Las reacciones después de un evento como la elección presidencial son muchas y van desde la indiferencia hasta la depresión. Para los especialistas en sicología social, los individuos reaccionan con mayor intensidad si es que emitieron su voto de manera razonada, a diferencia de lo que ocurre cuando lo hicieron influidos por los medios.
La expectación previa a una elección como la del domingo fue grande, fueron 195 días considerando el periodo de precampaña a partir del 18 de diciembre. Finalmente llegó el 1 de julio, cuando millones de mexicanos acudieron a las urnas, pero tal como ha ocurrido en otros procesos electorales en las expresiones a nivel individual y social prevalece la insatisfacción con el resultado.
Cuauhtémoc Chávez Zavaleta, especialista en sicología social de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica que la magnitud de las reacciones de cada uno de los ciudadanos o grupos depende de si su pensamiento es crítico o “mediatizado”. A nivel individual, dice, es posible que sólo sientan frustración o coraje, pero este sentimiento se fortalece si varias personas coinciden con esos sentimientos.
“En función de qué tanto es el pensamiento social, sea crítico o sea mediatizado, puede haber diferencias tremendas. Por ejemplo, si yo estoy pensando en un candidato como favorable a partir de que está guapo, seguramente si pierde mi candidato no me voy a sentir tan mal; en cambio si pienso que un proyecto de país con el que yo concuerdo se ve mutilado, seguramente me voy a sentir bastante mal, pero eso no me va a llevar a la depresión, sino primero a las conversaciones con otras personas, a compartir puntos de vista y determinar acciones”, indicó.
“Híjole, que raro y feo es amanecer sabiendo que el PRI vuelve al poder, se siente como una resaca de borrachera!!”, expresó ayer el usuario @davortega_7 en la red social twitter.
José Antonio Crespo Mendoza, experto en sociología política e historia del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), comentó que las reacciones entre los grupos e individuos dependen de la diferencia de votos entre los candidatos punteros en la elección presidencial. Si ésta es reducida, dice, podrían observarse movilizaciones en las calles, pero si es grande prevalecerá el enojo y la frustración, aunque no se acordarán acciones civiles.
Hasta las 16:00 horas de ayer lunes la diferencia entre los abanderados de la coalición PRI-PVE (Enrique Peña) y la que integraron el PRD, PT y Movimiento Ciudadano (Andrés Manuel López Obrador) era de unos tres millones de votos.
La beligerancia que hay entre uno y otro grupo en las últimas semanas desaparecerá conforme se aleje el día de la elección; “la gente volverá a sus actividades cotidianas y dejarán de enfrentarse contra amigos y familiares, como ocurre previo a las elecciones”.
En entrevista, el investigador de la UNAM identificó cuatro fases en las reacciones de un ciudadano, que a su vez se pueden dividir en individuales y sociales.
La primera es la intraindividual, cuando el ciudadano puede sentirse contento porque “su candidato” ganó o frustrado, triste e iracundo porque perdió, pero la profundidad del sentimiento depende de la importancia que le dé al voto. En la segunda etapa el ciudadano tiene interacción con otras personas, por lo que algunas de sus actitudes están relacionadas con quienes están cerca de él.
La siguiente fase es la de la interacción simbólica. “Es un pensamiento social construido por varias personas y la intersubjetividad. “Los afectos, el pensamiento y la memoria no están dentro del individuo, están afuera, y es ese contexto social el que determina que las personas actúen en cierta forma”, explicó Crespo.