Se tiene la idea de que Pemex es irreformable. De que nunca va a funcionar la intención de hacer de Pemex una verdadera empresa. Casi, casi la petrolera mexicana está condenada por los prejuicios de una nación.
Juan José Suárez Coppel, director general de la mayor empresa del país, admite la realidad pero responde que se puede relanzar a Pemex como una empresa competitiva y con resultados tangibles, sin los laberintos políticos y las ataduras míticas de las reformas constitucionales y fiscales de por medio.
“No es un cuento de hadas”, dice convencido el funcionario.
¿Qué soluciones de corto y mediano plazos ve para enfrentar la actual problemática de abasto del gas natural?
El gas natural tiene tres proyectos de estaciones de compresión que van a librar el cuello de botella en el ducto que conecta de Burgos a Veracruz y que estarán listos hacia finales de 2013. Ahora, hacia finales de 2014 habrá un ducto nuevo que va de la frontera norte a Ramones, Nuevo León, para aumentar la capacidad de importación, y, posteriormente, ese ducto irá hasta San Luis Potosí. También hicimos una reasignación de recursos para aumentar en el corto plazo la producción de gas en el sureste porque se agotaron varios yacimientos en Veracruz. Lo que hemos encontrado en aguas profundas es muy importante porque esos yacimientos de gas húmedo que encontramos enfrente de Catemaco son similares a Burgos y esperamos tener la primera producción en 2015.
En el corto plazo, de aquí a finales de 2013, tendremos la nueva capacidad de compresión, además de que esperamos mantener la producción de gas del sureste. No veremos una caída en producción que sí se hubiera dado si no reasignamos los recursos en producción de gas.
Entonces el problema de gas natural en el país es de infraestructura para el abasto, ¿por qué no se invirtió lo suficiente…?
No se invirtió a tiempo. Hay que recordar que desde 1995 se abrió el mercado del gas natural. Todavía tenemos un régimen de transición y la regulación aún no es la definitiva. Pemex no tiene responsabilidad de suministro seguro de gas natural, tenemos la responsabilidad de gas LP, de diesel, de gasolinas, pero no de gas natural. Tuvimos un régimen regulatorio de mercado que todavía no funciona y tuvimos un vacío porque no había un responsable de asegurarse que hubiera el suficiente suministro en todos lados. A veces creemos que con cambiar la ley se arreglan las cosas, pero todos los ejemplos de apertura en el sector energético, como el de gas LP, le cuesta a Pemex. El año pasado nos costó casi 40 mil millones de pesos de subsidios al gas LP y son los gaseros a los que les va bien con esa regulación. Si vamos a abrir, hagámoslo bien; con una regulación clara.
Las soluciones de corto plazo con suministro de gas licuado y combustóleo significarán mayores precios que los de América del Norte…
En el corto plazo hay dos opciones: Inyectar gas natural líquido en Manzanillo con el problema de que el gas LNG (gas licuado) en el Pacífico está a 14 o 15 dólares por la escasez en Oriente, o sustituir con combustóleo en ciertos lugares que potencialmente puede ser más barato que el gas LNG. Son soluciones de corto plazo de aquí a 2013. En ambos casos el asunto es cómo absorber precios más altos y allí el punto es cómo se promedia este incremento entre todos los usuarios del gas.
Los bajos precios del gas natural en Estados Unidos no son sostenibles. A futuro los precios están entre cuatro y seis dólares porque se espera que crezca la demanda del gas en Estados Unidos y en México. Hay un gran potencial de gas en México, incluso para dejar de importar, pero lo que necesitamos es invertir en el sector. Se habla de que queremos incentivar el uso del gas natural en México, pero Pemex sigue pagando 75% de impuestos por el gas seco. En ningún país del mundo, y menos en América del Norte, se grava al gas con tasas como si fueran de crudo.
¿Hasta dónde deben llegar las reformas a Pemex?
Hay diferentes tamaños de reforma. La primera es darle mayor autonomía con un trato de empresa y con flexibilidad operativa, lo que implica reajustar la ley de 2008 en materia de gobierno corporativo y de flexibilidad presupuestal. Se requiere un cambio en la relación de precios y de impuestos. Por ejemplo en Pemex no transparentamos los subsidios, a pesar de que tenemos precios internacionales en gasolinas y diesel no recuperamos los costos de logística. Pemex paga entre 7% y 10% de más en impuestos. (Recortarlos) no requiere que cambie el IVA ni que el gobierno entre en una crisis financiera. No es un problema de causar un hoyo en las finanzas públicas, sino que el presupuesto de inversión lo ponga Pemex y no se le tope. Las inversiones de Pemex, antes de impuestos, son de las más rentables que tiene el país y toparlas no tiene lógica. Entonces un primer paquete de reformas tiene que ver con lo presupuestal además de sanear financieramente a Pemex “limpiando” subsidios y quitando 10% de excedente en impuestos que se paga.
Hay que limpiar el balance. Tenemos el problema de los pasivos laborales, Pemex no tiene el régimen de Afores como se tiene en el resto del país y tenemos que pagar como gasto corriente las pensiones a más de 70 mil de nuestros jubilados. Hagamos una reforma del pasivo laboral con la que los nuevos trabajadores entren con condiciones similares al resto de los sectores que están afiliados a las Afores.
