La elección presidencial reciente mostró un deterioro importante en relación a la calidad de nuestra democracia. Entre ellos, lo peor es el crecimiento importante del fenómeno del clientelismo político, esto es, la compra burda del voto. Otro fenómeno negativo importante es el uso de las encuestas electorales como elementos propagandísticos y ya no como herramientas estadísticas de investigación.
Hoy por hoy es innegable la necesidad de llevar a cabo un escrutinio de las encuestas electorales desde tres aspectos: los sesgos de la casa, la publicación con fines propagandísticos y el financiamiento detrás de los encuestadores.
Las casas encuestadoras que participaron activamente en el pasado proceso electoral se pueden dividir en dos: aquellas que mantuvieron a Enrique Peña Nieto sistemáticamente como un puntero avasallador desde el inicio hasta el final de la campaña. Para esos encuestadores no hubo impacto electoral de los spots de tele y radio, de los debates, ni de las marchas estudiantiles. En este grupo están Con Estadística, Consulta Mitofsky, Buendía y Loredo, BGC, Indemerc-Louis Harris, GEA-ISA y Parametría. Este conjunto de agencias, que avasalló por difusión al resto de los encuestadores, durante toda la campaña mantuvo a Peña Nieto con más de dos dígitos de ventaja sobre sus competidores y cerraron la elección, anticipando un triunfo del candidato del PRI-PVEM por más de 15 puntos porcentuales. La elección se decidió por sólo 6.6 puntos de diferencia
Pero también estuvieron los encuestadores que pronosticaron una elección competida, desde muchas semanas antes de la jornada electoral. Entre ellos están Berumen, Covarrubias, Demotecnia, Ipsos-BIMSA, Mercaei, Reforma y la encuesta encargada por el PAN a los autores de este artículo.
Agencias encuestadoras que sobreestimaron sistemáticamente a Peña Nieto
Con estadística/Grupo Fórmula 25 44 27 17 19
Consulta Mitofsky 24 45 29 16 21
Buendía/El Universal 24 45 28 17 21
BGC/Excélsior 25 44 28 16 19
Indemerc/El Financiero 23 47 27 20 24
GEA-ISA/Milenio 23 47 28 19 24
Parametría/ El Sol de México 24 44 29 15 20
Resultado oficial 25.4 38.2 31.6 6.6 12.8
El segundo grupo de agencias encuestadoras, en cambio, pronosticó una elección más competida con una diferencia menor entre el puntero y los otros dos competidores. Para estas casas encuestadoras las campañas tuvieron un impacto en la imagen de todos los candidatos y la intención de voto por Enrique Peña Nieto sufrió un descenso notable durante la campaña. Especialmente notable a partir de la campaña de contraste que cuestionaba su gestión como gobernador del Estado de México e intensificado por el movimiento #YoSoy132. En esta historia, Peña Nieto habría perdido en campaña casi 20 puntos porcentuales, aunque conservó el margen suficiente para ganar.
Agencias encuestadoras que anticiparon una elección competida
Berumen 22 41 34 7 19
Covarrubias/SDP Noticias 26 41 30 11 15
Demotecnia/UNO TV 23 40 33 7 17
Ipsos-Bimsa 24 41 34 7 17
Mercaei 27 39 31 8 12
PAN 32 37 29 8 5
Reforma 24 41 31 10 17
Resultado oficial 25.4 38.2 31.6 6.6 12.8
Berumen advirtió de un ascenso de López Obrador y pronosticó un margen de victoria de siete puntos; Covarrubias y Asociados hizo lo mismo en sus publicaciones previas, aunque al final pronosticó un triunfo con 11 puntos; María de las Heras de Demotecnia e Ipsos-Bimsa advirtieron siete puntos de margen de victoria en sus últimas publicaciones respectivas; Mercaei cerró con ocho puntos; Reforma, que había publicado una encuesta con muy poca diferencia entre López Obrador y Enrique Peña por la que fue altamente criticado, advirtió un margen final de 10 puntos porcentuales en su última publicación.
Sesgo de la casa o error sistemático
Las encuestas efectivamente son un instrumento estadístico que intenta ilustrar las preferencias de un total de la población obteniendo datos de únicamente un grupo pequeño de la misma. Es por esto que siempre se trata de explicar el error de las predicciones con eventos no medibles, problemas muestrales, efectos de campo o un posible sesgo en el diseño del cuestionario. Sin embargo, es inevitable preguntarse por qué un error sistemático de las casas encuestadoras del primer grupo se presentó siempre a favor del PRI. Algunos de estos encuestadores históricamente han sobreestimado a los candidatos del PRI tanto a nivel nacional como en las contiendas estatales.
