Lejos estamos ya de aquel Chris Nolan que hacía pequeñas películas con grandes ideas escondidas dentro de si. Tal vez encarrilado por la majestuosidad de Inception (su anterior filme), tal vez con un ánimo de ruptura respecto a lo logrado en su aclamada The Dark Knight, o quizá consciente de la imposibilidad de satisfacer la gigantesca expectativa que esta nueva película ha generado; Nolan desconoce límite alguno y entrega una cinta enorme, caótica, a la que se le nota el presupuesto y que igual se le desbordan las ideas.
The Dark Knight Rises es un gran cierre para esta trilogía, pero dista mucho de ser una película perfecta; si acaso, una vez saciado el morbo y calmadas las emociones, es una cinta a la que se le notan demasiado los hilos.
Curiosa vía de escape toma el director para esta, su última entrega sobre el héroe de Gótica: por un lado tenemos a Bane, terrorista que usando el discurso propio de un líder social, ofrece a la ciudadanía la “liberación total” de todas aquellas instituciones que “nos han mentido”. Por otro lado está la policía, y eventualmente Batman, como únicos capaces de detener a este hombre cuyos adeptos “son más que simples seguidores…están convencidos”. El resultado es el caos en la forma del revanchismo social más puro “los pobres juzgaremos los crímenes de los ricos”.
Así es, el zeitgeist de esta cinta no puede ser más directo: en una era de ocupas en Wallstreet (y de #YoSoy132 en México), viene Nolan con una película donde los que toman las calles son los malos y las instituciones el bando de los buenos.
A todo lo anterior añádale un elemento más de controversia: un guión lleno de inconsistencias que van más allá de un “fridge moment” (dícese de aquellas incoherencias argumentales que no se perciben sino hasta después de varias revisiones del filme) y que ponen en evidencia lo poco que le importó a los hermanos Nolan el uso de la lógica al momento de escribir esta cinta.
Pero, si bien la “promesa” de este acto de magia resulta por demás ambiciosa y a la ejecución o “cambio” se le notan todos los hilos, Nolan sigue siendo un mago excepcional: el “prestige” de su acto final resulta apoteósico, conmovedor, extraordinario.
¿El truco? Su reparto. Y es que los mejores momentos en este filme no son los que involucran a Batman; los personajes “secundarios” resultan tan profundos e incluso más heroicos que el propio encapuchado. Así, los diálogos y actuaciones de la sexy y poderosa Selina Kyle (Anna Hathaway), del imbatible James Gordon (Gary Oldman), el siempre fiel Alfred (Michael Cane) o el dubitativo Bruce Wayne (Christian Bale) son los que hacen verdaderamente memorable y emocionante esta película.
Se extraña por supuesto un villano tan intenso como el Joker de Ledger, pero Nolan encuentra en Bane una oportunidad para reeditar su confrontación clásica: dos hombres, uno espejo del otro, cuya naturaleza opuesta los hará enemigos, pero cuyos fantasmas los emparentan.
Obscura, densa, emocionante, incoherente y sorpresiva. Nolan termina su saga no con la genialidad mostrada en The Dark Knight, pero si con un evento que nos recuerda aquella emoción, casi infantil de ver un héroe, complejo, obscuro y a la vez grandioso, en el cine.
The Dark Knight Rises (Dir. Christopher Nolan, 2012)
4 de 5 estrellas.
Guión: Jonathan y Chris Nolan, David S. Goyer.
Con: Anne Hathaway, Michael Cane, Christian Bale, entre otros.
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