Pero también capitalicemos a Pemex. Una manera es a través de una emisión de deuda del gobierno federal que Pemex compra a través de una aportación del gobierno federal que va a un fideicomiso para la jubilación. Entonces se tiene un Pemex listo para colocarse en bolsa a través de los bonos ciudadanos. Eso permite levantar capital de los mexicanos en bolsa sin cambiar la Constitución, sin cambiar el IVA. Esto deja a Pemex rentable, capitalizado para crecer, colocado en bolsa a través de bonos ciudadanos, y al que le puedes exigir resultados.
Esta primera alternativa que plantea suena a cuento de hadas. Hemos escuchado reiteradamente que una reforma a Pemex requiere cambios fiscales de fondo, cambios de leyes y una gran negociación política.
La diferencia de este Pemex y el que planteo es enorme. Es la diferencia entre Banco de México antes y el de ahora. No es cierto que se requiere, necesariamente, hacer reformas que tienen tantos recovecos. No es cuento de hadas cambiar la ley de 2008. No es cuento de hadas bajar 7% o 10% los impuestos que paga Pemex para que sean comparables con el resto del mundo y que se compensan con dividendos cuando se requiera.
Si es tan fácil, por qué no se ha dado…
¿Cuáles son las críticas más obvias? Que Pemex es irreformable, que si le das cualquier tipo de flexibilidad, ese dinero lo va a capturar el sindicato o se va a desperdiciar en cualquier gasto improductivo. Se tiene la idea de para qué hacer a Pemex “empresa” si nunca va a funcionar…
… Es cierto, pero ¿y el boquete que se crea en las finanzas públicas?
Este paquete implica que el gobierno federal tiene que emitir 60 mil millones de dólares de deuda, que no lo tiene que colocar en el mercado, sino que lo absorbe Pemex a tasas de mercado. Esa deuda va a dar los flujos para los pagos futuros a los jubilados.
Y uno se pregunta ¿no se hará un boquete presupuestal? Los bonos ciudadanos darán un precio mínimo del “equity” que tenemos como país. Es decir, en el balance del gobierno federal va a aparecer el valor de la empresa a mercado que yo estimo -aún con tasas de 75% sobre la utilidad de exploración y producción- que la empresa debe valer entre 120 y 150 mil millones de dólares. Entonces no se crea un hoyo en el balance de la empresa, ni tampoco en el del gobierno.
Además se pueden “levantar” recursos con los bonos ciudadanos por -máximo- unos cinco mil millones de dólares en dos años. Hay que recordar que Pemex está invirtiendo 24 mil millones de dólares al año y se tiene que subir a 30 mil millones en el corto plazo por los proyectos que tenemos. Si bien la colocación en bolsa no genera todos los recursos para invertir, sí lo generan los flujos de la empresa.
¿Qué piensa sobre colocar acciones de Pemex en bolsa?
Lo que he explicado es un paquete que no requiere cambiar la Constitución, ni una reforma fiscal. Colocar acciones es un segundo paso, en el que se tiene que cambiar la Constitución. Pero en ambos casos se requiere hacer de Pemex “una empresa”. Un tercer paso es cambiar la industria en la que no se tendría a un único operador y en la que participarían otros competidores en el mercado.
No sé si valga la pena, en un momento inicial, cambiar la Constitución. Para que Pemex funcione y dé mejores resultados es necesario dar el primer paso, el segundo es una gran ventaja, y el tercero sería sano para la industria con un Pemex fuerte.
Si nos preocupa el activo que tenemos como mexicanos, el primer paso es un cambio obvio.
¿Qué tipo de Consejo de Administración requiere Pemex?
En la ley de 2008 se le dio al Consejo un rol operativo, pero debería ser igual al de cualquier empresa. El Consejo de Pemex debe recoger las reglas que recomendó la OCDE para las empresas públicas. Tenemos un conflicto entre las políticas públicas que se quieren hacer y la administración de la empresa. Uno de los grandes problemas que se tiene es que cada secretaría pide lo suyo, exige lo que conviene a su secretaría. Los consejos funcionan para que le vaya bien a la empresa y no para ponerle controles y contrapesos.
Su énfasis es avanzar con el primer paso en Pemex sin cambiar la Constitución.
Tenemos un activo muy importante que ha dado resultados. El año pasado fuimos la empresa que más perforó en aguas profundas, un éxito exploratorio mayor que el que se tiene en el Golfo en los últimos 10 años. Se nos olvida que haber repuesto 100% de reservas probadas y certificadas el año pasado significa 40% más que lo hecho por Petrobras y varias veces lo hecho por Exxon en desarrollo de campos. Tenemos capacidad de ejecución aunque hay mucho por modernizar. Si a Pemex lo manejamos como empresa, no tenemos que pedirle nada a nadie.
El contrato colectivo de trabajo y el sindicato ¿no son un obstáculo para avanzar en estas reformas?
Si la propuesta es una reforma integral en la que se acabe fondeando el pasivo laboral, hay mucho que avanzar. Estoy convencido que el sindicato no es un obstáculo para avanzar en reformas que hacen más fuerte a Pemex. Está claro que el sindicato es parte del problema de Pemex pero no es el único. Si todos ponen, el sindicato pone.