Sus detractores no le perdonan su trabajo como el espía obsesivo que intercepta comunicaciones, el que conoce muy de cerca los movimientos de sus objetivos, ni que sea el policía consentido de Estados Unidos, porque quizá haya servido a la DEA, el FBI o la CIA.
Incluso lo han tratado de ligar con el narcotráfico y con serias violaciones a los derechos humanos, que al final no prosperaron.
Pero al general Óscar Naranjo, Colombia le debe dos cosas: que le haya devuelto la tranquilidad de la gente y su éxito en el abatimiento de personajes como Pablo Escobar, El Zar de la Cocaína.
Naranjo, el general cuatro estrellas, goza del 79% de las preferencias de los colombianos y hoy, con 56 años, vive y respira tranquilo. Sabe que su obsesión por la policía y el trabajo de inteligencia con la que creció desde que era un niño, hoy ha rendido frutos.
Este hombre de 1.90 de estatura camina derecho y sonríe. Se pasea por el mundo sin temor. Creció en una familia de antiqueños, católica; tuvo seis hermanos y siguió el ejemplo de sus padres formando una familia compuesta por su esposa y sus dos hijas.
Naranjo cursaba la carrera de periodismo cuando, para una tarea en la que debía escribir una crónica, su padre, oficial de la Policía Nacional, consiguió infiltrarlo con un grupo de agentes que liberarían a un secuestrado. Ahí fue donde tomó la decisión de abandonar la Universidad Javeriana e ingresar al ámbito policial a través de la Escuela General Santander.
Formado primero en el Colegio Calasanz, dirigido por religiosos españoles y compartiendo pupitre por estudiantes de clase media alta, las ideas de izquierda posteriores en la Universidad Nacional, donde pretendió sin éxito concluir la carrera de Sociología, formaron sus bases.
Se convirtió en un tipo sociable, negociador y aprendió a cuidar desde joven su imagen pública y a mantener una excelente relación con los medios de comunicación.
A los 22 años se graduó de oficial y, con su padre como director general, a los 25 años conoció la Dirección Docente de la Policía por fuera y por dentro. Esto le permitió ver de cerca la labor del policía en la calle, y observar su mentalidad, carencias y ventajas. Pero le interesó más escudriñar en el cerebro operativo de las instituciones de policía, la política criminal y la inteligencia. Es decir, los hilos que movían a los agentes para obtener los resultados.
Naranjo inició oficialmente su carrera en las áreas de inteligencia cuando su padre se retiró y él obtuvo el cargo de capitán. Se convirtió entonces en el jefe del grupo de contrainteligencia de la Dijín, donde se le encargó el diseñó de seguridad del Palacio de Justicia, que presentó menos de un mes antes de la toma.
Ahí hizo su primer gran trabajo de inteligencia: un programa electrónico de espionaje, que incluía aparatos para interceptar comunicaciones, seguimientos a personas y monitorear, vía satélite, su localización.
Este sistema fue uno de los ases del Estado en la persecución de los grandes capos de la droga, como Pablo Escobar y los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela.
Fue entonces, como uno de los policías que integraron el exclusivo Bloque de Búsqueda, que combatió y desvertebró los carteles de Medellín y Cali.
Con rango de mayor, Naranjo logró, a través de un largo trabajo de intercepciones telefónicas, rastrear a Pablo Escobar, jefe del Cártel de Medellín, y así articular el operativo que concluyó con la muerte del poderosísimo Zar de la Cocaína.
Cuatro estrellas
Con estos logros, la carrera de Naranjo creció vertiginosamente. A los 39 años fue director de Inteligencia, muy de la mano del director de la Policía Rosso José Serrano, con quien realizó una profunda limpia que permitió la expulsión de más de 11 mil agentes y la reestructuración de la corporación.
Después creó y dirigió la Dirección de Inteligencia pero, sorpresivamente, su carrera pareció apagarse cuando Andrés Pastrana lo mandó como agregado policial a Londres, buscando su exilio.
Otro cambio de administración, sin embargo, le permitió retomar cuando el presidente Álvaro Uribe llamó a la policía al general retirado Teodoro Campo, y éste nombró a Naranjo director de la Policía Metropolitana de Cali, donde comenzó a rastrear la pista de los principales narcotraficantes.
De ahí pasó a ser el jefe de la Dijín cuando cumplió 47 años. Campo había salido de la Policía tras un escándalo por la pérdida de dos toneladas de cocaína decomisada; entró en su lugar Jorge Daniel Castro y Naranjo volvió a un cargo más propio de su perfil, donde preparó el desmantelamiento del Cártel del Norte del Valle, y donde ganó adeptos para la DEA, que comenzó a compartir información con él.
El presidente Uribe lo nombró Director General de la Policía Nacional en mayo de 2007, tras un escándalo por grabaciones ilegales que derribó al jefe Castro y a 10 generales más.
Ahí dio los golpes al narcoterrorismo que lo consolidaron como personaje memorable para Colombia. Las acciones contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que derivaron en la muerte de Raúl Reyes en Ecuador y la de El Mono Jojoy.
Con Juan Manuel Santos, Naranjo fue nombrado general de cuatro estrellas, un nuevo grado creado ese año, 2010.
Los negativos
Uno de los momentos críticos para Naranjo fue en 2005, cuando su hermano Juan David fue capturado en Alemania por nexos con el narcotráfico. En conferencia de prensa, él mismo lo informó al país y anunció toda su cooperación a la justicia. Este episodio y el cáncer que afrontó su esposa en el 2003 son, según sus propias palabras, “momentos muy dolorosos en su vida”.
Un año antes, una ex fiscal dijo que el general era investigado por vínculos con el narcotraficante identificado como Jabón, pero la indagatoria no prosperó.
De acuerdo con El Universal de Colombia, el general fue acusado también de haber ordenado detenciones masivas mientras se desempeñaba como comandante en Cali.
Asimismo, Daniel Rendón Herrera, quien fuera un jefe paramilitar colombiano conocido como Don Mario, aseguró que, en 2004, Óscar Naranjo se encontró con el narcotraficante y también paramilitar Miguel Arroyave justo antes de que asesinaran a este último.
“Por lo menos tenían una relación para discutir este tipo de de temas”, dijo el ex paramilitar; sin embargo, en enero de este año dijo que tales declaraciones las había hecho porque el general lo había comparado con Pablo Escobar.
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