El cálculo que hacen los electores para decidir por quién votar ha sido un elemento de estudio de académicos y estrategas en todo el mundo desde hace décadas. Las frases ahora popularizadas como “es la economía, estúpido” o “qué has hecho por mí últimamente” hacen referencia a los factores que intervienen en las decisiones electorales y a la rendición de cuentas democrática. Todos los días observamos evidencia nueva explicando por qué hay partidos o candidatos que se religen en sus cargos, por qué votan los ciudadanos por partidos recién creados, qué tan importantes efectos de opinión pública son provocados por las campañas, las guerras y las crisis económicas. Por lo mismo es lamentable el diagnóstico simplista respecto a la enorme derrota del Partido Acción Nacional en los comicios presidenciales del 1 de julio.

 

Hace unos días el presidente Calderón afirmó que al ser gobierno no queda más que el eje de la continuidad, frente al resto de los partidos, que solicitan cambio. Una parte de su explicación es que los logros de su gobierno no se tradujeron en votos porque la campaña de Josefina Vázquez Mota no supo vincularlos exitosamente. En particular, el término diferente pudo haber sido un elemento de gran confusión para los votantes.

 

El gobierno del presidente Calderón ha obtenido logros muy importantes en temas de salud con el Seguro Popular, infraestructura carretera, hospitalaria y educativa, la expansión de una red de protección social con programas como el de Guarderías y Estancias Infantiles, la ampliación de 70 y más, becas, etc. Pero desafortunadamente, y así como el mandatario afirma que los electores pueden confundirse, en numerosas encuestas de opinión, hemos visto una y otra vez que los mexicanos deciden sobre su gobierno con los temas económicos y más recientemente con los de inseguridad en su mente.

 

Para formar opinión, es más importante la percepción de incremento de la violencia que la gente relaciona con el inicio de la lucha contra el narcotráfico que la remodelación de una escuela o la entrega de algún beneficio social. Las miles de muertes que están presentes en el imaginario colectivo pesan más que los cientos de miles de kilómetros construidos en carreteras. Y, por mucho, la percepción de falta de empleos y los bajos salarios permanecen como preocupación constante en la vida cotidiana de cada persona que tiene que luchar diariamente para llegar a fin de mes.

 

Efectivamente, cuando en encuestas se pregunta por el trabajo del Presidente en temas de educación, salud, apoyo a mujeres e infraestructura, resulta significativamente bien evaluado. Por el contrario, se encuentra una alta desaprobación al gobierno en temas económicos y de seguridad. Antes de las campañas, 60% de la población pensaba que la estrategia en la lucha por la seguridad debía cambiarse. Más gente pensaba que el gobierno iba perdiendo la lucha que la que pensaba que iba ganándola. El 71% de la población opinaba que se requería de cambios significativos en el país mientras que únicamente 21% pensaba que deberíamos mantener el mismo curso.

 

A pesar de que el número de víctimas directas de la delincuencia no parecen haber incrementado, la percepción de aumento en la violencia sí aumentó exponencialmente. Y, por último, las declaraciones del Presidente en los rubros económicos contaban con muy poca credibilidad, a diferencia de sus declaraciones relacionadas a temas de inseguridad y programas sociales. ¿Realmente la continuidad era el camino para que el PAN tuviera una oportunidad de gobernar por un tercer sexenio?

 

Cabe señalar que el representante perfecto de continuidad del proyecto del presidente Felipe Calderón era Ernesto Cordero. Un político con una trayectoria asombrosa, con un perfil académico muy respetable y que era una de las personas más cercanas al Presidente. No obstante, el proyecto de continuidad no ganó adentro del partido del presidente Calderón. Ganó la oposición interna abanderada por Josefina Vázquez Mota. Si esta continuidad clara no contó con apoyo dentro de los mismos panistas, ¿por qué sería bien recibida en la población abierta?

