En un mundo político cuyo legado de la Guerra Fría no se disipa en su totalidad, Julian Assange inició la saga como el bueno de la película; un hacker que ha ridiculizado a los sistemas de seguridad de Estados Unidos, pero sobre todo, que ha logrado llevar a la opinión pública material de información desgarradora, como el video en el que aparece un helicóptero del ejército estadunidense disparando a mansalva a niños y periodistas en Irak.

 

Pero en la vida es muy fácil convertirse en caricatura. Assange se ha integrado al eje chavista. En esta ocasión, uno de sus miembros, el presidente de Ecuador, le ha extendido la mano otorgándole asilo político. La decisión es desmesurada porque no cumple con los protocolos internacionales para ello.

 

Terminó por solicitar asilo político. Confesó a la prensa que las condiciones de su país se habían convertido en insostenibles. Se refería a las presiones. Los políticos autoritarios suelen presionar una sola ocasión. Basta y sobra. No era necesario aguantar hasta la estocada final.

 

Por ello se reunión con su familia para evaluar algunos escenarios que él mismo había articulado unos meses atrás.

 

El óptimo, para él y su familia, implicaba dejar su país. Así lo hizo.

 

La mañana del 24 de agosto de 2011, Emilio Palacio, quien se había desempeñado como jefe de Opinión del periódico ecuatoriano El Universo, desayunó en compañía de su familia y todos le desearon suerte. Unos días después, Emilio Palacio apareció en Miami para formalizar su solicitud de asilo político a Estados Unidos.

 

Para conocer el pensamiento radicalmente histriónico del presidente ecuatoriano Rafael Correa, es necesario recordar lo sucedido el 30 de agosto de 2010 en el Hospital de la Policía en Quito. Un grupo de policías se rebelaron por el surgimiento de una nueva ley cuyo objetivo era recortar sus beneficios salariales. Los policías armaron una trifulca bajo una densa nube de gases lacrimógenos. El descontrol tomó la batuta. Todo parecía indicar que el presidente, con mascarilla protectora sobre el rostro, estaba acorralado por policías en su propio hospital. Fue entonces cuando aparecieron miembros de fuerzas leales de Correa; lo lograron sacar en una silla de ruedas resultando lesionado su ministro de exteriores, Ricardo Patiño.

 

Después de varios minutos de incertidumbre, el presidente de Ecuador reapareció en una plaza para arengar a la masa: “Señores, si quieren matar al presidente, aquí está, ¡mátenlo!, si les da la gana, ¡mátenlo si tienen valor!”

 

En efecto, Correa revistió a la protesta de los policías en intento de golpe de Estado. Fue aquí donde el periódico El Universo cuestionó lo que para ellos resultaba ser una postura desmesurada, por no decir demencial, de Rafael Correa.

 

La guerra entre el presidente y El Universo subía en espiral.

 

En una columna del periódico con mayor tiraje en Ecuador, Palacio calificó la trifulca como un montaje del presidente, en el que de manera irresponsable dio la orden de disparar marginando el riesgo de una tragedia ya que decenas de civiles se encontraban en el hospital.

 

Emilio Palacio aseguró, en su columna, que una vez que Correa pierda las elecciones presidenciales, se quedará sin inmunidad y, ahora sí, jueces imparciales lo llevarán a juicio por lo sucedido durante la trifulca.

 

Correa interpuso una demanda judicial en contra de Palacio y de los dueños de El Universo. Lo injuriaron, sentenció el presidente. Los jueces (bajo las órdenes de Correa) dictaron tres años de cárcel y una indemnización total de 80 millones de dólares entre el periodista y los directivos del periódico.

 

Por lo anterior, resulta absurda, pero sobre todo cínica, la decisión que tomó Rafael Correa en relación al otorgamiento de asilo político a Julian Assange, el creador de Wikileaks.

 

Como si se tratara de la cuarta parte de la saga Millennium de Stieg Larsson, Assange se encuentra enclaustrado en territorio ecuatoriano empotrado en Londres, es decir, en la Embajada gobernada por le presidente Rafael Correa. Las dudas sobre su extradición a Estocolmo (por acusaciones de “violación leve” debido a que se negó a utilizar condón durante relaciones sexuales consentidas) se ensanchan porque las leyes de la física juegan en contra de Londres. La gravedad del peso de Assange recae en suelo ecuatoriano.

 

Un James Bond ecuatoriano lo necesitaría rescatar de la Embajada para trasladarlo a un avión. Ya en el aeropuerto, Assange requeriría de un estatus especial para sortear a la policía migratoria. Por ejemplo, un estatus de valija diplomática.

