La sonrisita -así, en diminutivo, porque en ocasiones apenas aparecía y en otro se dibujaba algo más- expresaba en Enrique Peña Nieto mucho más de lo que decía. Desde que asomó al salón Terraza del restorán Meridiem y vio el lleno total, apareció la sonrisita en el rostro del priista. Incluso detuvo su caminar, echó una buena mirada a las decenas de cámaras que relampagueaban, y soltó: “Ahora sí me apantallaron”.

 

Peña se plantó ante los periodistas y dejó asomar de nuevo la sonrisita… Bueno, iba a informar sobre su reunión con el presidente Felipe Calderón la noche anterior. Y no, no reveló nada más allá de lo que boletinó Los Pinos: que esperarán el fallo del Tribunal para iniciar la transición, que compartieron su interés en impulsar algunas reformas…

 

Nada sobre el por qué del encuentro en estos momentos, cuando aún falta la calificación del Tribunal, ni tampoco del significado que éste tenía en términos de mensaje político. Sólo destacaríamos los tres adjetivos con los que calificó su conversación de más de una hora con el mandatario: “Formal, cordial, respetuosa”.

 

Vinieron entonces media docena de preguntas. Y la sonrisita volvió a aparecer ante algunas preguntas, como cuando le inquirieron si habían hablado de la compra de votos -dijo que no fue tema-, o en el momento en que le inquirieron si no temía cargar con el adjetivo de “espurio” como le ocurrió a Calderón durante estos seis años (A ello respondió que la legitimidad “no está en los calificativos que emita alguno de los candidatos y menos de quien no ha querido reconocer los resultados de las elecciones”).

 

Otra sonrisita se dibujó cuando salió el tema de la despedida -achacadas a él- de Pedro Ferriz de Cadena Tres. A lo que repuso: “¡No caben estas imputaciones! Han hablado bien y mal de su servidor… ¡muchísimos! Los vemos, leemos y escuchamos todos los días”.

 

Y bueno, qué significaba esa sonrisita que tanto nos llamó la atención. Pues lo que parecía decir -y su estado de ánimo lo reflejaba también- era un “¡Ya la hicimos!”

 

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AMLO VUELVE A GOLPEAR.- Del Meridiem nos trasladamos al salón D´Luz en la colonia Roma. Ahí, dos horas después de la conferencia de Peña, Andrés Manuel López Obrador acusaría que la campaña del priista se benefició con dinero de procedencia ilícita.

 

Salón bien lleno. Tantos o más periodistas que con el de Atlacomulco. Esperaban el plan de acción del tabasqueño, pero tendrán que aguardar hasta el viernes para conocerlo. A cambio, Jaime Cárdenas dio a conocer, casi con palitos y manzanitas, en qué sustentaban tal acusación de lavado de dinero. Nombres de empresas ¿fantasmas?, como Atama, Kolen, Tiguan, Efra, Koleos y de un personaje llamado Juan Óscar Fragoso Osay, salieron a relucir.

 

Resulta que las direcciones fiscales eran falsas, que algunas se habían registrado ante el mismo notario, tenían los mismos accionistas. Una de ellas, cuyos accionistas eran un obrero y un empleado, obtuvo una utilidad de mil 81 millones de pesos en cuatro años y obtuvo una deducción de mil 81 millones de pesos… Según Cárdenas, el rebase de tope de campaña lo calculaban en cuatro mil 200 millones de pesos.

 

El expediente, diría López Obrador, sería enviado no sólo a los magistrados del Tribunal Electoral, sino también al propio Calderón, al Secretario de Hacienda y a la procuradora General de la República “para que después no digan que no sabían del asunto”. De no actuar, advertiría, caerían en el delito de “encubrimiento”. Y él también, con una sonrisita, se despidió de los reporteros.

 

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GEMAS: Regalito con moño rojo de Cecilia Romero, secretaria general del PAN: “El tema de la participación del 1 de diciembre no está cuestionándose…, pero ya está en camino, vamos a decir, la transición. Felipe Calderón Hinojosa es Presidente de este país hasta el día 30 de noviembre, y el día 1 de diciembre se hará cargo de la primera magistratura Enrique Peña Nieto”.

 

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