El Cairo. La muerte del histórico líder palestino Yaser Arafat se pudo deber a un envenenamiento con polonio 210, una sustancia altamente radiactiva encontrada en sus objetos personales, según un análisis realizado por el Instituto de Radiofísica del Hospital Universitario de Lausana (Suiza).

 

El estudio, encargado por la televisión por satélite catarí Al Yazira, duró nueve meses y se efectuó a la ropa, el cepillo de dientes e incluso a la emblemática “kufiya” (pañuelo palestino) de Arafat, donde al parecer se hallaron niveles anormales de polonio, informó hoy la propia cadena.

 

Los restos de sangre, sudor, saliva y orina analizados en algunos de estos objetos sugieren que había un alto nivel de polonio en su cuerpo cuando murió en 2004 en un hospital de París por motivos aún desconocidos, añadió.

 

“Puedo confirmarles que hemos detectado una cantidad inexplicable y elevada de polonio 210 en las pertenencias de Arafat, que contenían manchas de fluidos corporales”, aseguró el director del instituto médico, Francois Bochud, citado por Al Yazira.

 

Fue la propia televisión la que recibió estos efectos personales de Soha, las viuda de Arafat, y las envió al citado laboratorio para tratar de aventar los rumores sobre las posibles causas de la muerte del emblemático líder palestino.

 

El deceso de Arafat sigue envuelto en un halo de misterio, con teorías que van desde el envenenamiento (alimentario, por contacto físico o incluso a través de los oídos) hasta el sida, pasando por una cirrosis no vinculada al alcohol.

 

En noviembre de 2010, uno de sus guardaespaldas, Imad Abu Zaki, que escoltó al líder palestino desde 1988 hasta su fallecimiento, afirmó en una entrevista que este murió envenenado, pero no por una sustancia letal colocada en su comida.

 

Según Al Yazira, los científicos de Lausana han detectado ahora que en algunos casos los niveles de polonio 210 encontrados en las pertenencias de Arafat eran diez veces superiores a las de las muestras aleatorias usadas para comparar.

 

En otras pruebas, realizadas entre marzo y junio, se llegó a la conclusión de que entre el 60 y el 80 % del polonio detectado no provenía de fuentes naturales.

 

En noviembre de 2006, el antiguo espía ruso Alexandr Litvinenko murió debido a las altas dosis en su organismo de esta sustancia radiactiva, que supuestamente le fue suministrada por agentes secretos rusos.