La primera celebración de los Juegos Olímpicos de la que se tiene registro fue en el año 776 a. C. El significado de estos eventos en principio fue marcadamente religioso.
Hoy a unos 2 mil 800 años se mantiene el espíritu de competencia. La idea de revivir estas justas en la época moderna fue del francés Pierre de Coubertin, quien fundó el 23 de junio de 1894 el Comité Olímpico Internacional (COI) en el que se logró reunir a los delegados de 34 países.
En principio se proyectó que las primeras Olimpiadas modernas se realizarían en Paris en el año 1900, no obstante hubo un gran trabajo de convencimiento para llevarlas a Atenas. En ese momento el país anfitrión atravesaba por una difícil situación económica. Los organizadores lograron que el príncipe Constantino de Grecia asumiera la presidencia del COI, lo cual propició la participación de diferentes sectores económicos del país ampliando paralelamente el consenso y legitimidad hacia el gobierno de su padre el rey Jorge I de Grecia príncipe de Dinamarca.
Así, entre el 5 y el 16 abril de 1896, se reunieron en Atenas 262 atletas de 14 países que compitieron en 9 diferentes disciplinas (atletismo, ciclismo, esgrima, gimnasia, lucha, natación, halterofilia, tenis y tiro) y 43 pruebas. En esta ocasión no participó ninguna mujer y los atletas tuvieron que sufragar los gastos de su hospedaje. La inversión se estimó en 3 millones 740 mil dracmas aproximadamente 448 mil 800 dólares (precios corrientes), a pesar de que se propuso una inversión original de 250 mil dracmas.
En 1974, al concluir las Olimpiadas de Montreal, el modelo para el financiamiento de los JO evidenció serias contradicciones respecto de los objetivos económicos que se perseguían: la ciudad anfitriona quedó con una deuda de alrededor de mil millones de dólares la cual fue cubierta en 30 años.
Esa situación obligó al COI a crear nuevas reglas, aunque poco se ha logrado en el tema de los gastos de inversión e infraestructura necesarios. En el estudio Olympic Proportions: Cost and Cost Overrun at the Olympics 1960–2012, Bent Flyvbjerg and Allison Stewart de la Saïd Business School de la Universidad de Oxford, concluyen que desde 1960 los presupuestos iniciales se elevan en un promedio de 179%. Además se destaca que en los últimos diez años las ciudades anfitrionas mejoran ampliamente los procesos de planeación, en comparación con el periodo 1968 – 2000 y los costos finales respecto de los iniciales en promedio no son mayores al 47% y no del orden del 258% como solía ocurrir antes. Este fenómeno puede ser atribuible a la cantidad y calidad de información contable proporcionada con la cual se puede alertar sobre rubros en los que los costos se elevan considerablemente.
La nueva estrategia de administración y financiamiento se ha ido consolidando a partir de los años ochenta derivada de la experiencia de Los Ángeles. Actualmente opera con once Socios Olímpicos (TOP por sus siglas en inglés) los que pagan al COI importantes sumas por explotar mundialmente la marca de los cinco aros olímpicos, considerando al menos un plazo de ocho años comprendiendo el ciclo de los Juegos de Verano y los de Invierno. Los términos de esos contratos representan importantes ganancias.
La participación comercial se completa con socios comerciales locales quienes pueden explotar la marca en forma más acotada pero con diferentes vertientes de participación económica, a través de brindar productos o servicios, o ambos, para apoyar el desarrollo de los eventos. El esquema contempla tres pilares económicos: los derechos de transmisión, la venta de boletos y el licenciamiento para comercialización de la marca. El comité organizador local, por cada uno de esos rubros recibe respectivamente los siguientes porcentajes: 49%, 95% y 34%.
Para Londres 2012 se auguran buenos resultados económicos, a pesar de que el presupuesto inicial de tres mil 500 mdd se incrementó hasta los 17 mil 250 mdd, esto se debió a un incremento en los costos de las medidas de seguridad, que fue considerada como una de las prioridades dados los riesgos que podrían enfrentarse.
