Después de veinte años, una generación gestada en los pasillos del ITAM se encuentra en el primer plano de la política mexicana. En aquella época, el llamado Consejo de Alumnos fue el mejor simulador de poder estudiantil, que a la postre, se ha convertido en realidad. Ernesto Cordero, Luis Videgaray, Guillermo Babatz y Andrés Conesa son algunos de los nombres que sobresalieron en aquella época y que ahora, lo mismo son la mano derecha del presidente de la República, cabezas de organismos reguladores y de empresas de aviación.
La vida da vueltas y en veinte años algunos de ellos se han distanciado debido a diferencias que obliga el poder. ¿Qué sucederá durante los próximos años? ¿Seguirán creciendo? ¿Ernesto Cordero y Luis Videgaray se enfrentarán tête à tête en el 2018.
Una generación es lo más cercano a un engaño a la física. Dos cuerpos no pueden ocupar los mismos espacios físico y temporal. Ortega y Gasset cifró en 15 los años que dividen a las generaciones. La del 98, en España, quedó marcada por la derrota militar frente a Estados Unidos lo que significó el desgajamiento de sus últimas colonias. La obviedad indica que las generaciones son multi temáticas: deportivas, literarias, científicas o políticas. En todas ellas existe un común denominador: el talento.
La que vivió el ITAM al finalizar la década de los ochenta continúa ascendiendo la pirámide demográfica como si el tiempo no hubiera pasado. Dos de los hombres más cercanos a Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto coincidieron en ese espacio lúdico llamado Partenón (de san Ángel): Ernesto Cordero y Luis Videgaray.
Recorrer, uno a uno, todos los nombres de la mencionada generación implicaría ingresar a un laberinto difícil de salir; tan complejo como la arquitectura del propio ITAM. Faltaría memoria y número suficiente de caracteres para hacerlo, sin embargo, intentaré esbozar un conjunto de piezas que logren conformar la idea (molde) de aquella generación.
Entre los genios el tiempo no existe porque, simplemente, jamás modifican su comportamiento. Los genios no cambian de forma de ser. Frase retórica con excepciones. Así era y es Martín García Keller; matemático entre los matemáticos. Actualmente pensando en modelos que determinen el funcionamiento de drones, aviones de ciencia ficción. En ocasiones, Martín se sentaba en la tribuna de un estadio (que supuestamente era de futbol) conformado por tierra y hoyos para ver a sus amigos jugar: Ernesto Cordero y Luis Miguel Montaño, héroes de un equipo que semana a semana se jugaban el ánimo, los complejos.
En esa cancha (pero en muchas mejores condiciones), Alejandro Moreno (encuestólogo del periódico Reforma) rompió el récord del gol más rápido del que se tenga memoria. Y lo hizo en contra del equipo que sería campeón del torneo, Selección Natural, conformado por dos o tres jugadores profesionales, uno de ellos llegó a ser seleccionado nacional y actualmente es Presidente del equipo Jaguares de Primera División: Guillermo Cantú. Otro encuestólogo, el del equipo de campaña de Josefina Vázquez Mota, y anteriormente director de Arcop, Rafael Giménez, compartió victorias y derrotas junto a Moreno. Ambos, visitantes frecuentes de la biblioteca Gómez Morín, un magnífico espacio de aquel ITAM laberíntico. Giménez siempre fue el lector fiel de La Jornada y de las historietas de La Familia Burrón.
Jaime Gutiérrez, despreciado por Vicente Fox después de que lo ayudara a conformar la estrategia de marketing que lo llevó a la victoria, trabaja actualmente para el gobierno del Estado de México, en el equipo de Raúl Murrieta (secretario de Finanzas). Desde la presidencia del Consejo de Alumnos, Jaime fue un articulador político innato. Vive, duerme y sueña con la política. Es un lector sempiterno de las entre líneas. Durante decenas de viernes, lo mismo en el Vips que en el Sanborns de san Jerónimo, compartió litros de café con don Fernando Marcos, el famoso hacedor de las Cuatro Palabras, que siempre utilizó para editorializar los partidos de futbol (si el mundo se maravilla hoy con los 140 caracteres, don Fer utilizaba solo cuatro palabras).
