La historia de México es también la historia de los planes: De La Noria, de San Luis, de Guadalupe, Nacionales de Desarrollo, y etcétera; hasta llegar a la consagración constitucional de un Sistema Nacional de Planeación Democrática. México es un país de planes, pero también lo es de frases.

 

La importancia de éstas en el lenguaje político estriba en su contundencia, sonoridad e impacto en quien las escucha casi siempre desvalido y aturdido por la enorme cantidad de mensajes cruzados día con día. ¡Ah! Pero como suenan de bonitas esas frases en el país de las frases hechas. Hay muchas frases que adornan el cielorraso de nuestro tapanco.

 

A veces, la amnesia juega del lado conveniente. A ella le apuestan los políticos, especialmente los grandes manipuladores de la opinión, los sabios del mensaje doble y triple. Y, junto con la falta de memoria, juega también la incapacidad crítica.

 

Por ejemplo, ¿alguien se acuerda de los 20 puntos con los cuáles Andrés Manuel iba a gobernar este país desde la evanescente circunstancia de una presidencia legítima cuyo mejor momento, valga decirlo, fue escenográfico y teatral? Deben ser muy pocos aquellos con registro pleno de tan singular catálogo de urgente redención nacional.

Veamos un poco hacia atrás, antes de ver el momento actual y comparar los dos momentos. Así ofrecía el presidente legítimo:

 

1.- Impulsar un proceso de renovación de las instituciones públicas y la elaboración de un nuevo marco constitucional.

 

2.- Defender el derecho a la información y apertura de los medios de comunicación a todas las expresiones de la sociedad.

 

3.- Atención al problema migratorio.

 

4.- Vigilancia de ministerios públicos, jueces, magistrados y ministros de la Corte y denunciar cualquier injusticia.

 

5.- Iniciativa de ley para elevar a rango constitucional el combate a la corrupción y la austeridad gubernamental.

 

6.- Impedir reforma fiscal regresiva y auditar el SAT.

 

7.- Presentará su proyecto de Presupuesto de Egresos 2007.

 

8.- Presentar una iniciativa de Ley de Precios Competitivos.

 

9.- Crear una “comisión de la verdad” sobre el caso Fobaproa, rescates carretero y azucarero.

 

10.- Proteger a los productores nacionales ante la apertura, en 2008, a la importación de maíz y frijol, contemplada en el TLCAN.

 

11.- Defensa del derecho constitucional a un salario justo.

 

12.- Los integrantes del sector informal gocen de seguridad social.

 

13.- Defensa de la autonomía sindical y la democratización de los sindicatos.

 

14.- No privatizar el sector energético.

15.- Defensa de la educación pública, de la cultura y recursos naturales renovables.

 

16.- Elevar a rango constitucional el “Estado de bienestar” para todos.

 

17.- Consolidar los Acuerdos de San Andrés.

 

18.- Garantizar educación pública y gratuita hasta la universidad.

 

19.- Hacer valer el derecho a la salud de los mexicanos.

 

20.- Buscar alternativas para el desarrollo de infraestructura básica en colonias y comunidades.

 

Como es obvio, ni una sola, ni media siquiera, de alguna de estas ideas pudo ser puesta en práctica. Para hacerlo, hubiera sido necesario tener el poder y organizar el gobierno. Pero por desgracia no se gobierna desde el simbolismo, ni desde la itinerante y gozosa campaña electoral más larga de la historia reciente. Nada de esto ha sido otra cosa sino el recetario de los lugares comunes, algunos de ellos ya sobrepasados por la realidad.

Por ejemplo, el punto 19, “hacer valer del derecho a la salud de los mexicanos”.

 

Felipe Calderón ya ha anunciado la cobertura universal de salud durante su gobierno, con todos los “asegunes” como puedan tener el IMSS, el ISSSTE y el Seguro Popular.

Y en cuanto a la defensa de los productores agrícolas frente a la apertura comercial del 2008, pues ya el asunto llegó tan tarde como La Bestia a Tierra Blanca.

 

Sin embargo, ya se nos anuncia, con esa enorme habilidad para manejar los tiempos de entrada y salida de las “jugadas” política como tiene el ultra resistente Andrés Manuel, un nuevo plan. Prolongación y refrito, seguramente del anterior:

 

“Plan Nacional para la Defensa y la Dignidad de México”, cuyo cimiento es la lucha por el renacimiento moral de la patria.

