No es necesario decir que en España estamos inmersos en una crisis económica causada por unos pocos y que sufrimos todos. Se han tomado numerosas medidas restrictivas y la última ha sido, en el intento de recaudar más, la subida del IVA (Impuesto de Valor Añadido) de la gran mayoría de productos. “No hay dinero”, dice el gobierno, y hay que sacarlo de donde sea. Y como en este país parece que se considera a la cultura como un lujo prescindible, los boletos de teatro, cine, conciertos o museos privados pasan de un IVA del 8% a otro del 21% a diferencia, por cierto, de otros países europeos tales como Francia donde el IVA cultural es el 7%, y su nuevo presidente prometió bajarlo al 5%, o la Alemania que nos dirige, cuyo IVA cultural es del 7%.
Resulta curioso que a un gobierno que tanto gusta ensalzar la cultura española, tenga en tan poco aprecio a su industria cultural a la que la crisis ya le viene afectando notablemente. Es más, cabe preguntarse si este incremento redundará en mayores ingresos para el arca pública o al contrario, debido a que se reducirá aun más la asistencia a los diversos espectáculos.
La industria cinematográfica ya venía arrastrando una crisis profunda incluso desde antes de la crisis general, en gran medida debido a la piratería. Por ejemplo, la cadena de cines Renoir, que poseía un centenar de pantallas en España, en los últimos dos meses ha cerrado 30. Cuando empezó a hablarse de incrementos en el IVA, distribuidores y exhibidores parece que habían intentado concertar con el gobierno un incremento de dos o tres puntos y se habían propuesto asumirlos sin que repercutieran en el precio de los boletos. Pues bien, éstos han quedado atónitos al conocer que en lugar de dos son trece los puntos porcentuales los que se incrementan. El director de la cadena de cines antes citada declaraba hace unos días en El País que “los exhibidores no podemos asumir la subida (el incremento), pero tampoco podemos repercutir en el espectador el posible aumento del precio”. Más dramático, el presidente de los productores de cine afirmaba: “esta medida supone el entierro del cine en España”.
No es menor la angustia que esta medida ha generado en el mundo del teatro donde se afirma que sólo podrán aguantar los grandes teatros de Barcelona o Madrid y será prácticamente imposible llevar las obras de gira a ciudades medianas y pequeñas. Y en el caso de la música, llueve sobre mojado ya no es sólo por el incremento del IVA, sino por las contrataciones de eventos musicales en verano bajaron un 90% por los recortes en ayuntamientos y comunidades autónomas así como de las propias empresas patrocinadoras debido a la crisis global. Donde sí queda afectada por el aumento del IVA es la venta de discos, un sector que, por otra parte, ya lleva 11 años consecutivos cayendo.
Sólo los libros de papel se han salvado del inremento pero no por ello están libres de las consecuencias negativas de la grave situación económica que estamos viviendo. Al margen del menor poder adquisitivo de los posibles lectores, los organismos oficiales y universidades han disminuido al máximo la compra de libros para las bibliotecas y ni siquiera se descarta un posible cierre de algunas de ellas.
Finalmente, capítulo a parte, merecen los libros electrónicos cuyo IVA ya era muy superior al de los libros de papel (18% frente al 4%). Ahora el 18% ha pasado al 21%. Por tanto el libro electrónico en España seguirá teniendo costos sólo ligeramente inferiores a los del de papel. Un absurdo a todas luces.
Resulta paradójico que se pretenda luchar contra la piratería cuando todas estas medidas lo que van a conseguir es que acabemos siendo todos piratas porque para disponer de películas, música y libros gratis basta entrar en Google.
*Doctora en Ingeniería por la Universidad Politécnica de Barcelona.