¡Se parecen tanto! Pisan inseguras un terreno que no conocen, avanzan y se fascinan con sus propias huellas, ven terreno sólido y se confían, se hunden hasta la nariz, patinan y no saben cómo levantarse. Lo intentan, reciben un empujón, algunos consejos, pero inevitablemente resbalan. Y todo promete empeorar en los próximos meses tras la impugnación de la elección por parte de la izquierda que involucra a cinco agencias como propagandistas de Enrique Peña Nieto o antagonistas de Andrés Manuel López Obrador.
Lo que se viene es una comedia de enredos:
– La izquierda usará las encuestas para dislocar la votación del 1 de julio y configurar la imagen de una elección anticipada a través de los medios. No podrá probar sus acusaciones, pero golpeará a las agencias de investigación porque son un peón sacrificable. El verdadero objetivo de AMLO son los patrocinadores y, en última instancia, vender cara su derrota.
– Y las agencias interpeladas ofrecerán peritajes internacionales para confirmar si hicieron perfectamente bien lo que les salió perfectamente mal.
Para explicar los yerros al predecir el resultado electoral no hace falta la hipótesis del complot, la ruta del dinero, analizar el fraseo de las preguntas ni auditar el levantamiento del campo. ¡Es demasiado rebuscado! Decepcionante y aburrida, la verdad suele ser mucho más simple.
1. Las encuestadoras tienen método, pero en acuerdo con sus clientes pueden permitirse amplias licencias metodológicas y aceptar huecos o hasta sesgos, mientras sean explícitos y estén razonablemente bajo control.
2. Por ello, su tratamiento de la elección no habría sido un error si los partidos políticos y los medios se hubieran comportado como un cliente promedio. Limitándose a usar la información sólo como un insumo y no como el producto final. Los patrocinadores se les salieron de control.
3. Y las agencias también se descontrolaron. Sucumbieron a la maldición de Warhol y a su propia vanidad. La investigación, Cenicienta de los Negocios, trabajando en la sombra, alejada del glamour y el reconocimiento anteriormente reservado para sus hermanastras (Publicidad, Relaciones Públicas, Alta Dirección, Voceros), pudo de golpe convertirse en Gurú o en Pop Star. Algunas casas lograron sus 15 gloriosos minutos de fama y hoy pagan la factura, arrastrando con ellas a buena parte del gremio.
4. La realidad les dio varios avisos, pero en ese clima festivo y experto faltó la capacidad de escucha que les habría permitido ajustar instrumentos y criterios, para recuperar así su poder investigador. A partir de ahí, se precipitó la cadena de errores, entre los que destacan los siguientes:
o Perdieron de vista la mutación cualitativa en la valoración de los candidatos, así como la aparición de nuevos grupos y formas de participación social.
o Dieron valor probatorio a la coincidencia de resultados entre colegas que habían cometido el mismo error. Así, descartaron los de las encuestas discrepantes (Reforma, académicos) que sugerían la posibilidad de una contienda más apretada.
o Ignoraron el rechazo y la no-respuesta del público como advertencia respecto a la falta de representatividad.
Y bueno, todos conocemos el final: Un desastre.
¿Por qué fallaron? Pues por la sobrestimación, pero no de Peña sino del propio rol. De modo que no está mal este revés que devuelve al gremio a su muy digno backstage, enfocándose al saber por encima de la imagen. ¡Qué afán de hacer patinar a Bambi!