A nueve años de su creación, el Seguro Popular alcanzó la cobertura universal al afiliar a más de 52 millones de mexicanos; a pesar de sus fallas, el sistema de salud mexicano se ha vuelto un ejemplo en los países en desarrollo, que todavía no tienen bien establecido un modelo para garantizar los servicios médicos a su población.
Aunque se logró la cobertura universal, los especialistas coinciden en que el reto de este sistema de salud debe ser la calidad en los servicios, y no únicamente el número de personas afiliadas.
En este sentido los temas de la prevención y atención oportuna son cruciales, sobre todo en las enfermedades catastróficas. Por ejemplo, el daño renal está asociado con la diabetes, así como la obesidad, por lo que su detección debería ser más temprana.
El cáncer de mama también es curable, pero la detección sigue siendo tardía, lo que duplica los costos de atención por muertes prematuras o el tratamiento para salvar la vida a las pacientes.
Pero además, fortalecer las tareas de prevención ante el incremento en el número de enfermedades crónicas no transmisibles. En una década, el número de pacientes con estos padecimientos (diabetes, cáncer, hipertensión, problemas cardiovasculares o renales) pasó de 70 a 74.5% del total de la población, y seguirá en aumento si no hay acciones de prevención, advierten especialistas.
En abril pasado, el gobierno federal anunció la cobertura total de aquellos quienes no contaban con un servicio médico gratuito y gubernamental. Aunado a lo anterior, el Seguro Popular atiende ya 174 padecimientos y 56 enfermedades consideradas de gasto catastrófico.
Desde la creación del programa se ha incrementado la esperanza de vida de 74 a 75 años; la tasa de mortalidad infantil se redujo de 18.2 a 14.1 muertes por cada mil nacimientos; y la cobertura de métodos anticonceptivos en mujeres se incrementó dos puntos porcentuales.
Aun con estas fallas, el sistema de salud mexicano es un ejemplo en los países en desarrollo, que logró sobrevivir a la crisis de 2009.
En adelante el uso del presupuesto debe ser más eficiente para dar un mejor servicio y reducir el gasto de bolsillo en medicamentos, que actualmente representa 48% de los ingresos de las familias mexicanas.