Hace casi seis décadas conquistaron el derecho a votar y a ser electas; en 1996 establecieron las cuotas de género para garantizar su acceso a los espacios de poder político. Hoy, en un hecho sin precedentes, la presencia femenina en la Cámara de Diputados supera el 37% y en el Senado es de casi 33%, pero no es suficiente, el reto, dicen, es ahora la paridad.

 

De acuerdo con el Instituto Federal Electoral (IFE), hay 227 legisladoras en la Cámara baja y el Senado. Así, México se coloca como el país número 32 a nivel mundial en alcanzar al menos 30% de participación femenina en el ámbito legislativo, y el octavo en América Latina.

 

En San Lázaro hay 91 diputadas por el principio de mayoría relativa y 94 de representación proporcional, lo que significa una presencia de 37.4%; en el Senado 32.81% son mujeres, con 26 senadoras de mayoría y 16 plurinominales.

 

En 2006, las mujeres ocuparon 27.4% de la Cámara de Diputados y 15.08% del Senado.

 

En palabras de Patricia Mercado, presidenta de Iniciativa SUMA, si bien la presencia femenina tras las pasadas elecciones del 1 de julio representa una masa crítica con posibilidades de incidir en la toma de decisiones a partir de la construcción de alianzas estratégicas entre las mujeres, el hecho es que “seguimos siendo una minoría, pero una minoría más grandota”.

 

DOS DÉCADAS DE CUOTAS

 

Aunque fue desde los años 70 con el movimiento feminista y la creación de la “Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación en contra de la mujer” cuando se puso atención a la falta de participación política de este sector de la población, no fue sino hasta la década de los 90 cuando de manera particular en América Latina inició la implementación de las cuotas de género.

 

Argentina fue el primer país de la región en hacerlo, en 1991; Costa Rica, Paraguay y México lo hicieron en 1996 y un año más tarde se sumaron Bolivia, Brasil, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela (aunque éste último canceló dicha medida).

 

El mayor logro lo consiguieron las mujeres argentinas en 2007, cuando alcanzaron una presencia de 40% en la Cámara Baja, un punto menos que los países nórdicos (Dinamarca, Noruega, Suecia, Finlandia), donde en promedio ocupan 41.4 de sus parlamentos, el más alto en el mundo.

 

En ese mismo año en Costra Rica Costra ocuparon el 37%, lo que las ubicó en el cuarto lugar de la lista mundial.

 

En el caso de México, después de que en 1996 se establecieron las cuotas en el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), cuyo contenido fue reformado en 2002 y 2008, fue apenas en las pasadas elecciones de julio pasado cuando se superó el 30%.

 

 

MEDIDAS TEMPORALES

 

Concebidas como medidas temporales para avanzar hacia la igualdad entre hombres y mujeres, en la mayor parte de los países se fijó como mínimo una representación de 30%, partiendo del precepto de que las minorías sólo tienen la posibilidad de influir si proporcionalmente representan al menos una tercera parte.

 

Pero ese nivel de participación aún resulta insuficiente; la paridad, dicen sus promotoras, sería el siguiente escalón. A diferencia de la cuota, no se trata de una acción temporal para reducir la subrepresentación de las mujeres, se trata de una medida definitiva en la que hombres y mujeres comparten no sólo el poder político, sino que se extiende al ámbito incluso de las relaciones familiares.

 

“Yo les digo que se preparen, porque nuestra siguiente reforma es la paridad, y no es feminismo exacerbado, es que la sociedad va a ser mejor si logramos vivir en igualdad”, subraya la secretaria Ejecutiva del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), María Elena Álvarez Bernal.

 

Para Ana Güesmez García, directora regional de ONU Mujeres para México, Centroamérica, Cuba y República Dominicana, la representación femenina en la LXII Legislatura es “un acelerón hacia la paridad”, se trata de un momento emblemático.

 

En su opinión, las mujeres de la actual Legislatura tiene un compromiso mayor, pues si bien cada vez se está más cerca de la paridad, todavía existen pendientes. Precisó que en México y en América Latina apenas 8% de las alcaldías están lideradas por mujeres.

 

En el ámbito empresarial muchos países europeos están planteando ya acciones positivas en todos los poderes del Estado.

 

Pero la meta no se reduce a que más mujeres lleguen a la política, dice, sino que éstas representen la enorme diversidad que existe en el país ; y una de las enormes preocupaciones es la poca presencia de mujeres indígenas en los puestos de elección popular.