Ya no es necesario hablar de economía para vislumbrar el espeso pesimismo (como si de nubes se tratara) que se ha asentado sobre la sociedad española. El martes, desde Estrasburgo, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó a España a indemnizar con casi 32 mil euros (576 mil pesos) a una prostituta de origen nigeriano debido a una golpiza que recibió por parte de la policía en Palma de Mallorca. El mismo día, el encargado de negocios de la embajada británica en Madrid se reunió con representantes del Ministerio de Asuntos Exteriores de España para comunicarles la “profunda preocupación” de su gobierno por la interceptación de un barco (español) de pesca en aguas de Gibraltar, que consideran “inadmisible e ilegal”. Por si fuera poco, España debutó en los Juegos Olímpicos perdiendo frente a Japón en futbol.
Las rachas de pesimismo se han convertido en una constante. De la economía habrá que pasar a la sociología para comprender los cambios que se están gestando.
La nueva crisis que viene (Barcelona VS Madrid)
La crisis de la deuda combinada con una ruda recesión comienza a provocar choques entre gobiernos de comunidades autonómicas con el gobierno del presidente Mariano Rajoy. Cataluña, por ejemplo, detonó las alarmas político/culturales al enviar esta semana un SOS (rescate de liquidez) al gobierno central, debido a su elevada deuda que ascendió, durante el primer trimestre del presente año a 42 mil millones de euros (756 mil millones de pesos) lo que representa un 21% de su PIB. Para que la petición sea simétricamente moral, los políticos catalanes desean la total soberanía fiscal respecto al Gobierno central (Rajoy). Tan claro como las palabras de un político catalán el pasado miércoles: “Es dinero que han pagado los catalanes y que ahora necesitamos que nos devuelvan” (La Vanguardia, 26 de julio).
Se tratan de dos sucesos ocurridos en menos de 24 horas. Primero, el gobierno catalán dejó entrever que solicitará su ingreso a un fondo de reciente creación por parte del gobierno de Rajoy dirigido a las autonomías que se encuentran en la penumbra del endeudamiento conjugada con falta de liquidez. El fondo se estima en 17 mil millones de euros y se cree que muy pronto se acabará. En la letra pequeña se encuentra la controversia. El capítulo II establece una merma sustancial en el margen de decisión económico–financiera de las autonomías rescatadas y una vigilancia y control acentuadísimos por el ministerio de Hacienda. Aquí se desencadenó el segundo suceso: desde el Parlamento de Cataluña, el presidente Artur Mas anunció una propuesta sobre el nuevo pacto fiscal entre su autonomía y el Gobierno central (Mariano Rajoy) y consiste en total independencia (en la actualidad, solo son independientes los rubros de Salud y Educación).
¿Independencia con un gobierno europeo supranacional?
Cuando una frase del Presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, rompe tendencias en la Bolsa de España (como ocurrió durante la semana con su apoyo explícito al euro), significa que un ente supranacional se convierte en trasvase de confianza hacia el país crítico; cuando los entes reguladores de la Bolsa prohíben las posiciones cortas (apuestas por una caída del mercado o de una cotización y como también ocurrió durante la semana) se puede decir que técnicamente, el mercado de la apuestas sobre los valores de las empresas, se encuentra intervenido; algo más, cuando los mandatos de la Comisión Europea en materia del déficit estiman para España el 6.3% del PIB para el año en curso, en el 4.5% en 2013 y en el 2.8% en 2014, poco se puede hablar de soberanía. Por eso llama la atención el concierto fiscal que desea Cataluña justo en la misma semana que solicita al gobierno de Rajoy su ingreso al fondo de rescate.
La soberanía de Cataluña (y España) pasa por la dependencia de los entes supranacionales europeos que desde 1986 le inyecta a España, en promedio, 8 mil millones de euros anuales a través de fondos de cohesión y fondos estructurales para mejorar las condiciones urbanas y económicas de los sectores vitales. Algo más, la crisis hipotecaria española contagió a todas las comunidades por igual. No es fácil encontrar un nuevo departamento en el barrio de Sarriá, en Barcelona, por menos de un millón de euros (18 millones de pesos). Adicionalmente, la comunidad catalana deberá afrontar este año vencimientos de deuda por 13,477 millones de euros.
La mayor deuda per cápita se focaliza en la comunidad cuya capital es la cosmopolita Barcelona, es de 5,571 euros (100 mil pesos mexicanos por cada uno de los 7.5 millones de catalanes); representa poco más de la mitad de la comunidad madrileña (40,572 pesos) y tres veces más que la de los andaluces (32,850 pesos).
Es conveniente recordar que las relaciones políticas entre Cataluña y Madrid oscilan entre la historia y la cultura antes de hablar de economía. El conceller (secretario) de Economía, Andreu Mas-Colell, aseguró la semana pasada que “Nadie escribirá el guion de Catalunya, el guion del futuro lo escribiremos nosotros” (La Vanguardia, 27 de julio). Queda claro que el alma catalana está dispuesta a sufrir los estragos de la crisis con tal de no ser “intervenidos” políticamente por Madrid.
La crisis del no consumo
El miércoles 11 de julio el gobierno de Mariano Rajoy envejeció tres años. Frente al Congreso describió las nuevas medidas de recorte en el gasto público equivalente a 65 mil millones de euros, la diferencia entre el déficit público del 8.9% del PIB, con el que cerró 2011, y el nuevo objetivo del 2.8% para el 2014. Más impuestos, o si se prefiere, menos ingresos para las familias representados en la cancelación del aguinaldo para el sector público, incremento del IVA al 21% en una buena parte de los servicios, estimación a la baja de las cotizaciones sociales y del subsidio para los desempleados, entre otra medidas.
El efecto inmediato se traducirá en otra caída en el consumo familiar lo que minará a los dígitos de la recesión.
El principal invitado en los domicilios será la razón. Racionalidad para comprar lo indispensable (afectando a sectores de servicios y productos tangibles con componentes agregados por la publicidad); racionalidad para no endeudarse (afectando al de por sí alicaído sistema bancario); racionalidad para vacacionar no en el extranjero (beneficiando al turismo nacional, en primera instancia, sin embargo, el incremento de impuestos en este rubro provocará que las ganancias no sean tan elevadas); racionalizando el ocio (afectando a la industria cultural que en sus apartados de cine y teatro que tendrán como IVA el 21%) y, entre otras ramificaciones de la razón; racionalizando compras de automóviles (afectando a la industria pero también a los bancos).
Futuro
Durante las severas crisis económicas, el futuro no pasa de los siete días. La semana que pasó, revolucionó a los cimientos financieros, políticos y culturales de España. La nueva semana, seguramente traerá nuevos sucesos. De estabilidad poco se sabe. Lo que es cierto es que el gobierno de España no está ni en Barcelona ni en Madrid, se encuentra repartido entre Bruselas (sede de la Comisión Europea) y Frankfurt (sede del Banco Central Europeo).