Como la tensa calma que antecede a un cataclismo, así está en estos momentos el PAN luego de su aparatosa derrota del domingo que toma tintes de debacle. El instinto de supervivencia ha hecho que se agrupen -“el partido no está acabado”: Gustavo Madero- y pongan buena cara al vendaval  -“esto no es una derrota, es un principio”: Josefina Vázquez Mota- pero la realidad es que los resultados del domingo son desastrosos para el aún partido gobernante y, cuando pase el shock, vendrá la inevitable sacudida interna.

 

Porque un partido que en una sola jornada electoral perdió la Presidencia, dos gubernaturas, disminuyó su presencia en el Congreso y pasó del primero al tercer lugar de la votación federal, no puede pretender que nada ocurrió. Hay grupos en el PAN que comienzan a exigir cuentas de esta debacle y no tardan en comenzar a presionar por cambios en el partido y un nuevo equilibrio entre grupos internos.

 

La factura de la derrota, en principio, se las van a endosar a los calderonistas. Felipe Calderón y su grupo político tomaron el control del PAN a lo largo del sexenio, por lo que las decisiones y estrategias que llevaron a la derrota les serán adjudicadas a querer o no.

 

La molestia y la sensación de traición y abandono que tiene Josefina Vázquez Mota, más allá de su discurso institucional de aceptación de la derrota, será otro factor que provocará la sacudida panista. En los últimos días de campaña hubo señales claras de que la candidata del PAN se sentía abandonada. La más evidente fue su discurso donde dijo que si ganaba, invitaría al presidente Calderón como procurador de su gobierno. La sola mención se presta a muchas interpretaciones: ¿ese es el nivel que le concede Josefina a Calderón, el de un procurador? o ¿intentaba decir que Calderón debiera quedarse a explicar el desastre causado por su guerra contra el narco?

 

En el equipo cercano de Vázquez Mota hay molestia y hablan de apoyos que nunca se dieron, desde lo financiero, cuando la campaña se quedó sin fondos, hasta lo político por falta de trabajo de algunos grupos. “No fue un problema de la candidata, ella hizo su mayor esfuerzo, dio el máximo, quien diga que ella fue el problema es injusto”, dice un integrante del equipo de campaña. Revela que en algún punto, antes de las elecciones, Vázquez Mota reunió a su equipo y les dijo: “Si yo fuera el problema, si yo fuera mala candidata lo reconocería y me bajaría, pero ese no es el problema, nos dejaron solos”.

 

El único que no dejó sola a Josefina, dicen, fue Santiago Creel. A pesar de que a su equipo se le desdeñó y no los incorporaron ni a la campaña ni a las candidaturas,  el ex titular de Gobernación se mantuvo cerca de la candidata en los momentos más difíciles y siempre de apoyo incondicional.

 

El liderazgo de Gustavo Madero, de por sí sometido a presiones desde su llegada (nunca fue el hombre de Calderón en el partido) se verá sujeto ahora a cuestionamientos por los resultados obtenidos a nivel federal y en los estados. Veremos si Madero resiste y si puede conducir un proceso de revisión y reacomodos como el que se avecina en el PAN y que puede resultar en una noche de cuchillos azules.

 

NOTAS INDISCRETAS… El elemento más perturbador en el horizonte de estas elecciones, ya definidas legalmente, se asomó ayer en Paseo de la Reforma: los jóvenes de la #132 lanzaron consignas contra los resultados electorales y amenazaron con no dejar que Enrique Peña Nieto asuma la Presidencia. Ojalá no haya quien esté pensando en usar a estos jóvenes como carne de cañón para un conflicto postelectoral. Y si, como ellos afirman, su movimiento tiene vida propia, sería deseable que discutan y aporten más con argumentos que con amenazas… Los dados mandan Serpiente. Mal augurio.

 

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