La inseguridad y violencia en el país estan empezando a verse reflejadas en las decisiones de inversión de los empresarios. En tan solo una semana hubo dos anuncios que deberían ser analizados y tomados con toda seriedad. El pasado 7 de agosto el director general de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), Recaredo Arias anunció que el año pasado las aseguradoras pagaron 14,762 casos de fallecimiento, de los cuales 1,674 fueron muertes violentas, es decir, 11% y en el primer semestre de este año la tendencia va en aumento en comparación con 2011.

 

A su vez, Gerardo Gutiérrez Candiani, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, señaló el día de ayer que “…los secuestros, la extorsión y el robo en casas habitación, negocios y transporte se siguen presentando en niveles muy altos. En gran parte del País, la inseguridad se ha consolidado como el factor más problemático para las empresas, llegando a poner en peligro la misma subsistencia de muchas de ellas. Ninguna sociedad puede considerar esa dinámica como normal “. Y por supuesto que tiene toda la razón. Como sociedad nos hemos acostumbrado al fenómeno de la violencia y sabemos que esta se debe tolerar. Los negocios asumen el costo adicional de comprar alarmas, asegurar locales, instalar cámaras de seguridad y aplicar exámenes de confianza a los empleados. Inclusive en el DF, donde la sociedad se considera más crítica y con tendencias progresistas vemos como se ha rendido ante el aumento en los robos de casa habitación, autos y recientes hechos violentos al decir “ya la habíamos librado”, “tarde o temprano nos tenía que alcanzar”. La reacción reactiva ante la violencia, y la aceptación de administrar un evento adverso con la esperanza de que este no afecte tu vida, y que el impacto solo sea económico, se ha vuelto una constante en la sociedad hoy en día.

 

Qué diferencia en el 2005, donde había una indignación social y el reclamo era de todos los sectores sociales en México. Las víctimas del delito tenían que luchar muchas veces en los juicios contra los delincuentes que cooptaban al Ministerio Público o simplemente hacían una amenaza que cobraba credibilidad ante la ineficiencia del Estado para administrar y proveer justicia.

 

Hoy, las víctimas de un delito además deben afrontar la indiferencia de la sociedad y el acoso por parte del gobierno. Una persona que muere en hechos violentos inmediatamente es relacionada con el crimen organizado. El argumento del Estado para disminuir el impacto de las muertes violentas al calificarla como “confrontaciones entre ellos” sólo ha hecho que la sociedad deje el tema de lado y espere que algún día termine la violencia porque entre ellos se están matando. Creando incentivos a la impunidad por parte de los sicarios que saben que en este país los asesinatos no se resuelven.

 

Al pagar nuestros impuestos, el Estado esta obligado a proveer la seguridad como mínimo servicio público, tarea en la cual esta reprobado. Si la lógica del Estado Mexicano es que nosotros nos ajustemos a este clima de violencia, lo menos que debería hacer el gobierno es hacer deducibles de impuestos aquellos costos que hemos tenido que incorporar a nuestra vida diaria por culpa de su ineptitud como son las alarmas, cámaras de seguridad, pólizas de seguros, tratamientos post traumáticos, rescates de secuestro etc.

 

Si no se afronta rápidamente esta ola de violencia y se deja de repudiar a las víctimas, la gente ya no va a salir a marchar como antes. Ahora van a querer vivir en lugares donde alguien si “controle la plaza”.

 

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Frases celebres: “Presenté mi renuncia irrevocable hace unos días, no quise publicitarlo, no me parecía necesario… presenté mi renuncia el día 10, el Día de las Madres, porque eso es tener madre”, Ricardo Monreal Mayo 2009.

 

P.D. El texto está fechado el 11 de mayo del 2009 y con sello de recibido el 13 del mismo mes.

 

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