Estaba ahí por curiosa, en realidad, acompañando a un amigo. Un trendsetter en Nueva York. Iban a admirar y evaluar viejas cosechas cuando una parte de su vida saltó desde el epicentro de la subasta.

 

De pronto, ella fue el centro de atención de los coleccionistas. El champagne rosa que ofrecían al mejor postor era, precisamente, parte de las botellas que su abuelo mandó a hacer a Möet & Chandon para su boda. Alguien, no sabe quién, guardó un par de esa caja que su ex esposo atesoraba y que ignora cómo salieron de su residencia. Los flashes del pasado competían con la sonrisa infantil que su amigo exhibía ante ese selecto grupo que querían detalles del líquido que fue presentado como parte de un raro lote de Venezuela.

 

Beatrice Rangel jura que no sabe cómo llegaron hasta allá.

 

 

Un té verde, después de un margarita y una cena ligera en el Harry´s Grill de Cancún. El eco de los comensales y la música de Thievery Corporation hace parecer confesión lo que Beatrice cuenta.

 

Toda vestida de negro, aunque lo parece, aclara que el outfit no es oriental, si no que lo compró en un mercado en un pueblo de Morelos. Cuenta que le gusta ir de compras al mercado de San Juan, el que está por la calle de Buen Tono, en la Ciudad de México, porque encuentra cualquier cosa que imagina su paladar. Y las flores, frecuentemente la llevan hacia Jamaica. “Por lo que pago por un ramo de alcatraces en Polanco, me compro seis allá”.

 

Su aplomo se impone a las cabelleras rubias, las joyas y esos vestidos que no diario pueden ventilarse bajo la luna. Parece que recordar la subasta la llevó hacia otro lugar, hacia otro mundo, lejos de Cancún y la tormenta que cae esta noche de agosto. Comienza a pellizcar un algodón de azúcar morado y fin de la conversación. Le pone candado a los recuerdos. Todo comenzó porque alguien en la mesa comentó algo acerca de que los vinos son una buena inversión. Si lo sabe ella.

 

 

“Si hubieran apostado ayer por México hubieran ganado 4.50 pesos por cada peso. También pueden apostar cuántos goles: 1.50 pesos por cada peso apostado hubieran ganado si hubieran dicho que México más de uno y medio. Pueden definir el total de goles del primer tiempo, del segundo tiempo, si ganaba Brasil sin recibir gol, o con gol… eso es más o menos lo que hacemos en el Book, para que tengan una idea”, dice Carlos Zamudio.

 

Los books son establecimientos en donde se captan y operan apuestas de los clientes en carreras de caballos nacionales e internacionales, de galgos y otros eventos deportivos, como el soccer, americano, beisbol, carreras de autos y boxeo. El Yak tiene que ver con sorteos de números y símbolos de manera electrónica o manual.

 

Zamudio se mueve como con miedo entre los reporteros, se irrita cuando le preguntan sobre lavado de dinero o corrupción. Se muestra a la defensiva. Es el director de Relaciones Institucionales de Administradora Mexicana de Hipódromo. Trabaja ahí desde 1999, desarrollando el negocio de los juegos y sorteos. Es Ingeniero Civil por la Universidad Iberoamericana y maestro en ingeniería por el Massachusetts Institute of Technology (MIT).

 

Su consejo nos hubiera servido un día antes; antes de comenzar el seminario sobre la industria del juego, cuando con emoción veíamos cómo la selección mexicana de futbol  ganaba la medalla de oro, dejándole a Brasil la de plata, el orgullo lastimado y dos goles.

 

 

A Beatrice Rangel no le gusta mucho jugar, pero es la presidenta para México y Argentina de Codere. Esta empresa, con sede en Madrid, entró al mercado mexicano con asociaciones estratégicas con Grupo Caliente y Corporación Interamericana de Entretenimiento (CIE). La venezolana, que habla de Miami como su hogar, llegó a tomar las riendas de su empresa en este país en abril de 2011.

 

CIE inició sus operaciones de Sports Books y Yaks en 1999.

 

En noviembre de 2007, Corporación Interamericana de Entretenimiento tuvo que hacer pública su asociación estratégica con Codere, al adquirir la española 49% de CIE Las Américas. El 9 de febrero de 2012, adquirió 35.8% adicional de participación en la división (el importe de esta última transacción ascendió a dos mil 653 millones de pesos).  La mexicana se quedó sólo con 15.2% en la empresa.

 

En 1998, CIE obtuvo la concesión por 25 años, renovable por otros 25, para operar el Hipódromo de las Américas, que ocupa una superficie de 10.3 hectáreas en la Ciudad de México. Es la única pista profesional de carreras de caballos autorizada por el gobierno para operar en el DF. Además, Codere se quedó con el Centro Banamex y con la Granja de las Américas. Y a partir de julio de 2010 comenzó la primera fase de un acuerdo con Caliente, luego de adquirir la participación mayoritaria de la empresa de Jorge Hank Rhon, esto es 67.3%.

 

Beatrice dice que de 2007 a 2012, Codere ha invertido 600 millones de dólares en México. “En diferentes adquisiciones, reposicionamiento y reordenamiento de salas (…)”.

