En la opinión converge conocimiento, experiencia y voluntad. En México, los alumnos universitarios revisan la página misprofesores.com para encontrar y valorar, las opiniones y calificaciones que sobre de ellos han realizado alumnos. Hace veinte años las advertencias y/o recomendaciones se hacían de boca en boca. Algunos profesores se han molestado por la manera en que los califican, con desenfado, subjetividad, odio y en ocasiones, con adjetivos intimidatorios.

 

En la página ratemyprofessors.com se encuentran la opinión de más de 13 millones de estudiantes en donde evalúan a más de 1.5 millones de profesores y más de 13 mil instituciones académicas de Reino Unido, Canadá y Estados Unidos.

 

Lo mismo sucede con hoteles, dentistas y regalos.

 

Si Sanborns es la tienda tangible de los regalos, la página 15gifts.com es una “orientadora” de decisión de compra para encontrar el regalo con el que se maximice la eficiencia.

 

Al parecer, la sociedad tiene sed insaciable de opinar. En la página vieloop.com cualquier persona puede generar su propia red de contactos para que expresen sus opiniones expertas sobre algún tema en específico.

 

Las redes sociales ya heredaron en vida la costumbre de opinar.

 

En la enorme expansión de la opinión, la política tiene un enorme déficit. En Grecia, el anterior primer ministro, Papademos, no fue elegido por los ciudadanos griegos sino por un conjunto de eurócratas ubicados en Bruselas; en Paraguay, el actual presidente Federico Franco no fue elegido por los paraguayos. Los ciudadanos que votaron por Lugo, una buena tarde, se enteraron que ya no era presidente. Franco lo es por default constitucional sin el consentimiento de la población.

 

En Italia, Berlusconi (aunque me parezca un personaje degradador de la democracia) fue echado mediante una decisión fast track por el eurogrupo sin consulta alguna a los ciudadanos italianos.

 

En Egipto, los animosos votantes, primerizos en las artes de la democracia, se desanimaron súbitamente después de que el ejército golpeara y desmantelara al Congreso.

 

En España, el presidente Rajoy vendió un programa económico electoral que no ha aplicado hasta el momento. Por el contrario, lo revirtió. Ayer, frente al Congreso lo admitió. “Prometí que bajaría impuestos, y los he subido”. ¿Qué opinan los que votaron por él, y en particular, aquellos que decidieron su voto gracias a su plan económico?

 

En Venezuela, surge la demografía de la incredulidad frente a un presidente que, con más de diez años al frente del gobierno, enfermo, desea nuevamente conservar la presidencia a cualquier costo.

 

La política se ha convertido en una actividad muy lejana a la ciudadanía. Pensemos en México. ¿Alguien les ha preguntado a los anulistas la razón que despertó su desprecio hacia todas las propuestas presidenciales? ¿En verdad son irresponsables como muchos lo piensan?

 

¿Qué opinión tienen sobre el perfil de López Obrador aquellos que no le votaron?

 

Los políticos ya no cuentan con la protección de las enormes barreras de entrada que tenían hace algunas décadas. La desideologización, la desconfianza, los rasgos autoritarios y las seducciones democráticas no políticas como lo son el espectro publicitario, el iPad, Chanel, el futbol, el prestigio, la educación, y un largo e interminable etcétera, han contribuido a empequeñecer a los integrantes de la clase política.

 

Hoy, el político no genera respeto entre la población. Lo que se vislumbra es una anarquía en la opinión y una oclocracia en las redes sociales donde el hashtag se convertirá en la Constitución Inmediata.

 

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