Con la sorpresiva aparición de la legendaria líder de los derechos de los trabajadores Dolores Huerta, el activista mexicano Javier Sicilia se despidió la noche del miércoles de Estados Unidos con un mensaje de esperanza y optimismo por un cambio en la lucha antidrogas.

 

Al cabo de una marcha desde la Iglesia St. Stephen en el noroeste de Washington al Parque Malcolm X al frente de un contingente de unas 200 personas, Sicilia refrendó su expectativa de un cambio en la “política del Estado hacia la drogas, porque estamos perdiendo la democracia y las libertades”.

 

“Si no tuviéramos esperanza las víctimas, dónde quedaría la esperanza. A mí, mi hijo nadie me lo va a devolver, pero estoy aquí porque tengo la apertura a la esperanza”, dijo el líder del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad en el acto final de su periplo de más de 10 mil kilómetros por 25 ciudades estadunidenses.

 

Antes, la líder histórica del Sindicato de Trabajadores Agrícolas (UFW) junto con César Chávez, Dolores Huerta, exaltó lo que consideró como el legado que la caravana dejará en la conciencia de los estadunidenses.

 

“Su mensaje de ustedes en realidad alcanzó a millones de personas porque sus acciones fueron una apuesta espiritual muy grande: la fuerza de la no violencia”, dijo Huerta desde el templete.

 

“Esto es un empiezo, no es un fin, tenemos que seguir el mensaje que ustedes han traido, con valor, sin miedo”, remató la sindicalista.

 

Visiblemente cansado, Sicilia escuchó a Huerta sentado sobre el pasto del parque, antes de incorporarse y dar una entrevista a la televisión.

 

Su comida había sido un “hot dog” que comió de pie en el edificio Rayburn de la Cámara de Representantes, donde caminó por los corredores sin ser reconocido, a pesar de su conocido sombrero de explorador y chaleco kaki.

 

Allí confirmó que planea retirarse temporalmente del movimiento en un lapso de dos meses para recuperar su vida personal, aunque dejó claro que volverá.

 

“Estoy muy cansado, tengo que estar conmigo mismo, estar con mi familia. No estoy hecho para esto, me cuesta mucho trabajo”, explicó.

 

Pero a pesar del cansancio y de la cobertur relativamente modesta de los mayores medios impresos y electrónicos de Estados Unidos, el poeta se declaró satisfecho.

 

“Nos regresamos con el deber cumplido, hemos hecho lo que teníamos que hacer, hemos sembrado ben y ahora sí que el que tenga oídos que oiga”, enfatizó.