Después de cinco horas de lluvia intensa, el agua alcanzó 3.5 metros de altura en el Centro Histórico y las colonias Roma, Del Valle, Condesa, Escandón, Buenos Aires y Doctores; en el ambiente flota un intenso olor a podrido.
El sistema de drenaje colapsó. El agua pone a flote las 12 mil 600 toneladas diarias de desechos que generan los capitalinos y que normalmente van al drenaje o a los tiraderos de basura oficiales y clandestinos. (Tan sólo en 2011 el gobierno capitalino recogió casi 90 mil toneladas de basura en las calles: comida, botellas de plástico, latas, heces de perros que nadie recoge, las bolsas de basura de las casas, miles y miles de colillas de cigarro). La mezcla produce un olor insoportable.
Heces fecales, restos de comida, grasa, envases, restos de animales y todo aquello que viaja por las entrañas de la ciudad, pero que normalmente no vemos, sale a la superficie.
Lo que no puede salir, como alfombras, muebles y hasta cadáveres de perros, viaja por la tubería creando un tapón en las salidas, agravando aún más el problema.
Los 80 mililitros de lluvia (80 litros por metro cuadrado) que han caído en las últimas horas inundaron primero las calles de las zonas más bajas. La capital del país es un desastre: los celulares y las líneas telefónicas están fuera de servicio, tampoco hay internet y la luz se ha ido en gran parte de la ciudad.
Periférico Sur es un gran lago. El agua que desciende del Ajusco y las partes montañosas de Tlalpan desemboca en la lateral de la avenida, donde los autos quedaron atrapados y sólo se alcanzan a ver los toldos.
Calzada Zaragoza, al oriente, se anegó. A media noche los bordos del Río de la Compañía se rompen, las aguas negras y ese olor putrefacto que las caracteriza cubren las colonias de Valle de Chalco y la autopista México-Puebla; se trata de la parte más baja de la zona metropolitana, donde la sobreexplotación de los mantos acuíferos provoca que cada año se hunda 40 centímetros.
El aeropuerto y las colonias Moctezuma, El Arenal y todas las que se ubican en los alrededores quedaron bajo el agua. Los 400 ríos que existían en la ciudad desembocan justo allí, en el antiguo Lago de Texcoco, convirtiéndola en una zona de alto riesgo.
La escena del 2010 se repite. Los autos y camiones quedan detenidos entre la podredumbre, mientras sus dueños intentan ponerse a salvo, en medio de la penumbra. No hay a dónde correr porque dentro de las casas vecinas hay un metro de aguas negras.
El escenario es hipotético, sin embargo especialistas aseguran que el Distrito Federal podría vivir una inundación catastrófica debido a que las lluvias en la ciudad son ahora más cortas pero más intensas y el drenaje no tiene la capacidad para sacar toda esa agua del Valle de México.
Agustín Brena Puyol, investigador de Ingeniería Hidráulica de la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, asegura que el drenaje podría colapsar con una lluvia de más de 70 mililitros que caiga en cinco horas.
Las zonas más afectadas son aquellas establecidas en los antiguos causes de los ríos, que aunque ya no se ven todavía existen y arrastran agua, lo que pone en riesgo a las viviendas construidas en lesa zonas, explica Luis Marín, geólogo e investigador hidráulico de la UNAM.
Las precipitaciones comenzaron el miércoles a las siete de la mañana. La lluvia era fina pero constante y los estragos ya eran visibles: circulación lenta, encharcamientos menores, zapatos mojados.
El clima soleado de ese día aumentó el bochorno lo que, a decir de los meteorólogos, es peor porque la evaporación es más violenta y rápida, convirtiendo al agua en granizo.
Por la tarde, el cielo se ensombreció y la llovizna se convirtió en una tormenta de gotas gruesas, cayó granizo en las delegaciones Miguel Hidalgo, Benito Juárez, Coyoacán y Cuauhtémoc y los truenos retumbaron en los oídos de los capitalinos.
Las horas transcurrieron. Las redes sociales se saturaron de denuncias de encharcamientos e inundaciones que amenazaban San Antonio, Periférico, Viaducto Río de la Piedad y la salida a la autopista México-Puebla.
Los cuerpos de emergencia trabajan en los puntos, pero la lluvia los rebasa en los puntos considerados “críticos” por el gobierno capitalino.
El nivel del aguza llega a 30, 40, 60, 80 centímetros de alto. Los coches y el transporte público se quedan varados, la gente camina entre el agua, los choferes abandonan los vehículos ante el peligro inminente.
La situación podría ser peor. Agustín Bernal de la UAM, y Luis Marín, de la UNAM, indican que un sismo muy fuerte en las costas del Pacífico podría reactivar el volcán Popocatépetl y la caída de ceniza llegar hasta la zona metropolitana donde si no es barrida a tiempo puede endurecerse y tapar el drenaje. En este contexto, acompañado de una cantidad de lluvia mayor a la normal el agua se elevaría sobre banquetas, calles y avenidas.
El gobierno capitalino rechaza este escenario catastrófico. El secretario de Protección Civil, Miguel Moreno Brizuela, asegura que los puntos críticos de encharcamiento en la ciudad se redujeron de 300 a 92 en los últimos años.
Miguel Carmona, director de Drenaje, Tratamiento y Reuso del Sistema de Aguas de la Ciudad de México, desestima una inundación de este tipo porque la red de drenaje –asegura- está en constante revisión y es suficiente, además de que hay plantas de bombeo y lagunas de regulación.
La noche cayó y las calles se han convertido en lagunas. La angustia invade los rostros de quienes se han quedado varados, incomunicados, en el segundo piso de un edificio, el más cercano que encontraron cuando el agua comenzó a invadirlo todo, o sobre el toldo de algún vehículo. Otros más están atrapados en sus propias casas, sin agua y sin drenaje.
La opción para huir de las aguas negras es la parte alta de la ciudad: El Ajusco, la Sierra de Guadalupe en el norte, Santa Fe, Centenario y Las Águilas en el poniente, pero resulta imposible para quienes se encuentran en la zona centro, donde el agua alcanzó los cinco metros de altura.
Sin acceso a la información, se desconoce la cifra de muertos y cuántos de los más de 20 millones de habitante de la Zona Metropolitana han logrado sobrevivir.
La inundación catastrófica que los especialistas pronosticaron durante años finalmente ocurrió.