Uno de los vicepresidentes de aquel Consejo de Alumnos fue José Antonio Meade, hoy secretario de Hacienda. Brillante y sensible a las artes, rara avis, Meade escapó hacia arriba del promedio de aquella generación. Su dominio sobre las curvas de indiferencia y las regresiones le permitió estudiar Derecho en la UNAM de manera simultánea. Mientras el pánico provocado por los exámenes se mimetizaba entre los estudiantes, José Antonio respiraba relajadamente. Sin lugar a duda, Meade es el mejor activo del actual gabinete de Felipe Calderón. Para Luis Videgaray no habría mejor secretario de Hacienda que el actual.
Virgilio Andrade será un elemento imprescindible en el gabinete de Enrique Peña Nieto. Creo que el momento de mayor complejidad para Virgilio fue la atmósfera que circundó al IFE de Luis Carlos Ugalde. Frente a la adversidad, Andrade concluyó su gestión como Consejero creciendo día a día. Virgilio es otra de las mentes brillantes. Fue Presidente del Consejo de Alumnos (anterior a la administración de Jaime Gutiérrez) y creador de las Mini Olimpiadas del ITAM; sí, por increíble que parezca, hubo dos o tres tiempos olímpicos en aquella generación. Abraham Zamora (Aeroméxico) y Hugo Félix (subsecretario hacendario en el gobierno de Oaxaca) fueron, en aquella época, gente muy cercana a Virgilio Andrade.
Como maestro de las relaciones públicas y de la cortesía se encuentra José Yunes (diputado), en aquella época, gran promotor de su ciudad natal, Perote, Veracruz. Recuerdo su casa en san Angel, lugar idóneo para preparar las estrategias de campaña.
Otro de los vicepresidentes del Consejo de Jaime Gutiérrez, fue Francisco González, hoy embajador en Alemania. De figura sapiente y altura interminable, Pancho junto con Meade, hicieron magnífica dupla política. ¿Se repetirá la historia?
Alejandro Karam encendía incienso en los salones de clases para nulificar el olor del cigarro bajo la mirada incrédula de profesores y alumnos. Karam y Hugo Félix pasarán a la historia del ITAM como los únicos que conformaron una planilla anárquica. Vestidos de negro, se presentaron al frente del auditorio Raúl Bailleres para jugar una partida de ajedrez. Ese fue su único evento de campaña.
Andrés Conesa es actualmente el director de Aeroméxico. Fue vicepresidente del Consejo dirigido por Luis Miguel Montaño (Oficial Mayor de la secretaría de Hacienda) y compartió estatura orgánica con Ernesto Cordero, el otro vicepresidente del Consejo.
En Francia, tras la derrota de Lionel Jospin en 2002 comprobé que los medios de comunicación suelen ser determinantes a la hora de arruinar la vida política de los servidores públicos. A Jospin se le criticaba por la asimetría en el diseño de sus trajes. Los franceses bromearon con él tanto, que un día se encontraron con Le Pen en segunda vuelta. Con Cordero sucedió algo similar. Ponderaron en él su ausencia de rasgos telegénicos y un buen día se encontraron a Josefina Vázquez Mota como candidata a la presidencia. Lo que sucedió después ya lo conocemos.
Ernesto Cordero es un hacedor político en corta distancia, genera empatía y aprende rápido, lo que significa que con una buena estrategia mediática en el senado crecerá súbitamente.
Guillermo Babatz, presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, también fue un entusiasta protagonista del Consejo de Alumnos. En su casa se fraguó parte de las estrategias de campaña.
Después de la administración de Luis Miguel Montaño llegó Luis Videgaray, otro de los que respiran política antes que oxígeno. Su paso por el gobierno del Estado de México marcó la ruta crítica que a la postre seguiría Peña Nieto para lograr la candidatura presidencial. Raúl Murrieta sustituyó a Videgaray en la secretaría de Finanzas. Eruviel lo ratificó y seguramente lo veremos en el gobierno Federal a partir del primer día de diciembre. Su padre, Humberto Murrieta Necoechea, ayudó al Consejo de Alumnos de Montaño a acercar a José Sulaimán para entrevistarlo en un periódico deportivo elaborado por el propio Consejo de Alumnos.
Son apenas algunos de los nombres de aquella generación universitaria que culminaba la década de los ochenta con ánimo de detonar cambios. Pasaron veinte años y la generación se mueve.
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