Bajo las reglas actuales del COI es evidente que los consumidores de todo el mundo, no sólo los que asisten a los estadios sino los que desde la comodidad de su hogar siguen las justas deportivas, serán quienes pagarán todos los costos.
El LOCOG estimó que la derrama económica puede ser igual a 31 mil 800 millones de dólares, además de los beneficios en infraestructura deportiva y urbana, la reputación internacional del país que tendría una consecuencia directa en el turismo, así como en otra serie de transacciones comerciales y la dinámica social que conlleva este esfuerzo colectivo.
Los JO imprimen una dinámica social de grandes dimensiones, al hacer un recorrido por los testimonios y emociones que dejan en la población. Recordemos el México 68, con ceremonias de inauguración y clausura marcadas por la calidez y lo mejor de las tradiciones del país, en donde por primera vez una mujer encendió el pebetero olímpico.
Los eventos deportivos fueron transmitidos a color y se impusieron difíciles marcas olímpicas.
En la memoria también está el Moscú 80, en donde se vivieron las consecuencias de un boicot lanzado por Estados Unidos como consecuencia de la presencia militar soviética en Afganistán y asistieron a los juegos solamente 80 países. Cuatro años después en Los Ángeles 84 se mostró una organización impecable y sin financiamiento público. En Barcelona 92 de nueva cuenta se imprime un amplio sentido cultural a la olimpiada y en Beijing 2008 se conjugan la tecnología y lo más tradicional de la milenaria cultura china.
Otro aspecto a revisar tiene que ver con las especificaciones técnicas y exigencias para el desarrollo de las diferentes competencias dado que el espectáculo requiere de las mejores condiciones para lograr una verdadera competencia y que se rompan las marcas. Hay muchos requerimientos técnicos que se deben seguir lo cual también genera gastos importantes en las instalaciones, unidos a los estándares de aforo y seguridad.
Hoy, como en otras ediciones de los JO se rompen los esquemas tradicionales: en 1900 participan por primera vez las mujeres, en 1968 hay una expresión en contra de la discriminación y el racismo, a través del puño con el guante negro por parte de atletas afroamericanos. En Londres 2012 se hace más evidente la participación de las mujeres: por primera vez compiten dos mujeres deportistas saudíes.
Finalmente no se pueden dejar de lado los resultados que México ha tenido y puede obtener en los JO. Se generan múltiples expectativas ante situaciones poco objetivas, en el país no se tiene claridad sobre cómo instrumentar una política pública en materia deportiva y, como es cada vez más común, se tienen excelentes diagnósticos, sin embargo, no se logran acciones que lleven a resultados concretos.
Se habla de la necesidad de mayores recursos para impulsar el deporte, es cierto, pero también se debe proyectar una visión más crítica e integral que pueda revisar lo que sucede con la salud de la población, las cifras pusieron en alerta al sistema nacional de salud y empezar a conjugar soluciones. ¿No es ésta una primera condición para dar consistencia a una política de gobierno?
Habrá que revisar cómo se canalizan los recursos y que la sociedad civil participe de manera activa para apoyar el deporte. Si no hay programas y acciones de largo plazo, no podemos esperar resultados diferentes. El lograr ser sede de una Olimpiada tarda alrededor de diez años desde que se inician las negociaciones, en nuestro país cada sexenio cambiamos de dirigentes y de programas para el deporte, circunstancia que lleva a esperar el triunfo de pocos deportistas. En nuestro país no tenemos una cultura como la promovía la extinta Unión Soviética, o bien como los esfuerzos que emprenden diversas asociaciones de hipismo de los Estados Unidos para participar en los JO.
Hay mucho por hacer, habrá que aprender de lo que harán en Rusia 2014 y en Brasil 2016 como una oportunidad de demostrar al mundo las capacidades que tienen ambas sociedades. Por lo pronto a llenarnos de energía con Londres 2012.
* Maestro en Administración Pública dedicado al análisis de políticas públicas. sergioaquiles@gmail.com