WASHINGTON. Al menos siete personas murieron ayer en un tiroteo en un templo de la comunidad sij en las afueras de Milwaukee, Wisconsin, informaron las autoridades policiales.
Bradley Wentlandt, jefe de policía del condado de Greenfield, confirmó que cuatro personas han sido encontradas muertas dentro y tres fuera del templo, una de las cuales es el autor de los disparos.
Wentlandt explicó que una unidad de policía se desplazó al templo sij en Oak Creek, un suburbio a las afueras de Milwaukee, al recibir una llamada sobre disparos a las 10:25 hora local.
Al llegar al lugar de los hechos, uno de los oficiales fue recibido a tiros por parte de un atacante por lo que “respondió con fuego a los disparos” y finalmente abatió al atacante, agregó el jefe de policía.
El agente de policía resultó herido y debió ser hospitalizado. Fue sometido a una operación quirúrgica pues recibió “múltiples heridas de balas, pero está fuera de peligro”, indicó Wentlandt.
Posteriormente, las autoridades encontraron cuatro cadáveres dentro del templo y dos más fuera, además del atacante.
Asimismo, el jefe médico del Hospital Froederdt, Lee Biblo, informó que el centro sanitario ha ingresado a tres heridos, todos hombres, quienes se encuentran en “situación crítica” a consecuencia de múltiples heridas de bala.
El gobernador de Wisconsin, el republicano Scott Walker, ha indicado en un comunicado que las autoridades locales trabajan ya con el FBI para esclarecer los hechos. Por el momento, se desconocen los motivos del atentado.
Grupos defensores de los derechos de los sijs reportaron un aumento en las agresiones contra ellos desde los ataques terroristas a Estados Unidos del 2011. La Coalición Sij, con sede en Washington, reportó más de 700 incidentes desde ese entonces, que atribuyen al sentir antiislámico. Los sijs tienen una religión diferente, pero sus largas barbas y turbantes hacen que los confundan con musulmanes.
El sijismo es una fe monoteísta fundada en el sur del Asia hace más de 500 años. Cuenta con unos 27 millones de fieles en el mundo, de los que aproximadamente 500.000 viven en Estados Unidos. Los feligreses no se cortan el cabello. Los varones suelen cubrirse el cabello con turbantes —que son considerados sagrados— y se abstienen de afeitarse la barba.