Un chispazo convertido en tuit con la siguiente convicción: “Sí a la sencillez, la complejidad y la economía. No a la simplicidad, la complicación y la baratez. Supongo que aplica en cualquier ámbito”, y el tuit tuvo efectivamente buenas respuestas de diversos ámbitos. Se trata de ese reto o aspiración que nos obsesiona particularmente a los arquitectos: la calidad y las condiciones para conseguirla.

 

Antonio Attolini Lack repetía, “sólo hay una forma de construir: bien” subrayando el empeño cualitativo ostensible en su trabajo. Sin embargo la calidad en arquitectura está asociada al precio, “se antoja cara”. Releyendo el twitt, la sencillez, la complejidad y la economía no deberían remitir a lo caro. Los adjetivos caro y barato, por lo general no suenan bien. El primero indica que uno pagaría mucho por algo, y el segundo que uno estaría pagando (poco) por algo de escasa calidad o durabilidad, “chafa” pues.

 

Abundando la reflexión a partir de frases célebres o refranes que son ciencia pura, está la famosa “lo barato sale caro”, que adecuamos reiterativamente a nuestro oficio como: “en construcción barato es caro y caro es barato”. La frase alude a la parte del proceso constructivo en donde más vale que las cosas queden bien a la primera… por eso el término de economía sí se puede adjetivar positivamente. Lo económico es una cualidad –sostenible digamos- que incorpora valor al costo, y lo barato no, ya que compromete el futuro de la obra.

 

Hace no mucho tiempo viajó un mensaje en la red con un “diagrama de Venn -Euler”, titulado “¿A ti, cómo te gustaría tu diseño?”. Tres círculos del mismo tamaño intersecados entre sí representando “rápido”, “barato”, y “excelente calidad”, en donde las intersección central resulta en “utopía” y las tres intersecciones parciales presentan los resultados previsibles (con gran humor aparece un cuarto círculo más pequeño que representa el valor “gratis”…).

 

No es nuevo, desde hace años, muchos arquitectos – con cierta razón- sugieren el mismo silogismo a sus clientes: “escoge dos de tres, calidad, tiempo o economía”.

 

Efectivamente son vectores o fuerzas muy difíciles de equilibrar, pero ¿se podría?, habría que tomar en cuenta algunas premisas. Louis Kahan (Estonia 1901 – 1974) dijo la famosa cita “un caballo pintado a rayas no es una cebra”, en la que se entiende (a la manera del siempre impertinente “consejo no pedido”) que si se quiere proteger la economía del cliente y la propia de paso, hay que escapar a lo barato. Las cosas cuestan lo que tienen que costar y se hacen en el tiempo que se tienen que hacer; a propósito del “made in Chin(g)a”. Una buena posición, económica y sostenible es vigilar que tiempo y dinero se optimicen sin comprometer la calidad de la obra. Y así, regresando a la inquietud cualitativa del inicio, la economía se localizaría en la sencillez y la complejidad. “Más vale un buen póster que un mal cuadro” no es cualquier máxima que trasciende al juego de palabras. La también muy famosa frase “menos es más”, asociada a Mies Van der Rohe (1886 – 1969), predica con el ejemplo en una obra que prescindiendo del ornato y exaltando la manera de construir con acero cristal y mármol fundamentalmente, produjo una arquitectura altamente calificada y apreciada hasta la fecha. Así, lo barato es a lo económico, lo que lo simple a lo sencillo y lo complicado a lo complejo. Siguiendo con el ejemplo de Mies, digamos en su Pabellón de Barcelona (1929), unos cuantos muros y una losa plana –de gran sencillez- siguen produciendo una emoción y contagio sumamente especial. La complejidad esta en el cómo. ¿Inspiración, talento? Responde mejor la frase del gran pintor venezolano Carlos Cruz Diez (1923- ): “…Yo no me inspiro: reflexiono.”

 

La próxima semana Con Perspectiva Olímpica.

 

jorge@vazquezdelmercado.com.mx | @JorgeVdM_Arq