 

No se trata de la Guerra Fría. Es un performance tropical. Convendría que Hugo Chávez apareciera para cargarle combustóleo a un avión con matrícula ecuatoriana, ya que la conexiones aéreas entre Quito y Londres corren a cargo de British Airways. En el performance tropical reflorecen las típicas ideologías antagonistas del bien y el mal. El ALBA en contra de la OTAN, o si se prefiere, el eje chavista en contra del eje del mal.

 

Assange se ha dejado cooptar por el eje chavista y como tal, se convertirá en una caricatura como todos los que se han dejado seducir por los miembros del eje.

 

En 2009, Assange recibió miles de despachos diplomáticos estadunidenses de la mano del soldado Bradley Manning. Se trató de una especie de YouPorn Diplomático. Mensajes desenfadados, y no tanto estratégicos, fueron revelados en Wikileaks mostrando la concupiscencia de los políticos, es decir, humanos.

 

En su mayoría, las revelaciones eran algo más que frívolas. ¿A quién le sorprendió el despacho escrito por el embajador estadunidense en Roma, David H. Thorne, al mostrar su preocupación por los estudios médicos del entonces primer ministro, Silvio Berlusconi? “Son un desastre (…) apenas duerme y tiene tendencia de organizar fiestas salvajes”.

 

En realidad, el golpe medular de Assange no fueron los despachos diplomáticos. Sí lo fue el video (revelado en marzo de 2010 aunque grabado en 2007) en el que un helicóptero Apache, del ejército estadunidense, disparaba a dos periodistas de la agencia de noticias Reuters y a algunos niños en Irak. En efecto, eran los tiempos del general George Bush y sus halcones. La emisión del video dobló las estructuras del área de seguridad de Washington.

 

Convendría describir y ponderar algunos de los escenarios que podrían suceder con Assange durante los próximos meses o años.

 

  1. El primer de ellos es el lógico y el único que se apega a derecho. Reino Unido no otorgará salvoconducto para detonar el viaje de Assange a Ecuador. Los cargos que el fundador de Wikileaks tiene en Suecia no se asimilan a las condiciones de otorgamiento de asilo político. Sí se asimilan al derecho penal por su sobre posible responsabilidad de haber cometido una “violación leve”.
  2. Assange logra salir de Londres y viaja a Quito. Por default, Reino Unido rompe relaciones con Ecuador.
  3. Un grupo de cirujanos se traslada a la Embajada para realizarle a Assange un sustancial cambio en el rostro. El gobierno de Correa le otorga un pasaporte diplomático y viaja a Quito.
  4. Instituciones internacionales analizan el caso; personalidades del Tribunal de Justicia Internacional no ven las razones por las que Assange se envuelva con la figura de asilo político. La presión sobre Correa lo arrinconaría cediendo ante las autoridades judiciales británicas. (Un escenario que no sucederá durante los próximos dos años.)
  5. El fundador de Wikileaks permanece algo más de tres años en el interior de la Embajada y, de manera paralela, hay una renovación del gobierno ecuatoriano. Correa pierde las elecciones y el nuevo presidente tendrá la facultad de cancelar el otorgamiento de asilo político. Assange sería entregado a la autoridades judiciales británicas.
  6. Baltasar Garzón, abogado de Assange, logra demostrar a tribunales internacionales que la salud física y/o mental de Assange han menguado. El gobierno de Cameron le otorgaría el salvoconducto y Assange viajaría a Ecuador.

 

Uno de los escenarios que el propio gobierno de Ecuador comentó durante la semana, fue el que la policía londinense ingrese por la fuerza a la Embajada. Es el mejor escenario para Correa; minimizar el sentido diplomático británico. David Cameron y el poder judicial saben que nunca lo ordenarán. Primero porque no corren riesgo personas con nacionalidad británica en el interior de la Embajada. El segundo elemento es el propio caso, es decir, Assange no implica riesgo como sí lo haría, por ejemplo, un terrorista que hubiera tomado la Embajada. Y la tercera razón responde más al ajedrez diplomático: no le darán el gusto a Correa.

 

La historia de Julian Assange, uno de los superhéroes de la transparencia de la información, se ha convertido en caricatura. El origen de la saga tiene nombre y apellido: Rafael Correa. El presidente que persigue a periodistas del periódico ecuatoriano El Universo.

 

Presidente que aplica la ley de manera discrecional no es un presidente equilibrado. Continuará su performance tropical.

 

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