 

Y así como el término diferente podría ser confuso, vale la pena preguntar qué entendería la gente por continuidad. ¿Más violencia? ¿Más falta de empleos? ¿O en realidad significaba más finanzas públicas responsables, más apoyos sociales y más carreteras? En pregunta abierta la gente señalaba que el principal logro del Presidente era la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado; también señalaban que era su principal fracaso. Posiblemente la continuidad habría sido un término aún mas confuso y riesgoso ya que cada quién hubiera interpretado la propuesta de acuerdo a su evaluación de la gestión presidencial que realmente no daba para ganar una elección como la que acabamos de vivir.

 

Si los logros del Presidente eran tan claros, ¿realmente en tres meses de campaña se capitalizaban? ¿O debieron haber sido bien comunicados en seis años de gobierno para traducirse en apoyo electoral? ¿Fueron tres meses de campaña los que derrotaron al PAN o fueron seis años de dificultades económicas reales y muy graves para la población, de expectativas no cumplidas, de no ver avances del PAN en temas de lucha contra la corrupción?

 

El resultado de la pasada elección se explica por muchos factores. El desgaste natural que acompaña al ejercicio de gobierno. La mala comunicación del Ejecutivo federal respecto al por qué de sus acciones, cuáles eran sus objetivos y cuáles eran sus logros, especialmente en temas tan delicados y complejos como la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. Las diversas malas gestiones panistas a nivel estados y municipios; algunas como ejemplos emblemáticos de corrupción y clientelismo. Y efectivamente, una campaña con escasos recursos, una división profunda del PAN, tanto nacional como local, que llevó a figuras máximas del partido, como el ex presidente Fox, a pedir el voto por el PRI, así como errores tácticos en la implementación de la campaña.

 

El PAN está a punto de regresar el poder al PRI y sus actores políticos principales han demostrado una genuina incapacidad de autocrítica y oficio político. Si diferente no fue exitosamente llenado del contenido necesario para comunicar que la diferencia de la candidata Josefina Vázquez Mota era vis-a-vis los contendientes, especialmente en el contexto de diferencia de género, es necesario reconocer que un slogan por sí solo no determina el éxito o fracaso de una campaña electoral. También es importante poner la elección mexicana en contexto haciendo una revisión a la historia del mundo y el número de presidentes y partidos que han ganado elecciones presidenciales o incluso intermedias cuando su país se encuentra en guerra, ya sea en el extranjero o en el interior del país como es nuestro caso; ese número es mínimo en la historia del mundo.

 

El PAN representó la opción genuina de alternancia en el año 2000 para la mayoría de los mexicanos; la gente votó por el cambio. En 2006 una proporción importante de la población no votó por el PAN y sin embargo tuvo la oportunidad de gobernar por una ventaja de cientos de miles de votos. Era la obligación moral del presidente Calderón, del PAN y de todos los participantes en ese proyecto de gobierno (incluidos los autores de este artículo) llevar a cabo un proyecto de país audaz que recuperara el tiempo perdido en malos modelos económicos, de corrupción burocrática interminable y decisiones políticas equivocadas. Eso no se logró. Y por eso la población, no sólo prefirió regresar al PRI, sino que puso al PAN en tercer lugar de sus preferencias electorales.

 

Los panistas debemos dejar la tentación de señalar culpables y reconocer que todos fuimos parte de este fracaso. Así como millones de personas decidieron sacar al PRI de la Presidencia hace 12 años, millones de personas decidieron hacer lo mismo con el PAN en 2012. Si bien la población diariamente se enfrenta a problemáticas propias y no piensa en política por lo general más que en épocas electorales, sí sabe lo que quiere. Y diferente o no, la gente no quiso al PAN y no quiso al PAN que tienen como referente más cercano  el gobierno del presidente Calderón y a diversos gobiernos locales fallidos.

 

La incapacidad de hacer un diagnóstico correcto y tomar las decisiones correctas ha creado los monumentos a la estupidez, como el caso de los partidos de derecha que prácticamente desaparecieron en América Latina, como COPPEI en Venezuela. Si el PAN quiere evadir ese destino, tiene que empezar a trabajar en serio para restructurarse y limpiarse por completo de prácticas corruptas y de malas decisiones políticas.

 

* Ex coordinadora de opinión pública de la Presidencia de la República y ex coordinador de general adjunto de la campaña de Josefina Vázquez Mota