La recuperación de la banda de los 2.5 Ghz, controlada por MVS, es espejo del tratamiento de muchos problemas públicos. La discusión se va hacia los derechos de un particular, poderoso por lo regular, y no hacia las necesidades de la población. Nunca discutimos de fondo cómo resolver los problemas, ni mucho menos los mecanismos mediante los cuales la autoridad concesiona (y revoca) servicios públicos a los particulares.

 

Hoy, en materia de telecomunicaciones, los usuarios tenemos servicios modernos, pero lentos e interrumpidos. Mi teléfono inteligente tiene contratado el servicio de datos ilimitado, pero con alta velocidad hasta los 3 Gb. Jamás he podido llegar a ese límite no por falta de ganas, cuando utilizo mi teléfono como módem suelo hacerlo en colonias con tal congestión de datos que mi servicio se interrumpe o alenta.

 

Acabo de describir el problema de miles de usuarios: las compañías de telefonía celular venden servicios (caros) y de mala calidad. El cliente está preso, tras firmar un contrato por 12, 18 o 24 meses; podría recuperar una parte de sus pagos si pasara 2 horas al día describiendo al departamento de quejas las fallas que tuvo el día anterior.

 

La solución a nuestros problemas parecería ser una serie de concursos sobre la banda de los 2.5 Ghz, tras de que el gobierno inició procedimiento de revocación a MVS “porque no la usaba”. MVS no la usaba porque su título de concesión no incluía todos los usos que la modernidad demanda, y porque la autoridad no estaba dispuesta a permitirle esos usos a cambio de una bicoca. Ahora el fantasma estriba en que esa banda irá a parar a manos del villano del momento: Televisa.

 

Simplemente por capacidades de explotación y pago de la licitación, los concesionarios serán grupos muy grandes. Una mayor oferta de servicios sí reducirá el precio y hará que más personas accedan a la contratación de datos, pero ¿mejorará la calidad? Nada lo garantiza.

 

La polémica en torno a la revocación de la concesión a MVS no discutirá de fondo las necesidades de los usuarios sino los derechos de MVS y las atribuciones de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes para recuperar la frecuencia.

 

Suponiendo el éxito jurídico de la SCT en la revocación de la concesión, dentro de unos meses veremos una licitación de la banda de 2.5Ghz. ¿Es una concesión de frecuencias la mejor manera de explotar la banda? Hasta el momento ha sido el modelo más socorrido (en telecomunicaciones y en otras materias), pero no es el único posible.

 

Si queremos precios accesibles por datos de calidad, la autoridad tendría que buscar modelos público – privados de prestación del servicio, en los que se asegurara minimizar los riesgos en cada etapa del proceso e incluso lograr externalidades positivas. En esta opción, el gobierno no invierte un peso, se asocia a particulares, quienes prestan el servicio y se busca mejorar precio, servicio, y que participen en la operación grupos más pequeños al lado de un socio tecnológico fuerte. A lo mejor la concesión directa sigue siendo la mejor solución, pero en todo caso la autoridad no se muestra interesada en evaluar otras alternativas.

 

Por tanto, así como SCT recupera la banda de 2.5 Ghz, tendría que estar abriendo la discusión sobre las mejores formas de operar estas frecuencias, partiendo justamente de que hoy el servicio es deplorable y los probables participantes de las licitaciones son justamente las empresas gigantes que generan escepticismo sobre las mejoras reales al servicio.

 

Es allí donde el argumento del chantaje político y la desconfianza generalizada tienen mucho sentido. Tal vez, la autoridad no se cuestiona su modelo de concesión porque, en el mejor de los casos, quiere evitarse dolores de cabeza. Así está mejor, se dicen en silencio.

 

@GoberRemes