 

La multinacional del juego es la número 1 en Buenos Aires, Argentina, México y Panamá. Gestiona más de 54 mil máquinas, 191 salas de juego, 813 puntos de apuestas y tres hipódromos. Está presente también en Uruguay, Brasil, España, Italia y Colombia.

 

En México tienen alrededor de 20 mil máquinas, 95 salas de juego, 92 puntos de apuestas y un hipódromo.

 

Sin embargo, a Beatrice no le gusta mucho jugar, pero es una mujer afortunada. Una vez en Las Vegas tenía una cita con un cliente, por problemas de horarios tenía por lo menos 60 minutos libres. Ahí, en el mismo lobby del hotel, se le ocurrió meter 25 centavos de dólar en una máquina. Las alarmas la asustaron. Ganó tres mil dólares con un quarter. Se los gastó, al parecer, en un monedero. “No lo recuerdo”, asegura.

 

Si hay naipes o una ruleta, puedes saber si esa casa de juegos es ilegal.

 

Carlos Zamudio, el ingeniero, que desde hace más de una década está inmerso en el mundo de los casinos y que hoy obedece las órdenes de Beatrice Rangel, considera que la Ley federal de juegos y sorteos es muy sencilla, pues tiene 27 artículos.

 

Es una ley que dice que están permitidos sólo dos tipos de cosas, los sorteos y el juego de ajedrez, damas, boliche, billar, carreras y en general todo tipo de deportes. Juegos con apuesta en estas modalidades y además los sorteos. Están prohibidos juegos de azar y con apuestas. Podrán permitirse algunos juegos y sorteos… En realidad es complejo, pero el asunto se resume a que está prohibido todo, a menos que lo autorice la Secretaría de Gobernación.

 

Lo único que no puede autorizar son los naipes. Sin embargo, muchos lugares se amparan para decir que las cartas son un sorteo. Y mientras dura el pleito legal, ellos atraen jugadores.

 

“Como ha quedado claro, tenemos una regulación que es perfectible, pero lo que nos preocupa es que se cumpla por todos. Nuestros mayores dolores de cabeza como empresa son qué pasa cuando tu competidor cercano no paga impuestos. Da más premios, rifa coches y eso no lo podemos hacer por la capacidad financiera, no nos da. Nos sucede también con el tema de la prohibición de fumar. Son unos 2.5 millones de pesos para tener una sala de no fumar, multiplíquenlo por 90 salas. Hay lugares en donde ponen solamente un vidrio, eso nos pone en cierta desventaja”.

 

 

Sólo en sus brazos puede notarse el paso del tiempo, su rostro, ademanes y cabello no delatan su edad.

 

Está, desde abril de 2007 en Codere, cuando un alto ejecutivo le pidió venderle 100% de su tiempo para encabezar el proyecto en Argentina.

 

Entre 1972 y 1993 fue una de las políticas más influyentes de Venezuela, como ministra de la Secretaría le hablaba al oído a Carlos Andrés Pérez durante su segundo periodo en la presidencia, y la escuchaba. Era la jefa de su gabinete.

 

El dos veces presidente de Venezuela es recordado por liderar la nacionalización del petróleo y el hierro (en su primer periodo, entre 1974 y 1979), además porque durante su segundo periodo (1989-1993) enfrentó dos intentos de golpe de Estado, uno de ellos encabezado por Hugo Chávez, hoy presidente de esa nación. Y tuvo que dejar el poder apresuradamente, por un escándalo de corrupción.

 

Esta semana, el 25 de agosto, se cumple un año de los trágicos acontecimientos en el casino Royale. Sujetos llegaron a rociar gasolina y luego prendieron fuego a la casa de apuestas en Monterrey. Murieron 52 personas, entre ellas, una mujer embarazada.

 

De los temas más importantes para regular el juego, explica Zamudio, es saber quién es el dueño y quién está detrás de cada empresa. El reglamento lo contempla y es muy claro, piden información financiera que hay que entregar trimestralmente a Segob. Por eso dice que la catástrofe del Royale en Monterrey no debería ser un misterio.

 

“Las distintas instancias de gobierno se echan la culpa, la federación dice que las instancias locales, todos están metidos. No es posible que la autoridad no sepa. Si es legal, sabe exactamente, porque lo pide el reglamento, dónde está ubicado cada uno de ellos”.

 

A raíz de estos acontecimientos pasaron dos cosas: las autoridades comenzaron a revisar las medidas de seguridad y a clausurar muchos locales.

 

“Hacienda inició una revisión de la importación de las máquinas. Llevan ya 9 meses verificando máquina por máquina los documentos de importación. Si no presenta uno los documentos se llevan las máquinas”.

 

Eso, afirma Zamudio, ha depurado el mercado. Han retirado muchas máquinas que se importaban de Bielorrusia o Macao, aunque lamenta que un casino muy cerca de su Yak, en esta plaza en Cancún, todavía tiene máquinas asiáticas ilegales y las autoridades no los visitan. O hacen como que lo ignoran.

