A pesar de los innumerables beneficios ambientales y sociales de las áreas verdes en las ciudades, ninguna de las principales urbes en el país alcanza la recomendación de la ONU, que establece como mínimo 15 metro cuadrados por habitantes.
Incluso la capital de Querétaro, con 8.0 metros cuadrados de área verde por habitante está muy por debajo de la recomendación de la ONU, y más aún del nivel que tienen ciudades como Nueva York, con 24.6 metros, o los 21.5 metros cuadrados que ofrece la canadiense Vancouver a sus habitantes.
Los espacios verdes que poseen las principales capitales del país (DF, Guadalajara y Monterrey, con 5.4, 4.5 y 3.9) las colocan en el nivel de urbes como Tokyo, en Japón, o Bogotá, en Colombia.
Aunado a los beneficios ambientales de las áreas verdes en las ciudades, quizá la dimensión más importante es la social, aunque evaluar los beneficios en esta área es mucho más difícil.
El Proyecto URGE de la Unión Europea identifica entre los principales beneficios sociales un aumento en la calidad de vida. Las áreas verdes y la presencia de árboles convierten a las zonas urbanas en lugares placenteros para vivir, trabajar o pasar el tiempo libre. Al mismo tiempo, las áreas verdes aumentan la estética urbana y el valor de la propiedad, integrando las construcciones al entorno natural.
En materia de salud, señal los beneficios en materia de salud y bienestar, toda vez que diversos estudios han descubierto una relación entre la atención del hombre y el entorno circundante.
El proyecto reconoce que la vegetación y la naturaleza refuerzan nuestra atención espontánea, permiten que nuestro sistema sensorial se relaje y se infundan nuevas energías, frente al estrés que implica la vida en las grandes ciudades, lo cual tiene una importante influencia en el ritmo cardíaco, tensión muscular y tensión sanguínea.
Identifica además la influencia positiva de las áreas verdes en la educación, al estimula la exploración física del mundo, así como la independencia, sobre todo en los niños. Poder disfrutar la naturaleza, así como el disfrute de la interacción física con el mundo, se refuerza a través de la permanente unidad de lo urbano con lo natural.
Pero no sólo eso, las áreas verdes refuerzan la identidad local en las comunidades. La fragmentación social está vinculada fuertemente con la fragmentación física. En la medida en que dejan de ser espacios residuales urbanos, se convierten en lugares con significado, que conectan barrios y colonias.
Las áreas verdes son además espacios de inclusión social, que adicionan una dimensión de equidad. En ciudades con mucha superficie de espacios abiertos, se multiplican las opciones de actividades en su tiempo libre para los ciudadanos, lo que genera además convivencia entre grupos sociales diversos, algo mucho más difícil de lograr en espacios privados de esparcimiento.