Después de recibir un diagnóstico de cáncer. La segunda experiencia más traumática es la noticia de que, gracias al tratamiento, la paciente perderá su cabello. Y es que el pelo es símbolo de femineidad, de coquetería, es parte de ser mujer.

 

“El impacto más fuerte es el de la caída del cabello, de las cejas y de las pestañas.  Me ha tocado tener pacientes que dicen que saben que de algo se van a morir, pero que no pueden pensar que se van a quedar sin cabello”, asegura Claudia García Peña, consultora en imagen, especializada en mujeres con algún tipo de cáncer.

 

“Me ha tocado tener pacientes que dicen que saben que de algo se van a morir, pero no pueden pensar que se van a quedar sin cabello”, cuenta la mujer que después de haber enfrentado el cáncer en su familia decidió apoyar a las mujeres que están en tratamiento.

 

“Hay efectos colaterales durante la quimio a los cuales los médicos no les prestan atención. Llegan al tratamiento pero no les dicen que van a tener cambios, no les dan importancia y es parte de la calidad de vida”.

 

El proceso, narra García Peña, es difícil y muchas mujeres están deprimidas o enojadas, sin embargo mejorar su imagen les ayuda a sentirse mejor y esto repercute en una mejor relación con la pareja y la familia.

 

Durante este proceso es necesario tomar precauciones, toda vez que la quimioterapia debilita el sistema inmunológico, lo que aumenta el riesgo de infecciones severas en caso de una herida o irritación causada, por ejemplo, al usar una peluca de mala calidad o al hacer un manicure o pedicure.

 

Pero no sólo eso, la textura de la piel es más reseca, por ello tanto las cremas como el maquillaje utilizados deben ser los indicados para pieles sensibles y fabricados a base de ingredientes naturales.

 

Con base en su experiencia, el momento más difícil es cuando un día, al amanecer, la mujer encuentra mechones de cabello en su almohada. Para ayudarlas en este trance se les recomienda retirar el cabello por completo, lo cual se realiza sin espejos. “Es muy fuerte para ellas, me ha tocado verlo, porque aún con todo esto hay lagrimas”, asegura Edgar Balderas, estilista quien colabora con Claudia García.

 

El siguiente paso es elegir la peluca que más se adapte a la apariencia y necesidades de la mujer. Algunas, explican los epscialistas, la usan a diario y para eso están las de cabello natural o de fibras suaves que se pueden peinar, cortar e incluso cambiarles el color. En cambio, si sólo la usarán algunas veces puede optar por una sintética, pero de buena calidad.

 

Además, las mujeres aprenden sobre el uso de accesorios como turbantes o sombreros, y la combinación de colores. La idea, subrayan, es que salgan renovadas para enfrentar la enfermedad, y que en el proceso se diviertan y conozcan cómo sacarle provecho a su imagen.

 

Con ella coincide Consuelo Austin Toca, quien dirige un grupo de apoyo que involucra a las parejas de estas mujeres. Cuando se arreglan no sólo para su compañero también por ellas, se sienten mejor y aumentan su autoestima.

 

 

LA INFORMACIÓN ES CLAVE

 

En medicina existen tres prioridades: salvar la vida, que el organismo funcione y el verse bonita, en ese orden, pero siempre es importante tener un diálogo con el paciente, afirma Gerardo Castorena,  cirujano oncólogo especialista en cáncer de mama.

 

El también ex director del Programa cáncer de mama del Gobierno del Distrito Federal, explica que la noticia tiene un fuerte impacto en la mujer, pero se puede aminorar cuando el médico da la información correcta y se le explican los problemas que enfrentará, así como las soluciones para cada uno de ellos.

 

Cualquier tipo de cáncer reproduce rápidamente células anómalas y la quimioterapia está enfocada a atacarlas, sin embargo todavía no es posible seleccionar ciertas células.

 

La terapia combate por igual a todas las células que se reproducen rápidamente, entre las que están las del cabello, las uñas, la mucosa de la boca, las células sexuales (óvulos y espermatozoides) y los glóbulos blancos.

 

“Hay que decir que todos estos daños son temporales, ninguno es definitivo. Sólo ocurre durante el tiempo que dura la quimioterapia y se pueden prevenir con tratamientos antes de comenzar la quimioterapia”, afirma.

 

La visión del cáncer, dice el especialista, siempre es de muerte, dolor y sufrimiento, por ello la información sobre la parte física y los daños colaterales de la quimioterapia deben estar dentro de la atención oncológica, a fin de cambiar la idea que se tiene sobre la enfermedad, ayudar a la paciente a tener una mayor autoestima y así enfrentar su enfermedad de una mejor manera.

 

“La verdad, hasta me gusté”

 

 

“La doctora me dice que me ve bien, y le contesto que yo me siento bien”, responde Maricela Magaña cuando se le pregunta sobre su estado de ánimo a seis meses de haber sido diagnosticada con cáncer de mama.

 

De los cambios físicos derivados de la quimioterapia, dice que la pérdida de cabello, de las cejas, sí son relevantes, “pero de cualquier manera se reponen”, lo importante, asegura, es la actitud.

 

Era diciembre, un viernes. La noticia -cuenta- es como todo, al principio “te saca de onda y se te vienen a la mente muchas cosas: sí, me voy a morir, etc. Tengo una hija de 14 años, su papá también murió de cáncer. La afectación sólo la tuve ese fin de semana. Bajé de peso esa semana”.

 

Desde marzo recibe quimioterapia. “Fueron, aquí le llaman, 12 quimios blancas, ésas ya las terminé; después me dejaron descansar una semana y luego de las blancas siguen cuatro rojas, más agresivas, que apenas empecé hace 20 días”.

 

Reacciones graves al tratamiento, asegura, no ha tenido, quizá por la terapia de ozono, la fototerapia y la homeopatía a la que recurre como apoyo. “Salgo de la quimio y digo, qué tengo que hacer. Hasta ahorita nunca he descansado”.

 

Sin embargo, cuenta que a partir de la quinta sesión de quimioterapia comenzó a perder el cabello. “Cuando pasó me lo corté, pensé que me iba a pegar más, siempre he tenido el pelo corto y poquito, pero tampoco, la verdad hasta me gusté; me dijeron ´oye, tienes bonita cabeza, oye, pues te ves bien´, entonces eso te ayuda (…). A veces traigo pañoleta y otras ando así en la calle”.

 

“Y obviamente ya no hay ceja, ni pelo, lo que sí es que ya no salgo sin pintar porque si lo hago sí me veo enferma. Cambia un poco el tono de la piel, como verdoso, no sé. De repente sí te cambia, las uñas se te hacen moradas”.

 

Platica que después de terminar con la terapia química, los médicos valorarán si el siguiente paso es la cirugía o la radioterapia. “Ya que te dan de alta tienes que ir a revisión cada mes y después cada seis meses”.

 

En tanto esto ocurre, ella continúa trabajando, sigue las recomendaciones de los médicos y se apoya en la homeopatía, la meditación y otras terapias que si bien no curan el cáncer “te ayudan a subir las defensas y ahí la vas llevando”.

 

“Algo que he aprendido de la vida, no sólo en esto, es que si te quejas pues te sigues”.

 

Por: Ericka Pedrero