La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) se alista para atender, acompañar e intermediar a favor de las víctimas de la violencia en el país, porque “en la Iglesia vemos la violencia como un problema de salud pública”.

 

Ante ello, dijo, es necesario que intervengan las instituciones del Estado y la sociedad entera para reducir sus efectos.

 

Además, el Episcopado Mexicano está haciendo esfuerzos para afrontar el grave fenómeno de la violencia poniendo en juego los recursos institucionales, comunitarios y personales para intervenir desde la misión evangelizadora de la Iglesia que incluye la atención pastoral a las víctimas, la construcción de la paz y la reconciliación.

 

El arzobispo de Acapulco, Carlos Garfias Merlos, dijo que el objetivo es profesionalizar el acompañamiento integral a las víctimas, no sólo a las generadas por el crimen organizado sino aún a aquéllas que son más invisibles y que tanto daño hacen a los niños, a las mujeres y a los pueblos indígenas.

 

En un comunicado, aseguró que hay avances claros luego de que la Comisión Episcopal para la Pastoral Social organizó un taller sobre modelos de atención a víctimas de violencia, en el cual participaron equipos de diversas diócesis del país.

 

Lo anterior, subrayó, a fin de compartir experiencias y apoyarse en metodologías para el acompañamiento a las víctimas de las diversas violencias, desde la violencia intrafamiliar, la que sufren las mujeres y los niños, hasta la generada por el crimen organizado.

 

De acuerdo con el prelado, una de las tareas de la Iglesia es anunciar la reconciliación entre las personas y entre los pueblos para reconstruir la fraternidad cuando ha sido lesionada.

 

Por eso, desde la misión evangelizadora, la Arquidiócesis de Acapulco aceptó participar en procesos de diálogo que faciliten la superación de aquéllos conflictos que manifiestan una exigencia de justicia y una necesidad de la paz.

 

Este ha sido el caso de “mi participación en el proceso de diálogo entre el Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a La Parota y el gobierno de Guerrero en torno a un conflicto que lleva casi una década, derivado del proyecto de la Comisión Federal de Electricidad para construir una gran presa en las inmediaciones del río Papagayo”.

 

El hecho de celebrar la firma de los Acuerdos de Cacahuatepec entre las partes interesadas, para continuar con una ruta de diálogo ante las instancias federales que llegue a una solución definitiva al conflicto es el resultado de la buena voluntad y del esfuerzo perseverante para arribar a condiciones de justicia y de paz, tan necesarias para el desarrollo integral de los pueblos.

 

La Iglesia se congratula por este hecho y felicita a las partes, esperando que continúen las iniciativas para solucionar los conflictos por las vías del diálogo abierto y respetuoso.