Los buenos lectores, incluso los que nunca han leído a Salman Rushdie, identifican rápidamente en fotografías a este barbado escritor angloindio de cejas gruesas, arqueadas en aguda “v” y mirada como de diablo.
Lo asocian también, casi de inmediato, con su libro más conocido y el cual le ha agregado durante 24 años un riesgo a su propia vida: Los Versos Satánicos (1988).
Dicha obra desató todo un escándalo dentro del universo musulmán: cientos de amenazas de muerte y quemas de éste y otros de sus libros en los países islámicos, dada la irreverencia con la que trató a la figura de Mahoma.
Pues he aquí que este autor, al que se le identifica con la corriente literaria del realismo mágico y a la vez afecto a crear grandes tormentas políticas –con Hijos de Medianoche (1980) causó escándalo en India por sus alusiones a Indira Gandhi, mientras que con Vergüenza (1983) sacudió a la milicia paquistaní al ridiculizar a dictadores como Muhammad Zia-ul-Haq y Zulfikar Ali Bhutto–, es también un típico hombre de su casa, capaz de sentarse al lado de su hijo para leerle un cuento.
Claro está, este padre-escritor ha podido obsequiar a sus hijos la creación de obras propias, como fue el caso de su primer cuento infantil: Harún y el mar de las historias (1990), hecho para su hijo Zafar; y Luka y el Fuego de la Vida, escrito para Milán, su hijo menor; publicado en Europa en 2010, y en julio de 2012 en México, por Editorial Mondadori.
Con Harún y el mar de las historias, ¬-ganador del Premio Booker, el más importante galardón literario del Reino Unido-, Rushdie nos trae un mundo de criaturas inverosímiles: extrañas bestias, monstruos míticos y seres inteligentes que se desenvuelven dentro de un espectacular video-juego como escenario y que lleva a los lectores más allá de su propia imaginación.
En Luka…, el autor regresa a la tierra de la fantasía y lo hace de un modo por demás brillante: un ámbito virtual dinámico, a tono con el entretenimiento computarizado de nuestros tiempos, pero colmado de aventura y peligro, donde los niños aprenden lecciones de vida sobre los grandes principios, tales como el conocimiento, la sabiduría y el comportamiento humano complejo.
La historia inicia cuando Rashid Khalifa, padre de Luka, se queda dormido sin poder despertar. Se trata de una maldición caída sobre su familia.
“Le habló primero con delicadeza, musitando palabras de amor. Luego le acarició la frente, le besó la mejilla y cantó una tonada. Al final, cada vez más impaciente, le hizo cosquillas en las plantas de los pies, lo sacudió violentamente por los hombros y, como último recurso, le gritó a voz en cuello junto al oído. Él dejó escapar “mmm” de aprobación y su sonrisa se ensanchó un poco, pero no despertó”.
Y es así que Luka, acompañado de sus dos mascotas –un oso llamado Perro y un perro llamado Oso– penetra en el Mundo de la Magia para localizar, primeramente, el Río del Tiempo y, luego, el Fuego de la Vida, único elemento capaz de despertar a su padre, que está ubicado en la cima del Monte de la Sabiduría.
Para transportarse, Luka utiliza una alfombra mágica facilitada por su madre, Soraya, mujer impetuosa y aguerrida.
Tras cruzar la membrana que lo adentra en el mundo mágico, Luka se involucra con una diversidad de personajes, para cuya selección –especie de casting dentro del universo fantasmagórico– Rushdie echa mano tanto de las mitologías como de la cultura del cómic y de las consolas digitales.
Así, a lo largo de la historia aparecen Nopapadie, su guía, personaje de aspecto transparente que es, de hecho, el fantasma de su padre; un automóvil deportivo DeLorean -retomando el utilizado por Steven Spielberg en su película Regreso al Futuro-, un navío denominado Argo, un ejército de dragones robóticos, además de hadas, brujas y actores prestados de Alicia en el País de las Maravillas.
La narración echa mano tanto de estampas de la vida moderna y consumista, regida por la banca y los mercados de bolsa; como también por cuadros alusivos al origen de la vida y la cultura, hasta de las matemáticas, la física y la astronomía.
Rushdie no oculta el interés que tiene cualquier padre típico por el aprovechamiento escolar de sus vástagos.
En la travesía de Luka, abundan los desafíos, con su cauda de peligro ante la falta de pericia, totalmente de la mano con la fascinación que hoy priva por la moderna competencia individual y colectiva de los juegos en línea.
Luka y sus acompañantes se someten a continuas pruebas de talento y de pericia; ello para ir avanzando en una sucesión de mundos, paulatinamente más complejos. Los viajeros disponen de una serie de “vidas” que se deben administrar para no perderlas y sobrevivir en el tiempo de los recorridos.
“–Tengo un poco de prisa –dijo Luka valerosamente–, y tú tienes esa alfombra superrápida. ¿Hay alguna posibilidad de saltarnos todos los demás niveles y llegar directamente al Fuego, que es a donde necesito ir, y volver después al sitio por donde he empezado?”
Para alcanzar la gran meta, Luka viajará a través de la Niebla del Pasado, encontrará los Albores del Tiempo, el Lago de la Sabiduría, la Montaña del Conocimiento y, finalmente, el propio Fuego de la Vida.
Imaginación desbordante, magia negra y blanca, encantamientos, sustos, aventuras y divertimentos, en un relato brillante y espléndidamente narrado.
También en el cosmos de la literatura infantil y juvenil, Salman Rushdie se pasea como satánica majestad.
RUSHDIE SALMAN. Luka y el Fuego de la Vida. Primera edición en España: noviembre de 2010. Primera edición en México, 2012. Traducción: Carlos Milla Soler. Ilustración de cubierta: Paul Birkbeck. Random House Mondadori. Literatura Mondadori, México. 206 páginas.