De tipos solos está poblado el mundo del asfalto. Esto es muy fácil corroborarlo si se meten a desayunar a la cafetería de Luis Moya y Ayuntamiento, donde los muros son un museo que exhibe fotografías de Cantinflas, Pedro infante o Silvia Pinal iluminando con su halo performático las mesas del establecimiento. Si tienen suerte puede que los atrape el relato de un señor que sienta junto a ustedes sin pedir permiso para contarles la siguiente historia: cuando era niño mi mamá iba dos veces por semana con el loquero porque era muy depresiva. Tuve tres hermanos y ahora sé que cada uno de nosotros le quitó las ganas de vivir. Alguien le empezó a recomendar libros de lo que ahora llamamos superación personal para que dejara las pastillas y el alcohol cosa que funcionó durante años en los que creímos que ya era otra, que había renacido. Un día cuando regresamos de la escuela la casa olía a comida recién hecha, la mesa estaba puesta: cubiertos, platos y servilletas. La televisión estaba en el canal de las telenovelas de la época. Los tres críos le gritaron a la señora que ya habían llegado, que se iban a lavar las manos para sentarse a comer; dejaron sus mochilas sobre un sofá, fueron al baño  y esperaron así a la mamá sonriente, arreglada, hiperactiva… pero ella ya nunca bajó de la cama donde se suicidó con una sobredosis de pastillas.

 

Seis pantallas proyectan los rostros y muslos de las jugadoras de las selecciones femeniles de futbol. Al concluir el medio tiempo aparece una cápsula informativa donde el conductor menciona que en el reconteo de votos Enrique Peña Nieto lleva la delantera en los votos (otra vez). En la mesa de junto dos hombres trajeados que beben mucha cerveza lanzan vociferos contra Andrés Manuel López Obrador, pero en la de enfrente dos (también) oficinistas dicen que ya nos cargó San Judas. El noticiero continúa pero ahora son asuntos internacionales y todos conectan sus ojos a  los monitores en espera  que salgan otra vez las rubias peinadas con cola de caballo corriendo con sus cuerpos perfectos y uniformes azules y amarillos persiguiendo un balón en un pasto que parece fondo de pantalla de windows. Así, de pronto, todos se callan y comen mientras observan las blancas piernas y grandes bustos de las jugadoras que parecen modelos. Y es que el escapismo es una salida de emergencia ante el fastidio ese circo conocido como campañas electoral que reaparece cada tres años.

 

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