 

Como todos sabemos, la historia de México es también la historia de los planes. De La Noria, de San Luis, de Agua Prieta, de Milpa Alta, de Guadalupe, de La Soledad, de Tacubaya, de Casamata; Nacionales de Desarrollo, del Deporte, de Salud, de Educación, de Ciencia y Desarrollo; el Sexenal (con avenida incluida y toda la cosa); y en fin, una actitud planificadora ante la cual sucumbimos paso a paso hasta llegar a la consagración constitucional de un Sistema Nacional de Planeación Democrática, signifique eso cualquier cosa. O no signifique nada.

Hoy se nos anuncia uno más, cuya axiología es cerrarle el paso a la resurrección del pasado y a la corrupción. No importa si se hace lo mismo en las inmensas praderas de la Revolución Democrática.

 

Pero si este es un país de planes, también es un país de frases. La importancia de éstas en el lenguaje político estriba en su contundencia, sonoridad e impacto en quien las escucha casi siempre desvalido y aturdido por la enorme cantidad de mensajes cruzados día con día. Por ejemplo, veamos esta declaración de don Andrés.

 

En medio de los alegatos presentados en apoyo de su solicitud de anulación electoral, el quejoso (así le llaman los abogados) presentó unas boletas supuestamente cruzadas por anónimos votantes, dos días antes de las elecciones. No se sabe cómo fueron retiradas de los paquetes electorales, ni tampoco si formaron parte de ellos, pero ahí están. Rotundas y demostrativas.

 

“Si en un país europeo –explica con cosmopolita elocuencia–, aparecen boletas como las que aparecieron en Tabasco, marcadas a favor de Peña dos días antes de la elección, se cae el Presidente de ese país”.

Por lo pronto, en México, el proceso electoral no es responsabilidad del Presidente de la República. Precisamente para eso se hizo el Instituto Federal Electoral, institución autónoma, ciudadanizada y todo lo demás.

 

¿Si un mapache tabasqueño se roba un par de boletas (o mil si ese fuera el caso) y las mete por debajo de la mesa y truquea la urna, por eso va a caer el gobierno de un país de cien millones de habitantes? Con eso no se cae ni un gobierno legítimo. Ni es su responsabilidad ni es su culpabilidad.

 

¡Ah! Pero como suena de bonita esa frase en el país de las frases hechas.

 

Otras frases adornan el cielorraso de nuestro tapanco. Por ejemplo ésta, de cuya originalidad no podríamos quejarnos: “No daremos ningún pretexto para que los violentos nos acusen de violentos”.

 

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En la historia nacional ha quedado diluida aquella fuerza corporativo-política a un tiempo de obediencia y cobranza, según se fuera requiriendo, conocida como “Bloque de gobernadores”.

 

Nacida por inspiración del callismo corporativista y después, por intervención de Miguel Alemán, brazo del cardenismo en su política petrolera y en las maniobras domésticas de afianzamiento incontestable, la fuerza organizada de los gobernadores pretendió ser resucitada en mitad de la disputa (hasta ahora) jurídica por la legitimidad electoral, a través de la amorfa Conferencia Nacional de Gobernadores.

 

Dice la información

“La Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) reconoció al priísta Enrique Peña Nieto como el candidato presidencial que fue favorecido por los votos en los comicios del pasado primero de julio. Ello sin detrimento de los derechos políticos y legales de quienes participaron en el proceso, además de reconocer las facultades constitucionales y legales del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF)”.

Esa es una buena noticia para Peña Nieto. La mala es la inasistencia de algunos, en especial de Marcelo Ebrard y Miguel Ángel Mancera. La menos mala es la concurrencia de Graco Ramírez (futuro de Morelos) quien marca de esa manera su distancia con el legítimo y su porvenir.

En todo este galope de búfalos llama la atención una frase de Eruviel Ávila, gobernador del Estado de México: …la población ya emitió su voto y hay que respetar su voluntad. Pidió a quienes han decidido impugnar los resultados, hacerlo con respeto y “en un ambiente de cordialidad” ¿Cómo, don Eru, se logra la cordialidad en medio de las acusaciones vertidas por Andrés Manuel en cuanto ya sabemos y con una petición por anular las elecciones?

 

Es como si yo, cordialmente, pues, invito a alguien allá a donde Andrés tiene su rancho…

 

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Y ahora Julio Scherer Ibarra demanda a Sebastián Lerdo de Tejada, representante del PRI en el IFE, por haberle pillado y difundido a los medios una conversación telefónica con el banquero Julio Villarreal (no, ese no es de Monex; es de Afirme) a quien le pide auxilio para mandarle lana al legítimo.

Espiar es delito, dice Julio S. Pedir dinero, no.