Habiendo perdido o ganado las elecciones, es de suponer que los políticos piensan en cómo ganar comicios dentro de seis años.

 

Si se trata de las elecciones nacionales, hay, desde luego, el temor a que el regreso del PRI implique el retorno del dinosaurio. En el caso de las elecciones estatales, aquellas entidades en las que los partidos triunfantes obtienen porcentajes superiores al 50% generan la preocupación de que el corporativismo del vencedor dominará todas las posiciones, sin alguna oportunidad para la oposición.

 

La realidad es que la alternancia mexicana, con sus particularidades, existe. Tlaxcala ha sido gobernada ya por tres partidos; en Baja California ha habido 23 años continuos de PAN, en el DF 15 años de PRD; en Morelos se pasará del PAN al PRD, como ya ha habido otros estados que regresaron al PRI. Entidades como Quintana Roo, Tamaulipas o México siempre han sido gobernadas por el PRI, pero también hubo una época en la que los grandes municipios fueron dirigidos por otros partidos.

 

No creo que, por el solo hecho de que Eruviel Ávila haya ganado con el 62% de los votos en el Estado de México, el PRI tenga garantizada la continuidad en el 2017; o que la izquierda, con más del 63% de las preferencias en el DF, tenga asegurada su victoria en el 2018.

 

El que gobierna está obligado a hacerlo bien para repetir 6 años después. Esto no ocurre siempre. De hecho, la derrota rotunda del PAN en estas elecciones y el empate técnico de hace 6 años responden a un mal entendimiento de la mercadotecnia política. Tanto Fox como Calderón se ufanaron de niveles altos o aceptables en su popularidad.

 

Cuando Andrés Manuel López Obrador gobernaba el Distrito Federal había muchos capitalinos orgullosos de sus programas sociales o de sus posturas en los temas nacionales; cuando Enrique Peña era gobernador, si bien la nomenclatura priísta recurría de oficio al acarreo de personas para sus eventos públicos, también había una gran simpatía por él. Es obvio que Emilio González provocó más vergüenza entre sus correligionarios, que orgullo entre la población.

 

La alternancia no se logra sólo con malos gobiernos ni la continuidad con los buenos. También tiene que haber liderazgo y proyecto en la oposición. Improvisar candidatos las semanas previas al inicio de campañas es una estrategia con resultados previsibles.

 

La mediocridad con que el PAN y el PRI compitieron en el Distrito Federal es fiel reflejo de que sólo la izquierda tiene un proyecto de ciudad. Beatriz Paredes jugó por un porcentaje de los votos para favorecer a Enrique Peña, pero no jugó a ganar, igual que en 2006. Isabel Miranda no sólo carecía de una visión de ciudad, sino de preparación para una contienda en la que, obvio, hizo el ridículo.

 

¿Sirven los corporativismos? Seguramente los partidos que logran organizar mecanismos corporativos para las elecciones obtienen votos adicionales, pero no me parece un factor clave para perder o ganar elecciones. Los dos factores más importantes son, desde mi punto de vista, un buen o mal gobierno, y una buena o mala percepción de un proyecto de continuidad o alternancia.

 

Mientras PAN y PRI sigan sin ofrecer un proyecto creíble para el Distrito Federal, la izquierda seguirá gobernando la capital, tienen 6 años para construir visión, liderazgos y propuesta, frente a un gobierno que tiene muy definido su estilo y aceptación social. Lo mismo podemos decir a nivel nacional del PAN y el PRD frente al PRI, los primeros deberán ser una alternativa creíble en estos seis años, frente a un PRI que, si gobierna como en el Estado de México, más que ser bueno o malo, podrá construir una base de aceptación social muy alta.

 

@GoberRemes