Una reconstrucción de los hechos, basada en las declaraciones de testigos, policías involucrados y en datos de fuentes que participan en las investigaciones, permite hacer la siguiente reseña de lo ocurrido en el tiroteo de Tres Marías:

 

“Dos elementos de la Embajada norteamericana y un capitán de la Marina a bordo de un vehículo de la representación extranjera se encaminaban por el tramo de terracería al campo de tiro de los militares conocido como El Capulín, en Xalatlaco, Estado de México. Ya habían pasado la carretera federal México-Cuernavaca cuando los alcanzó una Dodge Van con varios civiles fuertemente armados, encañonándolos los obligaron a que se detuvieran.

 

“Sin dejar de encañonarlos, dos de ellos se dirigieron a la Toyota en la que viajaban los norteamericanos con el marino y sin dar más tiempo el conductor del vehículo de la Embajada se echó en reversa y bruscamente a toda velocidad se regresaron por donde venían hacia la carretera federal. En este momento comenzaron los disparos y  la persecución. Al paso les salió un segundo carro, un Sentra que estaba detenido tratando de bloquearles el camino y cuatro civiles que estaban en tierra comenzaron a dispararles también con armas de grueso calibre.

 

“Poco más adelante, luego de pasar por una ranchería y antes de llegar a la gasolinera cercana al entronque, otros ocho hombres civiles, que venían en dos carros entran  a la agresión y la Toyota alcanzó a chocar del lado derecho con uno de esos carros de color amarillo.

 

Seguidos por los cuatro vehículos, en la gasolinera trataron de protegerse pero no lo consiguieron y siguieron su marcha; en el entronque esperaba un quinto vehículo, desde cuyo interior también comenzaron a dispararles. Ya en la carretera  finalmente, debido a los  impactos de bala, la Toyota quedó inmovilizada y aun así seguían recibiendo tiros de armas de alto calibre.

 

“Uno de los agresores  irrumpió con un cuerno de chivo contra el blindaje nivel  siete de la Toyota y fue cuando hirió a los dos norteamericanos que iban adelante.  El marino iba atrás solo.

 

“Al lugar llegaron en ese momento tres vehículos de la Policía Federal  y poco después cesaron los disparos sin que dejaran de encañonarlos. Los elementos preventivos bajaron de sus vehículos y también los encañonaron.  Uno de ellos se acercó al vehículo diplomático y  lograron decirle que eran diplomáticos de la embajada de Estados Unidos  y luego de hablar brevemente con ellos gritó a los agentes y civiles una señal en clave y entonces  dejaron de encañonarlos.

 

“Uno de los elementos de la Embajada  que estaba herido  fue trasladado en la parte trasera de una de las patrullas, donde observó que se encontraban varias armas largas. Al menos cuatro, cuando sólo se permite a los federales portar dos armas largas.

 

“Faltaban unos 50 minutos para llegar a su destino cuando inició la persecución. Los vehículos que participaron: un compacto, la Dodge van verde, Sentra gris, Xterra Nissan amarilla”.

 

Hasta ahí la reconstrucción que arroja varios hechos que confirman que sí hubo participación de los agentes federales vestidos de civil en la agresión a la camioneta diplomática. Un hecho claro es cuando el Policía Federal uniformado, de las patrullas que aparecen después del tiroteo, se acerca a la Toyota encañonándolos, y cuando le dicen que son agentes de Estados Unidos, hace una señal ante la cual todos los civiles que habían disparado desde los cuatro autos y desde tierra contra el vehículo estadunidense y que en ese momento los seguían encañonando, bajan sus armas a la orden del federal.

 

Falta saber qué hizo a los federales perseguir de esa manera y disparar a matar a los funcionarios estadunidenses, igual que la naturaleza de la misión de los dos agentes que, hasta ayer se afirmaba, eran de la CIA y según la Secretaría de Marina iban a un campo de tiro acompañados por un capitán de la Armada mexicana que no manejaba el vehículo, como se dijo, y que viajaba en la parte trasera de la camioneta. Muchas dudas aún de ambos gobiernos y el hecho ya ameritó una disculpa pública del presidente Felipe Calderón ante el embajador Anthony Wayne.

 

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