American Arena. Miami,Florida.- La cita era a las 19:30 horas, la gente llegaba emocionada para ver a Enrique Iglesias y otros para no perderse a Jennifer López. Fue una hora después, cuando Enrique apareció con jeans, camiseta negra y su tradicional gorra cantando Tonight.

 

Las chicas enloquecidas le gritaban y enviaban mensajes de texto que aparecían en las pantallas: “quiero ser la mamá de tus hijos”, mientras el cantante trataba de complacer a las fans al brincar los espacios entre el escenario y el público para saludar, tocar y besar a los afortunadas ubicadas en las primeras filas.

 

Aunque su voz casi no se escuchaba no era relevante por el ambientazo que se vivía en el lugar. Dos horas exactas duró el concierto de Iglesias para después en 30 minutos desmontar su escenario y montar el de Jennifer López.

 

Totalmente diferente al común de los conciertos femeninos, Jennifer iba un paso adelante del resto. El arranque de película (literal) mezcla de Mago de Oz con espectáculo musical tipo Las Vegas.

 

Escalinatas, plumas, lentejuelas, sombreros y bastones. No hacía falta nada para compararla con las grandes luminarias que han hecho historia. Muchos creían parecía vedette pero no, era una princesa en el escenario, era Jennifer López.

 

Body transparente con piedras colocadas en lugares estratégicos y la cabellera suelta que con ventiladores en el escenario, imagen que lograba que Jennifer cumpliera los sueños de muchos de sus fans, con sólo estar ahí.

 

Lo mismo bailaba pop que hip-hop y latino. Perfectas y espectaculares escenografías acompañadas por seis cambios de vestuario que dejaban a todos –incluidas mujeres- con la boca abierta.

 

No deja de bailar en ningún momento, habla poco pero su voz no tiene mucho que ver con la que se escucha en su canto, es muy aguda y sólo dice “Miami”. Chicos en el lugar decían: “A mi que no me hable, sólo que me cante y baile”.

 

Otras dos horas de concierto en dónde la acompañaron Lil Wayne y Wisin y Yandel, dueto que formaría parte de la gira pero que al no llegar a un buen acuerdo económico se bajaron de la cartelera.

 

Por el nivel de espectáculo vale la pena verlos, quedan muchas ciudades en Estados Unidos y aún no se sabe si estarán en otros países. El mensaje quedó muy claro es que los dos saben hacer un buen espectáculo y conquistar, -si es que se puede más-, al público.