicas de España e Italia.

 

No se equivocó. El domingo, los bares españoles facturaron un 40% más de lo cotidiano con motivo de la final de la Eurocopa. En términos monetarios, la Federación Española de Hostelería y Restauración cifró en 20 millones el excedente de “pastel” que se llevaron los dueños de los bares.

 

Espacios de múltiples análisis antropológicos, los bares (en España con mayor intensidad) son centros de presurización motivacional. Inyectan aire a las decisiones de los contertulios sumergidos en la angustia.

 

En la entrevista con Krugman, la agencia EFE recuerda que el banco holandés ABN desarrolló un estudio sobre los movimientos del PIB a través de los eventos deportivos. En promedio, la victoria tiene una elasticidad como si de un bien se tratara. Tan elástica que una final de la Eurocopa mueve al PIB un 0.7% en el país ganador y contrae su PIB en 0.3% en el país perdedor. El modelo puede verse afectado si de dictaduras se tratan. El Mundial de Argentina no le benefició a la economía argentina gestionada por Videla y los represores de la junta militar. Tampoco el PIB se movió en el Mundial de Alemania 1974.

 

¿Qué sucede? Hay una variable fundamental. Se trata de la angustia que mina la felicidad en los ciudadanos que transitan por una crisis. La euforia, en economía del consumidor, sí se traduce en consumo. Las curvas de indiferencia son los mapas demo económicos del individuo. A quien le gusta el futbol, su comportamiento lo presuriza Messi, por ejemplo. Quienes reciben los beneficios de los goles de Messi son los bares (en México serían las tiendas de conveniencia tipo Oxxo o 7eleven). Los culés, es decir, los fanáticos del Barcelona acuden a los Oxxo para complementar al partido. Messi pone los goles y los fanáticos las cervezas. El fanático en crisis está dispuesto a dar lo poco que tiene para recibir una cantidad millonaria de útiles (sensación de placer “cuantificado”). Javier Beristain, un rector del ITAM con amplia visión educativa, escribió (al explicar el concepto de utilidad marginal) que los útiles del primer taco de pastor superan al del segundo. Cuando el tragón llega al décimo taco, la utilidad marginal rebasa al cero, es decir, es negativa.

 

Si el español futbolero y desempleado se cansó de escuchar a su presidente Rajoy, sobre todo aquella frase desafortunada de que “reformas todos los viernes” (donde “reformas” es un eufemismo de “recortes en el gasto público”), entonces lo que desea es ver a su selección de futbol para llegar a la conclusión de que sí estará dispuesto a salir al bar a gastar 10 euros, con tal de que Iniesta se dedique a entregar postales estéticas durante los 90 minutos. De ésta manera, la catarsis la podrá prolongar aunque sea por 72 horas. Tiempo ideal para adormecer la realidad.

 

El gol de Krugman ocurrió en fuera de lugar. Así que Casillas seguirá siendo un arquero imbatible.

 

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