 

“Otro efecto, están aumentando los impuestos locales. Yucatán, Baja California y Puebla, ante la restricción de recursos de los municipios, han visto esto como una manera de recaudar más. En México, en todos los estados existe un impuesto, en los nuevos se habla de 78% de nuestro ingreso bruto. Esto lo hace totalmente inviable, yo diría que hay muchos municipios y estados que están encontrando el límite de lo que pueden cobrar de impuestos. Mérida, Yucatán, tuvieron que cambiar la ley. En Baja California así seguramente será, y en el caso de Puebla”.

 

Por si fuera poco, en 2010 apareció la obligación de que todas las máquinas deben estar conectadas en línea con el SAT. “Ya inició. Contribuirá a que las autoridades puedan verificar quién paga impuestos, quién está establecido bien y quién no”, dice Zamudio.

 

Lo más sencillo es ver si hay ruleta o naipes en el lugar. Lo demás entra dentro del campo de los expertos del MIT. Sistemas complejos de información y estadística aplicados a problemas humanos. Falta ver lo que hacen los hackers ante esta nueva brecha u oportunidad de negocio que se abre ante sus teclados.

 

 

Beatrice es hija de Domingo Alberto Rangel, un dirigente histórico de Acción Democrática y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Central de Venezuela, una maestría en Economía en la Universidad de Boston, y una más en Administración Pública en Harvard.

 

Entre 1993 y 2004 fue una de las cabezas de Organización Cisneros. “Es como Televisa aquí”, explica.

 

Fue la vicepresidente y consejera de Gustavo Cisneros, el empresario más rico de Venezuela y dueño del grupo desde 1968.

 

“Fue un miembro muy valioso del equipo gerencial de la Organización Cisneros por más de una década. Extrañaremos su espíritu dinámico y sus creativas contribuciones a nuestras empresas. Le deseamos un gran éxito”, dijo Gustavo Cisneros en octubre de 2004.

 

Oficialmente, Beatrice era el vínculo principal de la Organización Cisneros, el sector público y la comunidad de negocios. Tenía el rol de consejera estratégica en el manejo de la toma de decisiones para inversiones en América Latina. Asimismo, el diseño de nuevos negocios.

 

“Yo también tuve mi programa de televisión, iba a donde quería, yo lo hacía”, recuerda con un dejo de nostalgia, como mirando hacia ningún lado. Y cambia de tema nuevamente. Se escabulle.

 

 

“No es Beatrice Rangel una mujer a la que le guste contar su vida”, escribe Hugo Prieto, en su libro Todos Somos Garimpeiros. “Tampoco lo es su hermana, María Gabriela. Callan, una porque no quiere promoción; otra porque –dice– no ha hecho nada en la vida”.

 

Habla del linaje familiar, con inscripciones en la historia venezolana. “El hierático brillo de los ojos revela en Beatrice la herencia tachirense, cargada de disciplina y astucia”.

 

“De la primera infancia –escribe Hugo Prieto– a Beatrice le queda el recuerdo de sus abuelos, los mimos, las manipulaciones, y la complicidad en las primeras travesuras de su vida confortable”.

 

Los años 60, agrega, encuentran a Beatrice en plena adolescencia, inclinada ya por un socialismo light.

 

“En los pasillos de la Facultad de Humanidades conoció a un estudiante de Derecho llamado Ricardo Muratti, con quien contrajo nupcias luego de unos amores borrascosos. Para entonces, ya Beatrice era una adicta del trabajo en carrera a las posiciones que le permitieran cumplir como asesora, siempre en los puestos de avanzada para abrir caminos”, narra Prieto.

 

“De ahí le vienen sus vínculos con las fichas más prominentes del establishment norteamericano; igual la escuchan en los círculos académicos que en las esferas del gobierno y los grandes trust empresariales. A mitad de la gran marcha, fundido por el ritmo avasallante de Beatrice, Muratti tiró la toalla matrimonial, eclipsado por una carrera política que siguió en paralelo, pero sin suerte. Ella le ha dicho a sus amigos que su vida en pareja resultó tan traumática que no piensa reincidir bajo ningún pretexto”.

 

El autor dice que le subió la estatura tercermundista a Carlos Andrés Pérez y sus continuos viajes por Europa, Estados Unidos y los países árabes, la acercaron con el fallecido coronel Ghadafi.

 

“Entre las fantasías aderezadas por el rumor, nunca desmentido, jamás confirmado, surgen los bocetos que la descubren como una seguidora de Margaret Trudeau en los enclaves más rutilantes del jet set neoyorquino. Pretendidas conquistas, ambientadas en los escenarios más dispares”.

 

Beatrice Rangel se fue al aeropuerto de Cancún en un Jetta clásico gris el domingo por la tarde. Lo compartía con dos de sus empleados. Una bolsa de palma en su mano la hacía diferente de la mayoría de las comunes y corrientes turistas colgadas de Coach y Louis Vuitton. Y muchas fantasías aderezadas por el rumor… y algunos recuerdos sueltos. Como la pink champagne de su boda que la siguió a Nueva York. “Alguien se llevó el par por unos 13 mil dólares. Seis mil 500 dólares cada botella”.