El escritor y poeta mexicano Ernesto de la Peña, quien murió esta mañana a los 84 años de edad, era un insigne personaje de la cultura mexicana al que nada de lo humano le fue ajeno y cuya curiosidad intelectual no concibió límites.
Así lo describió el pasado jueves el director de la Academia Mexicana de la Lengua (AML), Jaime Labastida Ochoa, en un mensaje grabado durante la ceremonia en El Colegio de México, en la que recibió el Premio Menéndez Pelayo 2012, que no había podido recoger en España, por encontrarse indispuesto.
De la Peña nació el 21 de noviembre de 1927, en la Ciudad de México. Estudió la licenciatura en Letras clásicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde conoció a filósofos presocráticos, filosofía de la ciencia, idioma árabe, sánscrito y lingüística indoeuropea.
De acuerdo con una biografía de Difusión Cultural UNAM, el escritor dedicó gran parte de su vida a estudiar tanto lenguas occidentales como orientales, dominó cerca de 30 idiomas.
Realizó estudios de chino y sánscrito en El Colegio de México (COLMEX) y en la UNAM se desarrolló como traductor de griego y latín.
Tuvo una participación activa en la televisión, por ejemplo, en Canal 22 donde fue conductor titular, y haciendo colaboraciones culturales en la televisión comercial.
Era miembro del Consejo de Ópera del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y miembro del Consejo Consultivo del Archivo General de la Nación.
En 1988 recibió el Premio “Xavier Villaurrutia” por la obra “Las estratagemas de Dios”, así como la Medalla conmemorativa por los 3000 años de Jerusalén otorgada por la embajada de Israel en México.
En el 2003, recibió el Premio Nacional de Lingüística y Literatura y el 25 de octubre de 2007, recibió un homenaje de la Academia en una ceremonia realizada en el centro de cultura Casa Lamm, al lado de otros intelectuales octagenarios, entre ellos, Guido Gómez de Silva, Margit Frenk y Ruy Pérez Tamayo. Era miembro honorario del Seminario de Cultura Mexicana.
Entre sus obras publicadas destacan los cuentos “Las estratagemas de Dios” (1988) y “Las máquinas espirituales” (1991), la novela “El indeleble caso de Borelli” (1991), el poemario “Mineralogía para intrusos” (2005), los ensayos “El centro sin orillas” (1997), “La rosa transfigurada” (1999), “Castillos para Homero (2009).
Este año, Ernesto de la Peña había obtenido el “XXVI Premio Internacional Menéndez Pelayo” debido a su labor por difundir la cultura a las nuevas generaciones, así como por ser un erudito de las lenguas clásicas y modernas de toda índole.
El escritor, quien fue traductor oficial de las secretarías de Relaciones Exteriores y de Hacienda y Crédito Público, había sido nombrado miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua el 14 de enero de 1993.
De la Peña falleció este lunes 10 de septiembre a los 84 años de edad y de acuerdo con su viuda María Luisa, sus restos serán velados en el Panteón Francés de la capital mexicana.