Monterrey. Existen varios factores que hicieron que los grupos de narcotraficantes mexicanos tuvieran un crecimiento desmedido después del año 2000. Parecería que la suerte se alineó con estos empresarios ilegales que lograron desbancar a las mafias colombianas del control del mercado de la cocaína, a los rusos del control de las drogas sintéticas, y entraron a suplir a los turcos y afganos en el mercado de la heroína por la invasión de EU en Afganistán.
Sin embargo, la legalización de las casas de juego y casinos en México le ahorró a los miembros del crimen organizado entre 15% y 20% de los costos de operar en México. Antes de esta ley el mercado negro tenía un costo de 25 centavos por dólar para lavar dinero. Este costo era más barato en países como Panamá, porque cada vez más las regulaciones bancarias eran más estrictas y la regulación hacía casi imposible utilizar el dinero depositado en una cuenta panameña con menos de 5 días naturales. Hoy en día hay bancos europeos y americanos que no aceptan transferencias directas de una entidad financiera en Panamá.
Pero mientras el mundo estaba preocupado cortando la entrada del dinero y financiamiento a los movimientos islámicos, México resultó ser un paraíso para el lavado de dinero. La regulación bancaria era escaza, las casas de cambio podrían realizar transacciones en el sistema financiero con plena libertad, el auge de las SOFOMES y su escasa regulación permitían otra entrada al sistema financiero y la autoridad no estaba preparada para realizar investigaciones ni preparada para entender tipologías de lavado.
Mientras el sistema financiero mexicano cuenta con un nivel de penetración bajo en cuanto al número de usuarios y transacciones financieras, no contaba ni cuenta con los procesos ni capital humano para monitorear “operaciones inusuales”. Al igual que en otras áreas del gobierno vimos como cada dependencia encargada – SHCP, la PGR, la SSPF, el CISEN, etc – de hacer frente al crimen organizado creo una Unidad de Inteligencia Financiera, que al día de hoy son inoperantes, descoordinadas y sin resultados. Pero la descoordinación estatal contra la organización del crimen organizado es una historia que se repite en las fronteras, puertos y aduanas del país, donde la supuesta “solución” ha sido crear un grupo de alto nivel que solo se junta para quejarse del representante ausente en la mesa.
La falta de regulación y supervisión a los casinos es lo que le dio una ventaja estratégica a los carteles de la droga. El poder entrar a un casino con un millón de pesos, cambiarlo por fichas de juego, esperar 20 minutos y dirigirse a la caja a cambiar las fichas por un cheque de caja, con un costo de 5% representaba un ahorro de 15% a 20% sobre el margen de las utilidades para el crimen organizado. Estos cheques podrían ser girados a nombres de empresas, personas, casas de cambio o prestanombres.
En la investigación que se sigue en EU sobre la adquisición de aviones a través de bancos americanos hay depósitos provenientes de casinos realizados como pagos referenciados para cubrir servicios de cabotaje en hangares que revelan las rutas del trasiego de la cocaína, así como la distribución mundial. Lo cual revela un alto grado de sofisticación y eficiencia económica por parte de los carteles.
Siempre hemos dicho que no hay políticas públicas diseñadas para desmantelar el negocio del trafico de droga, personas y piratería. Estos negocios son producto del manejo optimo de una cadena de logística donde la falta de supervisión en puertos, fronteras y procedimientos de aduanas y certificación de pilotos le ha dado una gran ventaja al crimen organizado. Por eso, es de suma importancia que la próxima administración tome decisiones importantes sobre el lavado de dinero en el país. Y eso significa empezar por la supervisión y regulación de los casinos. Al día de hoy los mexicanos no sabemos quienes son los dueños de los casinos ni los antecedentes de sus operadores.
Frases Celebres. “Sí, hubo un decomiso (de marihuana) en la bodega propiedad de mi hermano, Cándido Monreal.” Ricardo Monreal 19 de Mayo 2009 La Jornada.
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