España. Los escritores argentinos Raúl Argemí, Carlos Salem y Marcelo Luján, que residen en España, han valorado al exilio, voluntario o forzado, como “un privilegio” que les ha permitido mirar el mundo desde una perspectiva más amplia y les ha enriquecido el lenguaje de sus obras.
Los autores han narrado sus experiencias de emigrantes en la Semana Negra de Gijón (norte de España) en una mesa redonda sobre “los exilios”, en la que también han participado el mexicano Paco Ignacio Taibo y el artista plástico chileno Alejandro “Mono” González.
Todos ellos han coincidido en que cada exiliado vive su propio exilio, dentro o fuera de su país, por decisión propia o ajena, aunque el proceso personal siempre resulta positivo.
Argemí ha dicho que no se considera un exiliado en el estricto sentido de la palabra, que salió de Argentina no como un perseguido político sino por voluntad propia porque estaba “cabreado” con sus compatriotas que en los años 80 apoyaron “un modelo económico totalmente destructivo”.
“Después de pasar 10 años en la cárcel, en ese momento me sentí exiliado no por aquellos a los que yo había combatido, sino por los cuales yo había luchado”, ha dicho.
Argemí ha considerado que lo más parecido al exilio en su estricta concepción del término lo vivió en su propio país cuando salió de la prisión y no reconocía su ciudad .
“Diez años de cárcel me hicieron un ciudadano de ninguna parte y eso es una ventaja”, ha afirmado.
Se siente “feliz” de haber ampliado las fronteras y agradece al “destino” que le diera la opción de “salir del pueblito” porque ha adquirido un “punto de vista mucho más amplio sobre todas las cosas”.
Calos Salem, que lleva viviendo 23 años en España, se ha definido como “un hombre de las dos orillas”, que sabe que cuando viaja de un lado al otro del Atlántico puede volver “a los lugares, pero no a los momentos”, que son en última instancia la causa de la melancolía del inmigrante.
El escritor, cuyo último libro “Un jamón calibre 45” ha sido finalista del premio Dashiell Hammett de novela negra de este año, ha recordado haber llegado a España “enfadado con la Argentina” como consecuencia de la deriva política que tomó el Gobierno de Raúl Alfonsín tras el intento de golpe de estado de los militares capapintadas en la semana santa de 1987.
Marcelo Luján ha dicho no sentirse un exiliado, palabra que considera reservada para aquellos que han sido expulsados por la barbarie de la dictadura milita, sino una persona que vive en el extranjero.
“No me fui por problemas económicos o políticos, sino porque tenía la necesidad de vivir en otro sitio”, ha explicado.
El chileno Alejandro “Mono” González, que fuera el fundador de la Brigada Ramona Parra que pintó los murales durante la campaña electoral que encumbró Salvador Allende en el Gobierno en 1973, ha vivido un “exilio interno” al verse obligado a pasar a la clandestinidad en su país por el golpe de Pinochet.
“Mono” González, ha dicho que recién ahora se ha ganado una legalidad y ha recuperado una vida pública porque durante muchos años su vida fue algo privado, secreto.
El artista chileno, que a finalizado la pintura mural a la entrada del recinto de la Semana Negra, ha dicho que no tiene fotos de su boda, porque se hizo en la clandestinidad y hasta los testigos estaban siendo buscados por el régimen, y tampoco del nacimiento y crecimiento de sus hijas.
El coordinador del festival literario, Paco Ignacio Taibo, ha dicho que no se siente español, sino un astur mexicano, porque sus vivencias de la infancia le remiten necesariamente al verde de las montañas y al mar de Asturias.
Taibo ha asegurado que cuando cruza el puerto de Pajares hacia el sur no tiene “sensación de arraigo, de tierra, de propiedad o pertenencia”.
El autor nacido en Asturias y trasladado de pequeño a México con sus padres ha abogado por “cambiar la perspectiva y ver el exilio no como algo doloroso sino como algo maravilloso”.