El priista Enrique Peña Nieto tiene prisa. Aún no asume el gobierno y ya ha apretado el acelerador -directa o indirectamente- para acortar el mayor tiempo posible y concretar las reformas económicas prometidas.

 

Y es que han llegado a la conclusión que las tres reformas económicas más importantes -la laboral, fiscal y energética- deben concretarse a la brevedad si se quiere potenciar sus beneficios y dar paso a otras reformas de gran calado.

 

De allí las señales que ha enviado el presidente electo y su equipo en las últimas cinco semanas y que buscan generar altas expectativas que les facilite la negociación en las reformas clave para la primera etapa del gobierno:

 

PRIMERO, el presidente Felipe Calderón envía una iniciativa al Congreso para reformar la Ley Federal del Trabajo con la doble intención de flexibilizar los contratos laborales y democratizar los sindicatos. En la acción presidencial se percibe un guiño del presidente electo Enrique Peña Nieto.

 

SEGUNDO, los diputados priistas y sus aliados aprueban los cambios “económicos” de la iniciativa de Calderón y desechan los referidos a la democracia sindical. En el Senado las fracciones de PAN y PRD advierten que harán modificaciones a la minuta para restaurar el sentido de la iniciativa presidencial. El senador panista y ex secretario del Trabajo, Javier Lozano, dice que llegarán al “límite” pero deja abierta la posibilidad de aprobar la reforma como está, si corre el riesgo de quedar “congelada”.

 

TERCERO, Ildefonso Guajardo, uno de los asesores económicos clave del equipo de Peña Nieto declara a Bloomberg que tanto el gobierno saliente como el entrante están considerando la posibilidad de eliminar las restricciones a la inversión extranjera en telefonía fija en este mismo sexenio.

 

CUARTO, Luis Videgaray, el coordinador para la transición de Enrique Peña Nieto, dice al diario estadounidense The Wall Street Journal que el nuevo gobierno presentaría al Congreso una reforma energética para abrir Pemex al capital privado, a principios del próximo año.

 

QUINTO, el pasado viernes 5 el presidente Felipe Calderón anunció el hallazgo de un nuevo yacimiento petrolero en aguas ultraprofundas después de que el 27 de agosto había hecho un anuncio similar. Si bien los expertos aún muestran dudas sobre la viabilidad financiera de estos hallazgos, su anuncio ejerce presión en el sentido de la reforma a Pemex que pretende Peña Nieto.

 

SEXTO, es sabido que cualquier reforma a Pemex, del tipo de la brasileña Petrobras mencionada por el presidente electo, implicará que Peña Nieto lance previa o paralelamente una reforma fiscal dada la importancia de los ingresos petroleros en las finanzas públicas.

 

Esta sucesión de hechos apunta hacia concretar en 2013 tres de las reformas económicas más importantes de la agenda con la ayuda del presidente Calderón: La reforma laboral, que servirá para despertar a los inversionistas bajo la idea de que México “sí se mueve”; una reforma a Pemex que en su primera etapa -habría una segunda- permitirá la inversión privada sin modificar la Constitución, y una reforma fiscal que le dé sustento al proyecto de seguridad social universal que pretende y que vendrá en una etapa siguiente.

 

El ambicioso paquete de reformas económicas, si bien deseable, será complejo por la celeridad que se ha impuesto con algún dejo de arrogancia, y que puede ser su principal problema. La pregunta es: ¿Se podrá?

 

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