Cuando se trata de aceptar regalos de campaña, Rogelio García da las mismas oportunidades a todos.
El chofer desempleado fue de compras a Soriana la semana pasada con tarjetas de regalo por dos mil 300 pesos que dice que le dieron de la campaña de Enrique Peña Nieto. Dijo que también recibió dádivas de partidarios de Andrés Manuel López Obrador, quien quedó en segundo lugar en las elecciones presidenciales y acusa al Partido Revolucionario Institucional (PRI) de comprar las elecciones del 1 de julio.
“Yo tomo los regalos de todos”, dijo García afuera de uno de los dos supermercados de Soriana que fueron cerrados en la Ciudad de México debido a temores de seguridad el 3 y el 4 de julio luego de que hordas de compradores se apresuraron a gastar las tarjetas de regalo distribuidas por el PRI, de acuerdo con sus opositores.
Como García, los mexicanos pobres que representan casi la mitad de la población se han acostumbrado a esperar regalos en época electoral. Aunque a López Obrador podría resultarle difícil demostrar que un fraude por parte del partido de Peña Nieto influyó en las elecciones dado el margen entre ambos candidatos de 3.3 millones de votos, las acusaciones ilustran uno de los retos que encara la joven democracia de México, dijo Andrew Selee, de Woodrow Wilson International Center for Scholars.
Hace 12 años, cuando el PRI fue derrotado por primera vez, los partidos convencieron a algunos electores de que su apoyo debe ser para el mayor postor, dijo.
“Los políticos aprovechan las necesidades de las personas de una manera que denigra la calidad de su voto”, dijo Seele, director de Mexico Institute del Centro Woodrow en Washington. “Es un problema que la gente vea a su voto como una manera de obtener beneficios concretos y no como una forma de establecer una política a largo plazo”.
Aunque la democracia de México se ha fortalecido desde que el partido de Peña Nieto empezó a abrir la política electoral a la competencia en los años 90 tras gobernar por siete décadas, la compra de votos por los partidos dominantes del país afecta ese progreso, dijo Duncan Wood, profesor de relaciones internacionales del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
López Obrador, de 58 años, que perdió frente a Peña Nieto por más de seis puntos porcentuales, ha acusado al PRI de comprar millones de votos utilizando tácticas como distribuir tarjetas bancarias de Monex Grupo Financiero y certificados de regalo de Organización Soriana. Dijo que impugnará el resultado de las elecciones, a las que calificó de inconstitucionales.
El Tribunal Federal Electoral, que tiene la última palabra sobre el resultado de los comicios, tiene hasta el 6 de septiembre para decidir sobre el caso y anunciar al presidente electo.
Los opositores de Peña Nieto han reafirmado su caso con los videos que circulan en internet y que dicen que demuestran que el PRI intercambió regalos por votos.
Un video que ha recibido más de 1.25 millones de visitas en YouTube muestra a personas reunidas en un patio adornado con propaganda del PRI y escuchando a un organizador explicar cómo serían compensados si apoyaban a Peña Nieto.
El video acaba abruptamente luego de que la persona que no firmó fue detectada y expulsada del lugar por alguien que parece ser un organizador de la campaña.
Las acusaciones casi diarias de López Obrador de que la elección fue inequitativa y debe invalidarse no han afectado el optimismo de los inversionistas sobre la economía de México.
El índice de precios y cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores ha subido 8.6% este año, para tocar un récord el 3 de julio, mientras que el avance del peso de 3.7% es el mayor entre las 16 monedas principales monitorizadas por Bloomberg.