Hay personajes que saltan de los videojuegos y de las películas al estrellato político. Si las dotes histriónicas de Ronald Reagan lograron llevarlo al papel protagónico de la Guerra de las Galaxias, a Arnold  Schwarzenegger lo vimos perder algunos años de su vida hollywoodense en la gubernatura de California.

 

La vida es un videojuego. En Counter-Strike: Global Offensive aparece un grupo de terroristas con la identidad semiótica del grupo ETA enfrentándose a una facción antiterrorista con granadas y cocteles molotov. El delegado del Gobierno del País Vasco, Carlos Urquijo, declaró el pasado martes que el videojuego Counter-Strike es “una humillación para las víctimas de ETA”. Su sentencia sobre el juego fue clara: inmoral.

 

En Japón se reirían de los españoles indignados por el videojuego. Para los asiáticos, llevar la realidad a un videojuego es desmontar la esencia de actos verdaderos para convertirla en una emocionante ficción. La brecha es enorme. Para los occidentales la brecha es una frontera. Una frontera muy tenue. En Estados Unidos el binomio ficción-realidad es un péndulo. Baudrillard se cansó de escribir sobre la proclividad de Hollywood de anticiparse a la realidad. Para el escritor francés, la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001 ya había ocurrido en las pantallas de los cines muchos años antes.

 

En el siglo XXI la correlación entre la emoción y la realidad es negativa; a mayor experimentación de emociones la realidad mengua. En los videojuegos sucede lo contrario; las emociones crecen junto a la experiencia “real” del jugador. La nueva versión de la película Total Recall (El vengador del futuro), dirigida por Len Wiseman y estelarizada por Colin Farrel y Jessica Biel, es un reto lúdico dedicado a cerebros acostumbrados a desarrollarse en atmósferas del videojuego. Se podría concluir que el único reto para los espectadores es sumergirse en los códigos sensoriales de los videojuegos de lo contrario perderán el interés por la trama.

 

Mario Bros se cansó de la irrealidad y saltó a la vida real a través de Penélope Cruz. No hay mejor campaña publicitaria (tropicalizada) para promover el producto New Super Mario Bros 2 de Nintendo 3DS, que desenterrar el alma almodovariana de Penélope Cruz para trasladarla al mundo de los videojuegos donde su alma tiene forma de bigote.

 

La reciente oferta de venta del sueño americano a través de eBay es una clara demostración que los videojuegos son algo más que una entelequia. Un ciudadano estadunidense ofrece deshacerse del sueño americano por 3.5 millones de dólares (45 millones de pesos). Entre el kit del sueño se encuentran tres tiendas de videojuegos. El negocio que le ha permitido hacer realidad su sueño americano.

 

Muchas de las recomendaciones que ha recibido el presidente español Mariano Rajoy, es que desarrolle simuladores a través de videojuegos que le ayuden a optimizar su mapa de decisiones.

 

Algunos de los videojuegos que se encuentran en circulación podrían ser adaptados a la realidad del presidente. SimCity es uno de ellos. Gracias al videojuego el Gobierno español lograría reordenar la ya famosa, por triste, burbuja inmobiliaria. ¿Viviendas a precios no prohibitivos? El problema son los más de 2 millones de departamentos nuevos pero vacíos. Sacar provecho de los recursos limitados es lo prioritario para Rajoy.

 

Entre las inacabables aplicaciones de Apple, se encuentra unas que se encargan de premiar al geek (obsesivo por la tecnología) a través de naturalezas similares a la de los videojuegos. Levantarse a tiempo: 10 puntos; hablarle correctamente al jefe: 50 puntos; olvidar en casa el iPhone -100 puntos.

 

Así como sucede con la película Total Recall, lo mejor es comprender a los políticos a través de atmósferas en las que los videojuegos son tan didácticos que los políticos no requieren de discursos. Videojuego mata discurso.

 

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