En México se está desatando una nueva fiebre del oro.

 

El prolongado ciclo de altos precios del metal, más de mil 500 dólares la onza, ha permitido que grandes mineras como la canadiense Goldcorp se instalen en áreas donde en el pasado no había suficiente oro concentrado en la tierra para que su extracción fuera rentable. Este año, el yacimiento Peñasquito de Goldcorp, una gigantesca mina de baja concentración en los desiertos del estado de Zacatecas, producirá 500 mil onzas de oro, convirtiéndose en la mayor mina de oro de México y la más prolífica de la empresa.

 

Los descubrimientos de depósitos muy concentrados en otras partes del país han impulsado a un grupo de compañías especializadas en exploración a aumentar sus inversiones y adquisiciones de tierras. A finales del año pasado, por ejemplo, se encontró un depósito subterráneo en las montañas de Guerrero de unos 300 metros de profundidad y 150 metros de ancho, que según las mineras podría tratarse de uno de los descubrimientos más concentrados en México de los últimos 50 años.

 

“Se decía que todo había sido descubierto en México. Ahora estamos viendo un renacimiento”, dijo Richard Whittall, presidente ejecutivo de la canadiense Newstrike Capital, que descubrió el yacimiento de Guerrero, que sigue en exploración.

 

Durante mucho tiempo, la estrella de la industria minera mexicana había sido la plata. Pero el año pasado, el país pasó a formar parte de la lista de los 10 mayores productores de oro del mundo, extrayendo más de 86 toneladas del metal precioso, tres veces más que lo que producía hace 10 años y más que otros pesos pesados de la región como Chile y Argentina.

 

Las empresas mineras atribuyen este crecimiento en parte al alza del oro tras un ciclo de 20 años de precios bajos de alrededor de 400 dólares la onza. Conforme la crisis financiera azotó a Estados Unidos y Europa, los precios del oro se dispararon ya que muchos inversionistas sacaron su dinero de apuestas de mayor riesgo para comprar oro en su lugar. Eso hizo que las mineras en México obtuvieran grandes ganancias en regiones donde ese metal no estaba tan concentrado.

 

La operación de Goldcorp en la mina Los Filos en Guerrero ilustra a dónde están llevando los altos precios a países productores de oro como México. Estas montañas se han explotado a pequeña escala desde la época de la colonia, dejando atrás laberintos de túneles y hasta pueblos fantasma.

 

Los Filos, en cambio, es una enorme mina a cielo abierto del tamaño de su pueblo vecino en Mescala. Alrededor de dos mil empleados trabajan aquí. Cada día se retiran con explosivos y excavadoras más de 70 mil toneladas de tierra. A continuación, los camiones trasladan la tierra a una instalación cercana donde se utilizan depósitos de cianuro para extraer el mineral. Los productos químicos se reciclan y el proceso vuelve a empezar.

 

Tras una inversión de 500 millones de dólares, la mina comenzó a operar comercialmente en 2008. El año pasado, extrajo 330 mil onzas de oro, un récord para la mina, que espera seguir en operación otros 12 años.

 

El éxito en Los Filos llevó a la compañía a hacer una inversión aún mayor en México. En 2010 compró y comenzó a desarrollar la mina Peñasquito, a un costo de mil 700 millones de dólares, la mayor inversión que Goldcorp ha realizado en un país extranjero. Además del promedio de 500 mil onzas de oro al año, se espera que la mina produzca también un promedio anual de 28 millones de onzas de plata, junto con grandes cantidades de plomo y zinc.

 

“El volumen de (la minería) a cielo abierto ha explotado aquí”, dice Salvador García, director de las operaciones de Goldcorp en América Latina.

 

Las empresas aseguran que lo que las atrae a México son sus leyes mineras, que permiten que las empresas foráneas se queden con gran parte de las ganancias de sus inversiones. Según las leyes federales, las compañías deben solicitar una concesión de derechos de minería al gobierno de México y operar a través de una empresa mexicana. Sin embargo, la compañía local puede pertenecer íntegramente a extranjeros.

 

Este sistema posibilita a los inversores foráneos controlar la totalidad de sus operaciones y al gobierno cobrarles impuestos bajo las leyes locales. Se aplica un impuesto de 34% sobre las ganancias más impuestos mineros, que varían según la mina.

 

Eso crea una fuente de ingresos considerable para el gobierno. En 2011 Goldcorp pagó 218.5 millones en impuestos sólo por su mina de Peñasquito, según la empresa.

 

Peter Schulhof, cuya empresa Westridge Resources opera una nueva mina de oro en Sinaloa, dijo que Westridge había revisado planes para minas en otros 60 países, pero que se decidió por México por su estabilidad política y legal.

 

Goldcorp dice que no ha tenido problemas con los narcotraficantes, pero que de cualquier forma toma sus precauciones, como construir una pista aérea en Los Filos que permitirá que el oro sea sacado del lugar por avión en lugar de tener que utilizar las carreteras de México.