LAREDO, Texas. La inauguración por parte de los ganaderos mexicanos de una ultramoderna instalación destinada a inspeccionar el ganado con la finalidad de acelerar las exportaciones está enfrentando un pequeño problema: los veterinarios de Estados Unidos temen viajar al lugar.
Los inspectores del gobierno de Estados Unidos que están a cargo de revisar los animales para detectar enfermedades antes de que sean embarcados al país del norte dijeron temer visitar la estación de inspección ubicada al sur de la frontera cerca de Laredo, Texas, debido a la violencia relacionada con los carteles del narcotráfico.
“Los inspectores están atemorizados”, dijo Bill Hughes, abogado de la National Association of Federal Veterinarians, la cual representa a los inspectores, que son empleados por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. “No quieren ir a México”, explicó.
Funcionarios de la dependencia gubernamental Animal and Plant Health Inspection Services se reunieron con los veterinarios preocupados el jueves 13 de septiembre para informales sobre las medidas de seguridad existentes en los nuevos corrales para ganado ubicados en el estado de Nuevo León, aproximadamente a 3.2 kilómetros de la frontera con Estados Unidos.
Los corrales de inspección, que cubren un área cercana a 405 hectáreas, están protegidos con cercas de alta seguridad y un cuartel militar adyacente con soldados armados. También hay un cuarto de seguridad que tiene comunicación directa con el consulado estadunidense en Nuevo Laredo, ubicado a unos 48 kilómetros al sudeste, donde el personal se puede refugiar en caso de percibir alguna amenaza.
El Departamento de Estado recomienda que los estadunidenses difieran los viajes que no son esenciales a Nuevo León, donde ha habido violencia por el narcotráfico, y prohíbe los viajes personales de los empleados del gobierno por las autopistas en el vecino estado de Tamaulipas “debido a los riesgos que implican los asaltos armados y los asaltos en automóviles”.
Lyndsay Cole, vocera de Animal and Plant Health Inspection Service, dijo que tenía “información directa” sobre las medidas de seguridad en la nueva instalación ganadera, y que los funcionarios del servicio consideraban que la asignación de los veterinarios era de bajo riesgo. “Realmente queremos asegurarnos que no los estemos poniendo en una situación en la que vayan a sentirse incómodos o inseguros”, dijo sobre los veterinarios.
Adrián de la Garza, presidente de la Unión Ganadera Regional de Nuevo León y propietario de la nueva estación de inspección, dijo que las preocupaciones de los veterinarios se basan en la mala información acerca de la violencia que hay en el área.
La instalación están en una zona industrial especial, y las vías de comunicación cercanas son recorridas principalmente por cientos de camiones que transportan bienes de y hacia México. “No estamos en una zona en conflicto”, dijo.
Por años, el ganado mexicano que se dirigía a Estados Unidos era inspeccionado en el lado sur de la frontera para evitar que las enfermedades y las plagas entraran a Estados Unidos. Pero en 2010, debido a la creciente violencia en México, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos mudó las inspecciones de varios puertos de entrada fronterizos a corrales ubicados de lado estadunidense. México es el mayor proveedor extranjero de ganado para Estados Unidos.
Se suponía que las instalaciones estadunidenses serían temporales. Estas por lo general son más pequeñas que las instalaciones de México, y la inspección usualmente toma más tiempo ya que los animales tienen que ser cargados y descargados a ambos lados de la frontera, dijeron expertos de la industria ganadera.
Las importaciones de ganado mexicano que realiza Estados Unidos subieron 16% el año pasado, a 1.4 millones de cabezas. La sequía en el lado estadunidense, la cual ha afectado mucho a la industria ganadera nacional, ha resultado en un incremento en las compras este año, dijo Wilson.
En los primeros seis meses, las importaciones promediaron más de 140 mil cabezas de ganado mensuales, de acuerdo con datos del gobierno.
El Departamento de Agricultura, el cual tiene la última palabra sobre si los inspectores de Estados Unidos serían enviados a las instalaciones de Nuevo León, aún no toma la decisión definitiva.