Para estas agencias del primer grupo era incluso una posibilidad que PRI-PVEM obtuvieran una mayoría absoluta en ambas cámaras con el triunfo arrollador que vislumbraban.
Las únicas empresas que detectaron que Enrique Peña Nieto no alcanzaría una votación mayor a 40% también fueron las empresas del segundo grupo, que por lo tanto, previeron también el escenario de Congreso dividido, que volveremos a tener en México en los próximos años.
Publicación o publicidad
Uno de los aspectos más delicados de este proceso electoral fue la utilización de encuestas como objetos publicitarios. Por primera vez en la historia la población fue bombardeada con más de 200 encuestas nacionales. La encuesta diaria de GEA-ISA contratada por Milenio se replicaba unas 40 veces diarias en su canal de televisión.
Las agencias encuestadoras que más se difundieron fueron las que sobreestimaron sistemáticamente a Peña Nieto. Realizaban encuestas semanales o diarias. Los encuestadores se presentaban casi diario en distintas estaciones de radio o en televisión, como auténticas estrellas en “road show” de medios durante todo el proceso electoral, repitiendo una y otra vez el mismo mensaje: que Peña Nieto avasallaría en la elección.
En cambio, los encuestadores que anticiparon una elección competida, sólo pudieron realizar entre una y tres encuestas, en el mejor de los casos.
¿Cuál fue el efecto de este bombardeo de publicaciones? inhibir el voto y tener un efecto de élite favorable a Peña.
Si bien, el público consumidor de encuestas no es mayor a 30% de la población total, existe un efecto poderoso de difusión indirecta. La gran mayoría de los mexicanos siguió las campañas y acudió a las urnas bajo la idea de que esta elección estaba decidida desde antes de que empezaran las campañas. Como consecuencia, los estrategas de las campañas mismos y las élites políticas y empresariales reaccionaron con tomas de decisiones a este escenario de inevitabilidad.
Para los ciudadanos es totalmente diferente llegar a una urna pensando que el ganador está definido, pase lo que pase, o pensando que su voto puede hacer una diferencia.
Financiamiento
La cuestión anterior nos lleva a un tercer aspecto: el financiamiento. La encuesta que se presenta como del PAN fue publicada por los autores de este artículo como un desplegado pagado por el partido político y fue presentada en conferencia de prensa por el coordinador de la campaña de Josefina Vázquez Mota. El efecto de nuestra encuesta ciertamente sobreestimó al PAN por seis puntos, pero anticipó correctamente al ganador y mantuvo la diferencia correcta entre Peña y López Obrador.
Pero muchas de las encuestas se publican como autofinanciadas o financiadas por medios de comunicación, aunque claramente salta la duda de por qué su sesgo sistemático beneficia al PRI-PVEM. Por ejemplo, Ulises Beltrán lleva años manejando las campañas del Partido Verde, que postulaba a Peña Nieto y su dato se publica como de Excélsior, sin anticipar a los lectores que participaba activamente en la campaña.
Es válido que los partidos políticos publiquen encuestas favorables a su candidato. Lo que no es válido es que no adviertan al público lector que están haciendo esto para que el lector aplique el filtro necesario al consumir esa información.
El futuro de la industria
Definitivamente tiene que existir una rendición de cuentas de las encuestadoras que participaron en este proceso electoral. Aunque las agencias acierten al ganador, el margen de victoria que pronosticaron y su participación en todo el proceso electoral representó un daño enorme a la elección.
Es necesario transparentar las fuentes de financiamiento de las encuestas para que la población pueda leerlas con la debida cautela. Es un asunto básico conocer qué clientes políticos tiene cada agencia que difunde en medios.
Las encuestas electorales deben permanecer como una medición estadística de un momento de la elección mediante las cuales, quienes las consumen pueden tomar decisiones estratégicas, incluido el sentido del voto. Si son utilizadas como forma de publicidad, también debe ser evidenciado.
Nuestra sugerencia es que el IFE entre a regular la difusión de encuestas con más rigor de lo que ha hecho hasta el momento, ya que se han convertido en un elemento central de los procesos electorales. Una recomendación específica es que previo al inicio de cada proceso electoral, el IFE haga público el historial de cada empresa encuestadora que publica encuestas, para que el lector de la misma pueda tener referencia del desempeño anterior de la casa encuestadora así como de la posible existencia de un sesgo hacia un partido político. De la misma manera sugerimos que el IFE inicie un proceso para establecer mecanismos que permitan transparentar las fuentes de financiamiento de las encuestas.
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